Salud Mental

Carlos Alonso: «En 10 años, cualquier médico podrá prescribir psicodélicos con apoyo terapéutico»

En el mundo, más de mil millones de personas sufren algún trastorno mental, y la depresión y la ansiedad aumentaron un 27%

Carlos Alonso: «En 10 años, cualquier médico podrá prescribir psicodélicos con apoyo terapéutico»
Diego Buenosvinos

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La salud mental ha dejado de ser un tema marginal para convertirse en uno de los mayores desafíos de la agenda global. Con más de mil millones de personas afectadas por algún trastorno psicológico y una depresión y ansiedad disparadas tras la pandemia, el debate sobre nuevas terapias se vuelve urgente. En este contexto, la Fundación Inawe impulsa Psymposium, un encuentro pionero que reúne a expertos internacionales para debatir sobre el futuro de las terapias asistidas con psicodélicos. Su presidente, Carlos Alonso, defiende que el cambio ya está en marcha: «La evidencia científica es clara, y España no puede quedarse atrás mientras otros países avanzan hacia una revolución terapéutica en salud mental».

Pregunta.- ¿Por qué considera que la salud mental se ha convertido en un eje estratégico de la agenda global en este momento histórico?

Respuesta.- Los datos so elocuentes. En el mundo, más de mil millones de personas sufren algún trastorno mental, y la depresión y la ansiedad aumentaron un 27% debido a la pandemia, según datos de la Organización Mundial de la Salud, que además prevé que los problemas de salud mental sean la principal causa de discapacidad en el mundo en 2030.

En España, el 9% de la población padece algún tipo de trastorno de salud mental y casi la mitad de los jóvenes considera que ha tenido problemas de este tipo, según Unicef. Esas cifras explican por sí solas por qué la salud mental está, por fin, en el centro de la agenda global.

P.- ¿Cómo puede un encuentro como Psymposium influir en la práctica clínica y en la toma de decisiones políticas?

R.- Psymposium es el vehículo que hemos implementado desde Fundación Inawe para exponer, precisamente, los avances clínicos y las innovaciones que están demostrando eficacia en las terapias asistidas con psicodélicos. En este congreso hemos reunido a algunos de los mayores expertos mundiales en la materia y ha concitado el interés de más de 300 profesionales españoles. La iniciativa ha sido un éxito y puede ser un buen punto de partida para que las autoridades españolas empiecen a evaluar la necesidad de innovar en salud mental, ante el estancamiento de muchas terapias tradicionales y el lamentable crecimiento de las estadísticas de problemas mentales.

Ya son muchos los países que no sólo favorecen la investigación, sino que también han creado un marco legal que facilite el uso de este tipo de sustancias en el entorno médico —Alemania, Estados Unidos, Suiza, Australia, Canadá o la República Checa, entre otros—. España podría inspirarse en esos ejemplos.

P.-  En su discurso inaugural mencionó que la misión de Inawe es acercar la  evidencia científica sobre psicodélicos a la sociedad y a los profesionales. ¿Por qué considera fundamental tender ese puente entre la ciencia y la sociedad en el campo de la salud mental?

R.- Porque el desconocimiento y los estigmas han sido tradicionalmente uno de los mayores obstáculos en salud mental cuando hablamos del uso de compuestos psicodélicos. Si la sociedad y los profesionales sanitarios no conocen de primera mano la evidencia científica, es difícil que confíen en nuevas terapias o cambien paradigmas establecidos. Tender ese puente significa divulgar información veraz y respaldada por datos, para que las decisiones —tanto clínicas como políticas— se tomen con conocimiento.

Además, acercar la ciencia al gran público ayuda a normalizar la conversación sobre unas terapias que antes eran tabú. Solo integrando ese conocimiento en la sociedad podremos despejar temores infundados y facilitar la adopción de innovaciones que pueden mejorar muchas vidas.

Pregunta.- Este congreso busca también crear un espacio seguro de diálogo y formación en torno a terapias antes considerado tabú. ¿Cómo contribuye  Psymposium a disipar el estigma que aún rodea a los psicodélicos y a preparar a los profesionales para su uso clínico?

R.- En primer lugar, mostrando que detrás de estas terapias hay ciencia seria y resultados clínicos prometedores. Al escuchar en Psymposium a investigadores punteros y a médicos compartiendo estudios y experiencias, muchos profesionales de la salud mental han podido constatar que este campo se aborda con rigor: no es una moda ni algo esotérico.

Eso ayuda a cambiar la percepción: de ser un tema tabú o asociado únicamente a contextos recreativos, pasa a entenderse como una posible herramienta terapéutica legítima y necesaria. Por otro lado, el congreso sirve de formación: quienes asisten reciben información de vanguardia sobre protocolos, seguridad, integración terapéutica… Esto les permite estar más preparados y cómodos para, en un futuro, aplicar estas terapias.

En resumen, Psymposium normaliza el debate en la comunidad médica y ofrece conocimiento práctico, reduciendo el estigma a través de la educación y la experiencia compartida.

P.- ¿Qué avances recientes en investigación están marcando un antes y un después en el abordaje de la salud mental?

R.- En las últimas décadas no se habían producido avances clínicos considerables en el espectro de la salud mental, y las terapias asistidas con psicodélicos están resultando ser un elemento disruptivo en toda regla.

Actualmente, hay más de 200 ensayos clínicos con psicodélicos en marcha y siete de ellos ya se encuentran en fase 3, la antesala de su posible comercialización. Estos estudios demuestran la eficacia de sustancias como la psilocibina, el 5-MeO-DMT, la MDMA, el LSD o la ibogaína en el tratamiento de la depresión resistente, la ansiedad, el estrés postraumático, los trastornos obsesivo-compulsivos o las adicciones, entre otros. Es un cambio de paradigma potencial: tras años sin novedades sustanciales, podríamos estar ante una revolución terapéutica en salud mental.

P.- En el terreno farmacológico, ¿qué nuevas líneas de desarrollo terapéutico pueden cambiar el paradigma del tratamiento de trastornos graves?

R.- Como decía, los ensayos clínicos son la antesala de un medicamento. Las terapias asistidas con psicodélicos apuntan precisamente a reconfigurar redes cerebrales rígidas, promoviendo la neuroplasticidad y una apertura emocional bajo un apoyo psicoterapéutico estructurado.

Las claves del éxito aquí son el entorno terapéutico adecuado y la integración posterior de la experiencia por parte del paciente. Si se confirman los resultados que estamos viendo en los ensayos fase 3, podría redefinirse el abordaje de trastornos mentales graves hacia modelos de tratamiento mucho más breves, intensivos y transformadores, en contraste con las terapias crónicas actuales.

P.- ¿Qué espera que sea la gran conclusión o el legado de Psymposium para la próxima década en salud mental?

R.- Psymposium ha sido un éxito por el nivel de las ponencias y el interés que ha despertado en el ámbito médico, pero es solo un paso más en el camino para que se asienten este tipo de terapias y lleguen a las personas que las necesitan. La eficacia de las terapias asistidas con psicodélicos está quedando probada, y sospecho que cada vez habrá más evidencia de sus capacidades curativas y transformadoras.

Lo ideal sería que, en diez años, cualquier médico en España pueda prescribir psicodélicos con el adecuado acompañamiento terapéutico, en función de las necesidades de cada paciente. Ese sería un legado extraordinario: haber contribuido a que una innovación disruptiva en salud mental se convierta en una opción real y accesible dentro del sistema de salud.

P.- Uno de los fragmentos más impactantes de su discurso recoge el testimonio de una madre con depresión resistente. ¿Qué papel juegan hoy las voces de los propios pacientes en el impulso de un cambio de paradigma terapéutico?

R.- Un papel fundamental. Durante mucho tiempo, el modelo biomédico ha relegado al paciente a un rol pasivo, pero cada vez más escuchamos testimonios —como el de esa madre— que revelan el agotamiento de las soluciones tradicionales.

En Psymposium organizamos una mesa redonda dedicada precisamente a dar voz a los pacientes: cuatro personas compartieron su experiencia pasando por estudios clínicos —tres con depresión resistente y una con ansiedad generalizada—.

Escuchar sus relatos, en los que describían más de diez años de depresión incapacitante, y ver cómo, tras un tratamiento puntual, volvían a disfrutar de la alegría de vivir, conmovió profundamente a los asistentes. Esas voces están haciendo visible algo que las estadísticas apenas insinúan: la dimensión humana del sufrimiento crónico.

Cuando los pacientes piden acceso a nuevas terapias o preguntan por ensayos clínicos, no lo hacen por moda, sino por desesperación informada. Escucharlos no es solo un acto de empatía, sino una llamada a revisar protocolos, acelerar procesos regulatorios y considerar, con rigor, alternativas terapéuticas más eficaces y humanas.

P.- El discurso inaugural citaba avances regulatorios en países como Alemania, Noruega o la República Checa. ¿Qué enseñanzas puede extraer España de estos modelos pioneros?

R.- Estos países están demostrando que se puede avanzar con prudencia y ambición a la vez. Alemania ha lanzado programas de uso compasivo con protocolos clínicos estrictos; Noruega ya financia la ketamina intravenosa como parte del sistema público; y la República Checa ha legalizado el uso médico de la psilocibina, con guías clínicas y formación profesional. Todos comparten una premisa: priorizar a los pacientes que ya no responden a los tratamientos convencionales. España puede aprender de su enfoque: centrado en la evidencia, regulado, pero valiente. La inacción también es una forma de decisión, y hoy mantener el statu quo supone seguir desatendiendo a quienes más lo necesitan.

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