Votantes de Vox, esa gente

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Con sus defectos, el merecido éxito (y el aislamiento) de Vox se deben a que se ríen sin complejos de este artefactado club de la bondad en que vivimos y nunca se han posicionado junto al virtuoso del buenismo vacío, tan de moda. En el mundo político español (y en el internacional, por supuesto) un individuo que comulga con el discurso de izquierdas es libertador, aliado de la virtud, sinónimo de progreso, lo que el planeta necesita … ¡guapo!; por el contrario, si uno se atreve a criticar la hegemonía progre es un retrógrado-fascista-patriarcal-hetero-privilegiado, está avalando la agresión sexual y el feminicidio, el kkk, odia a los negros, a los indígenas y finalmente es un franquista, homófobo en pos del negacionismo, el hirsutismo y hasta el canibalismo.

Si usted, amigue, está en contra del aborto o de la eutanasia no lo dude, arrodíllese y pida perdón. Si está a favor del matrimonio, de la familia, no se le ocurra hacer apología de semejantes monstruosidades intelectuales: rectifique, aflíjase, laméntelo, recapacite y pida perdón.

¿Son fumadores, blancos, hetero? ¡Desdichados! ¡Pidan perdón! En este templo a la indignación en el que se ha convertido el mundo no se prohíben las acciones, sino que se sancionan las personas. Pero, sobre todo, díganme que no votan a Vox, ¡díganmelo! Es innegable que Vox trae a mucho jumento (como cualquier partido del planeta Tierra), por motivos muy groseros, y también a pijos jovencillos limitones en la búsqueda de sensaciones y a pijos talludos con una visión excesivamente romántica de España y de su posición de privilegio, pero también a personas muy elevadas, divergentes y desprejuiciadas que simplemente no encuentran otro soporte más auténtico en el territorio liberal.

Y ¿quién defiende la unidad nacional y la igualdad de los españoles ante la ley? ¿Sánchez, Errejón? No, Vox. ¿Quién pide independencia judicial? ¿La presunción de inocencia? Vox. ¿Qué partidos defiende más la propiedad privada y el libre comercio? ¿Podemos, Más Madrid, el PSOE? No, Vox. ¿Y que se pueda estudiar en español en toda España?

Vox no es fascista, ni xenófobo (se declara en contra de la inmigración ilegal descontrolada) de hecho se declara liberal en lo económico, cuando el fascismo fue antiliberal; la mayoría de sus miembros manifiestan ser creyentes y más concretamente cristianos (de ahí la defensa de la familia, las alternativas al aborto… entre otras propuestas pro vida…); el fascismo era ateo recalcitrante y por supuesto, anticlerical.

Lo cierto es que a dos años para la fecha teórica de las próximas generales, el partido verde (de la derecha) avanza con paso firme. Si se celebrasen hoy elecciones, el PP y un Vox proyectado, como un pepino, sumarían casi treinta escaños más que las dos formaciones de la coalición en el gobierno. Aun así, no será fácil.

¿Qué hacer con Vox? Imagino que Casado (Casado no quiere que le vean con Vox) se hace esta misma pregunta cada día desde que partió peras con Abascal (“¡no somos iguales!”, ¿recuerdan?) en la fallida moción de censura contra Sánchez; porque el “buen odio” a Vox en España ha sido, estos últimos años, religión, como lo fue entre los nazis el “buen odio a los judíos”. A Pablo Casado, como saben, le “da cosa” ser de derechas, a ver qué van a decir los medios civilizados, las revistas de moda… ¿Qué se yo?
Lo cierto es que Pablo se desmarca de Abascal (su antiguo compañero y amigo) porque no quiere ser de derechas en este país donde la virtud es el tejido conectivo líquido, que circula por las venas de todos los vertebrados de izquierdas.

¿No creen que la política hoy día es sobre todo cinismo? Cinismo, y desplazamiento (psicológico), buscar un sistema credencial que apuntale nuestra autoestima frágil; eso y la repetición incansable de una idea ridícula e infantil: “Hay que ver qué malos son todos y que poco se parecen a mí”.

Sin embargo, la derecha navega con el viento a favor: colocándose Casado en el centro, el PP se va a llevar los infinitos votos de todos los moderados e indecisos (que no votarían a Vox y de los socialistas descontentos que son muchos y cada día serán más. No en vano, Sánchez se ha burlado de sus propios votantes desde el principio, y eso, los socialistas con capacidad crítica no se lo van a pasar. De modo que el PSOE lo tiene muy complicado para mantenerse con esa caterva de minorías radicales, egocéntricas e histéricas que no satisfacen en absoluto el sentir de la mayoría de los españoles. Hace mucho que esto no se parece a una democracia.
Una vez pregunté a Macarena Olona si Vox conseguiría el soñado sorpasso al PP : “No tengo ninguna duda -dijo- Vox gobernará”.

Hasta entonces, desde la barrera, ¡gracias a ese partido innombrable (y nunca demasiado vituperado)!, por presentar a pecho descubierto su batalla unamuniana, porque la vida es una batalla que hay que luchar con todo, a sabiendas de que está perdida de antemano.

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