¿Cómo nos afecta la cronodisrupción?: el enemigo invisible que podemos combatir durante las vacaciones
Reduce nuestra capacidad regenerativa, afecta la neurogénesis (la creación de nuevas neuronas) y puede contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares


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Hoy en día, vivimos en un mundo donde la luz artificial ha invadido nuestras vidas, alterando nuestros ritmos biológicos. Vivimos más de noche que nuestros antepasados, y esta desconexión de los ciclos naturales de luz y oscuridad ha dado lugar a lo que se conoce como cronodisrupción, un trastorno que afecta tanto a nuestra salud física como emocional. Si no se aborda, puede tener consecuencias graves sobre nuestra calidad de vida. Las vacaciones estivales representan una oportunidad única para reducir la cronodisrupción, restablecer nuestros ritmos circadianos y mejorar la calidad de nuestro descanso, admite Mª José Curto, psicóloga del Gabinete de Orientación Educativa de la Universidad Francisco de Vitoria.
«Nuestros antepasados vivían en sincronía con el ciclo natural del día y la noche, lo que les permitía mantener un equilibrio saludable. Hoy, sin embargo, la luz artificial, las pantallas electrónicas y los horarios laborales irregulares nos han desconectado de esos ritmos naturales». Esta alteración genera una serie de efectos negativos en nuestro cuerpo como desequilibrios hormonales, trastornos en la memoria, debilitamiento del sistema inmunológico, fatiga crónica y un aumento del estrés. Además, «afecta nuestra capacidad para manejar emociones y mejorar la calidad de nuestras interacciones sociales, lo que se traduce en una mayor irritabilidad».
A nivel físico, el impacto de la cronodisrupción va más allá de la fatiga. Reduce nuestra capacidad regenerativa, afecta la neurogénesis (la creación de nuevas neuronas) y puede contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Por lo que, a largo plazo, esta alteración puede tener efectos notables sobre nuestra salud.
La oportunidad perfecta para combatir la cronodisrupción
En este contexto, «las vacaciones estivales son una oportunidad perfecta para abordar la cronodisrupción y restaurar el equilibrio biológico perdido. Lejos del estrés laboral y con más tiempo para nosotros, podemos reprogramar nuestros ritmos circadianos y adoptar hábitos más saludables que mejoren nuestra calidad de vida a largo plazo. Las vacaciones pueden ser un punto de inflexión para reconectar con nuestro bienestar», define Mª José Curto.
¿Cómo podemos mitigar los efectos de la cronodisrupción?
Restablecer horarios de sueño regulares
«Uno de los pasos más importantes es restablecer una rutina de sueño que esté alineada con nuestro ritmo biológico». Así, asegura que durante las vacaciones, podemos relajarnos y acostarnos sin la presión de las alarmas, lo que nos permite recuperar el ciclo natural de sueño y vigilia. Dormir cuando el cuerpo lo necesita ayuda a sincronizar nuestros ritmos circadianos con el ciclo de luz y oscuridad, mejorando la calidad del descanso.
Cuidar la alimentación para favorecer el sueño
Lo que comemos influye directamente en la calidad de nuestro descanso. Durante las vacaciones, podemos optar por alimentos ricos en triptófano, como el pavo, los frutos secos y el queso, que favorecen la producción de melatonina, la hormona del sueño. Además, «la glicina, presente alimentos como el atún, la remolacha, la zanahoria o los guisantes, también tiene efectos positivos sobre el descanso. Reducir el consumo de cafeína y evitar cenas pesadas antes de dormir es fundamental. Consumir carbohidratos por la noche también favorece el ingreso de triptófano al cerebro, lo que mejora la calidad del sueño».
Incorporar ejercicio físico regular
El ejercicio tiene un impacto directo sobre nuestros ritmos circadianos. Practicar actividades como caminar, nadar o hacer yoga, durante las vacaciones mejora nuestra salud cardiovascular y favorece el descanso nocturno. A largo plazo, el ejercicio regular reduce el estrés y regula nuestras hormonas, mejorando la calidad del sueño y nuestra capacidad para manejar las emociones.
Romper con hábitos insalubres
Para que los beneficios sean duraderos, también es necesario deshacerse de viejos hábitos que agravan sus efectos. «Entre los más perjudiciales se encuentran el uso excesivo de pantallas y un mal manejo del estrés. Reducir el tiempo frente a dispositivos, especialmente antes de dormir, es un paso clave para restaurar nuestros ritmos circadianos. Practicar técnicas de relajación, como la meditación, también ayuda a restaurar el equilibrio emocional, mejorando nuestra calidad de vida».
Regreso a nuestros ritmos naturales
Las vacaciones no deberían ser solo un periodo para desconectar, sino también una oportunidad para impulsar nuestro bienestar y restablecer nuestros ritmos biológicos. Al adoptar hábitos saludables de sueño, alimentación y ejercicio, podemos mitigar los efectos de la cronodisrupción y mejorar nuestra salud. «Es el momento perfecto para dar el primer paso hacia una vida más equilibrada, que nos permita regresar a nuestra rutina diaria con la energía renovada y una salud mejorada. Sólo cuando respetamos nuestros ritmos biológicos podemos alcanzar el bienestar completo, y las vacaciones nos brindan la oportunidad de restablecer este equilibrio de manera efectiva», concluye.