Dr. Andrés González: «En España hace falta un centro de referencia sobre la enfermedad de Castleman»
Es necesario mejorar el diagnóstico de esta patología rara, que a menudo pasa inadvertida debido a la falta de conocimiento médico
“La heterogeneidad de esta enfermedad presenta importantes desafíos en el diagnóstico y tratamiento personalizado”
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La enfermedad de Castleman, caracterizada por el crecimiento anormal de los ganglios linfáticos, presenta importantes desafíos tanto para los pacientes como para los médicos. En su forma más compleja, la multicéntrica idiopática, el diagnóstico y el tratamiento se complican debido a la heterogeneidad de los síntomas y la falta de un enfoque centralizado. Madrid acogió los CINEMA Days (Castleman INvestigator & Educational Meeting dAys), una reunión internacional organizada por Recordati Rare Diseases, centrada en esta enfermedad rara.
Los CINEMA Days también pusieron de manifiesto el compromiso de Recordati Rare Diseases con las enfermedades raras reuniendo a médicos de diversas nacionalidades que destacaron los casos clínicos y experiencias de sus países.
OKSALUD entrevistó durante en este evento al doctor Andrés González, especializado en Enfermedad de Castleman en el Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid), que participó como ponente y destacó la importancia de la creación de un centro de referencia en España que, según los especialistas allí reunidos, sería esencial para optimizar el tratamiento y mejorar la calidad de vida de los pacientes con esta dolencia.
PREGUNTA.- Cuáles son los principales retos a los que se enfrentan los médicos en el diagnóstico de la Enfermedad de Castleman, especialmente en sus formas más complejas como la multicéntrica idiopática?
RESPUESTA.- Sin duda es el diagnóstico. La enfermedad de Castleman no es una sólo una enfermedad, realmente es un grupo de enfermedades. Cuando es más complicada, en su variedad multicéntrica, resulta bastante compleja y difícil de diagnosticar porque no es una enfermedad conocida en el mundo médico. Si un doctor no conoce esta enfermedad, va a ser difícil que la pueda sospechar.
Generalmente, el diagnóstico va a venir definido por una anatomía patológica, es decir, que la figura del patólogo es clave para poder emitir la sospecha y luego es el clínico el que tiene que identificar qué tipo de variante es función de si afecta a un solo ganglio o son más. En el caso de que sean varios ganglios los afectados estaremos hablando de la variante multicéntrica.
P.- ¿Qué desafíos particulares presenta la heterogeneidad de la Enfermedad de Castleman en términos de diagnóstico y tratamiento personalizado?
R.- El principal desafío sería descubrir si hay una causa que produce la enfermedad. Ya sea debido a un virus, como el virus herpes humano tipo 8 o no. Es una enfermedad que en Atención Primaria suele pasar inadvertida porque se confunde con otras dolencias ya que no existe una prueba específica para detectarla.
La principal manifestación es la aparición de un ganglio y no se identifica hasta que se hace la biopsia de la lesión o de su extirpación. Se puede vivir con Castleman sin saberlo y ser asintomático porque suelen ser lesiones pequeñas y que cuando dan síntomas es porque han crecido y comprimen estructuras. Una vez inflamado, la sintomatología suele estar acompañado de pérdida de peso, fiebre, malestar general y puede haber alteraciones en los análisis como anemia, en las series de los leucocitos, en los parámetros de inflamación, etc. A cada persona le afecta de una manera diferente.
P.- ¿Cuánto tarda un paciente en recibir el diagnóstico?
R.- Normalmente estos pacientes suelen pasar por varios médicos porque, como comentaba, se les buscan otras causas más frecuentes a sus dolencias como causas infecciosas, tumorales o inmunológicas. Como una de las manifestaciones es la pérdida de mucho peso, el médico tiene que descartar, en primera instancia, algo maligno como un tumor o una infección. También puede confundirse con enfermedades inmunológicas como el lupus.
Después de hacer este peregrinaje, es cuando hay alguien que tiene que sospechar de que se trata de otra cosa y ahí están el internista o el hematólogo que mediante las pruebas de sangre y de imagen compuesta de cuerpo, consiguen analizar mejor estos hallazgos de los ganglios. La primera sospecha será un linfoma pero como no saldrá en la toma de datos, es cuando se empezarán a plantear otros escenarios. Pueden pasar unos dos o tres años (de media) hasta dar con el diagnóstico correcto de Castleman.
P.- ¿Podría explicarnos cómo un Centro de Referencia en España mejoraría el acceso a diagnósticos más precisos y tratamientos adecuados para los pacientes con esta enfermedad rara?
R.- A día de hoy, yo creo que sí que se tiene más conciencia de esta enfermedad, pero tener un centro de referencia para el diagnóstico y los tratamientos adecuados sería algo fundamental para tratar a los pacientes a tiempo.
La enfermedad de Castleman se considera minoritaria, con una escasa tasa de prevalencia y de incidencia. De hecho, no sabemos exactamente cuáles son las cifras reales en España ni en el mundo. Se habla de cinco casos por millón de habitantes en la variedad idiopática pero y quince por millón de habitantes en la multicéntrica.
Nosotros tenemos nuestra experiencia en el Ramón y Cajal donde tenemos una serie de pacientes histórica bastante alta en torno a 50 pacientes. Si hubiera Centros de Referencias, tendríamos un registro más fidedigno y actualizado, se podría mejorar el conocimiento de la enfermedad y se facilitaría el contacto de pacientes y médicos. Estamos en el 2024 y creo que hablar ya de que no viaje el paciente, sino que viaje la información. La atención personalizada en estos casos de enfermedades raras no puede depender de en qué ciudad vivas o a qué hospital acudas, de ahí la importancia de la creación de estos centros que las Administraciones deberían promover.
P.- ¿Hay avances en el tratamiento?
De momento, seguimos trabajando con el tratamiento diseñado para esta enfermedad basado en los ensayos clínicos que se han hecho sobre los bloqueadores de la interleucina 6 (IL-6), concretamente es el «siltuximab» que está aprobado en España desde el año 2015 y los pacientes que sufren esta enfermedad sobre todo de forma activa, se benefician de él.
Desgraciadamente no conseguimos en muchos casos curar la enfermedad, pero sí controlar los síntomas y por lo menos acompañar a los pacientes a lo largo de su cronicidad.
P.- Ha hablado de comorbilidades asociadas, ¿cuáles son las más frecuentes?
Una de las más usuales es padecer complicaciones inmunomediadas que incluso pueden dificultar muchas veces el diagnóstico. Además, pueden aparecer nuevas neoplasias, enfermedades cardiovasculares, etc. Creo que la mayor comorbilidad es el sufrimiento psicológico, sentir que tienes una enfermedad que es crónica y que dificulta tu día a día. Puede resultar incapacitante porque pueden cursar con sintomatología de fatiga, de astenia y muchas veces no se responde responder bien con los tratamientos.
Todo esto debilita mucho a los pacientes psicológicamente y algunos están muy afectados porque no deja de ser una enfermedad rara que es desconocida para muchos médicos. Muchas veces los pacientes se sienten desatendidos y no saben dónde ir. Claramente falta formación a todos los niveles, entre los médicos, entre el personal sanitario y en los pacientes.
P.- ¿Cree que incitativas como las de Recordati Rare Diseases son necesarias?
R.- Absolutamente. La industria farmacéutica nos ayuda a conseguir esa formación tan necesaria a los médicos y sin ellos no podríamos montar estas reuniones donde se hace una puesta en común sobre el conocimiento de la enfermedad, su difusión y el avance en los tratamientos.
Me gustaría destacar que aparte de que haya más conocimiento, tenemos que poner el foco en los pacientes. Estas iniciativas nos tienen que hacer reflexionar a todos, a los médicos, a los gestores de la administración, a las empresas… no nos quedemos en los detalles sino en que el objetivo final que es curar y ayudar a los pacientes porque nadie está a salvo de esto, te puede tocar a ti o a alguien de tu entorno.