Afecto emocional durante el Covid

El apego seguro ha sido un factor clave para enfrentarse a la pandemia, según un estudio

El modelo de apego en los primeros años de vida define cómo nos comportaremos cuando seamos adultos

El apego seguro ha sido un factor clave para enfrentarse a la pandemia, según un estudio
La forma en que aprendemos a relacionarnos en nuestra niñez marcará cómo nos relacionamos en el futuro.

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La pandemia ha supuesto un cambio de hábitos en la manera de comunicarnos y compartir nuestro tiempo con los demás. En la etapa inicial de esta crisis sanitaria, con la llegada del confinamiento, sufrimos un cambio radical en nuestro estilo de vida. Pasamos, sin periodo de adaptación, de ir a trabajar, salir con los amigos y familia, realizar actividades en grupo, etc., a hacer todo desde casa, no poder salir a la calle y mucho menos reunirnos con nuestros amigos o familias. Esto ha supuesto un malestar en la población mundial a nivel físico, social y mental, viéndose las familias en la necesidad de adaptarse a una nueva realidad que ha afectado al bienestar emocional de adultos y niños.

La Teoría del Apego puede dar claves para analizar estos cambios en las relaciones interpersonales. El blog Psicología y Mente define el apego como el tipo de lazo emocional y afectivo que surge entre dos individuos y que genera la voluntad de permanecer en la cercanía o en contacto con el otro, con preferencia, por lo general, al contacto físico. Este concepto es fundamental en las relaciones cercanas, y es un sentimiento que está presente durante toda la vida.

Este apego emocional, según explica el blog Viviendo con Salud, es el encargado de proporcionar seguridad al niño en situaciones de amenaza. En concreto, un afecto satisfactorio permite al pequeño explorar y conocer el mundo bajo la tranquilidad de saber que la persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo. Cuando esto no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en la manera en que el menor se comporta, lo cual repercutirá en su forma de relacionarse, en las reacciones que obtenga de los demás y, en última instancia, en su forma de interpretar el mundo.

Existen diferentes tipos de apego que pueden dividirse en cuatro modelos generales:

  • Apego seguro. Se caracteriza por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador no va a fallarle.
  • Apego ansioso y ambivalente. En psicología, «ambivalente» significa expresar emociones o sentimientos contrapuestos, lo cual, frecuentemente, genera angustia.
  • Apego evitativo. Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus cuidadores y esto les provoca sufrimiento. Se conoce como «evitativo» porque se presentan distintas conductas de distanciamiento.
  • Apego desorganizado. Se trata de una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en que el niño presenta comportamientos contradictorios e inadecuados. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego.

De acuerdo a esto, la forma en que aprendemos a relacionarnos en nuestra niñez marcará no solo cómo nos relacionamos en el futuro, sino también cómo interpretamos nuestras emociones, cómo nos cuidamos o nos enfrentamos a la vida. Así lo expone el equipo de psicólogos de la Clínica Salud y Más. Con la pandemia, la aptitud para afrontar cambios y la incertidumbre constante a la que nos llevamos enfrentando dos años ha puesto al límite nuestras capacidades emocionales y ha modificado la forma de comunicarnos con los demás.

Las familias como entes reguladores

La Universidad Politécnica Salesiana de Ecuador ha realizado un estudio sobre el vínculo afectivo paterno filial y apego seguro en niños de cero a cinco años. Este estudio concluye que «la implicación del vínculo afectivo parento-filial en el desarrollo emocional, social, físico y psicológico de los niños de los 0 a 5 años de edad, de ser positivo, desencadenará en efectos positivos que favorecerá al infante a lo largo de su desarrollo; por el contrario, de ser negativo, se evidenciará en efectos poco favorables.».

Y añaden: «Asimismo, la relación entre apego seguro y afrontamiento de la pandemia por Covid-19 en niños de la primera infancia es un factor clave para que se pudieran tratar las limitaciones y dificultades presentes en la misma. Las familias, y sobre todo los padres, se convierten en entes reguladores, dando soporte, contención y siendo el modelo, positivo o negativo, frente a situaciones estresantes, al ser ellos su único y más significativo referente y satisfactor de necesidades afectivas, sociales y de seguridad».

De esta forma, para que el bienestar emocional se presente en estos menores, es indispensable contar con elementos que permitan adquirir una salud mental adecuada en los más pequeños y en sus padres. Este es el motivo por el cual resulta imprescindible el soporte socio-afectivo, la resiliencia, el control y manejo de las emociones y saber como enfrentarnos a situaciones adversas de manera eficiente.

El estudio Evolución del estado psicológico y el miedo en la infancia y adolescencia durante el confinamiento por la Covid-19, realizado por el equipo de Inmaculada López de la Universidad de Almería, analizó la relación entre el estado psicológico y el miedo a la enfermedad en familias, concluyendo que el pánico relacionado con la pandemia se asocia a problemas emocionales y de conducta. De esta forma, a medida que avanzó el confinamiento, aumentó la presencia de dificultades psicológicas que afectan de manera diferencial en la infancia y en la adolescencia.

Save the Children en su estudio Covid 19: Cerrar la brecha hace hincapié en los efectos que tuvo el cierre de las escuelas en el que se originó una ruptura significativa. Pero no solo a nivel educativo, sino también en el ámbito socioeconómico, quedando patentes las necesidades y diferencias originadas por esta situación. A nivel social y emocional también se produjeron dificultades tales como aislamiento, retrocesos, etc.

En ocasiones, la desvinculación con la escuela provocó un aumento de situaciones de evitación de la misma, como por ejemplo el absentismo escolar. En definitiva, el confinamiento aumentó las dificultades emocionales en la infancia y adolescencia siendo el nivel socioeconómico un factor de riesgo en el empeoramiento de las diferentes dificultades.

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