El virus que cortó los cortes de la Meridiana

El virus que cortó los cortes de la Meridiana

Un mal como esta pandemia nunca compensa un bien. Pero tiene delito que sólo el Covid19 les diera a esos mentecatos de manifestantes la patada en el culo que necesitaban para mandarlos a casa. Si no llega esa peste, aún los tendríamos en la Meridiana parando la circulación.

Estos días, la Fiscalía Superior de Cataluña investiga si el Govern (el departamento de Interior, concretamente) cometió delito de prevaricación al autorizar las interrupciones de tráfico que los barceloneses (y, en fin, los catalanes y españoles) sufrieron cada día durante dos horas a lo largo de muchos meses. Interrupciones que impedían la libre circulación de los ciudadanos y que fastidiaban especialmente a los que ni siquiera compartían fantasías destructivas con ellos.

Después de aguantar meses de violencia, con quema de contenedores, intimidación de ciudadanos, destrucción del mobiliario urbano y agresión a las fuerzas del orden, aún nos quedó esa llama persistente de la Meridiana cuyo objetivo era recordarnos a los constitucionalistas que “las calles seguían siendo suyas”. Concentraciones inequívocamente pro secesión convocadas por la Asamblea Nacional Catalana a las que se les unían sin la menor vergüenza muchos dirigentes soberanistas.

Estos cortes no sólo atentaban contra un desplazamiento de vehículos que se seguía cobrando tranquilamente a través del Impuesto de Circulación del ayuntamiento, sino también contra la moral del ciudadano no independentista que era especialmente burlado y agredido. Partidos políticos como Ciudadanos, interpelaron en su momento al responsable de esa permisividad, el conseller Buch, que desoyó tanto las voces de la Guardia Urbana como las de los ciudadanos en una actitud que puede traducirse como un presunto delito de prevaricación.

No puede quedar así. En estos momentos sabemos según una encuesta en El Periódico  (https://www.elperiodico.com/es/politica/20200518/erc-ganaria-elecciones-holgura-elegir-jxcat-o-izquierda-7966397) que el independentismo volvería a sumar mayoría absoluta en caso de que se celebrasen elecciones al Parlament. Esa ERC que alardea en el Congreso de los Diputados de tener al presidente de España bajo su poder (porque el indigno Pedro Sánchez fue capaz de aliarse con ellos), sería la ganadora y podría formar gobierno con JxCat y la CUP o un tripartito de izquierdas con PSC y Comuns.

Menudo panorama. Y ninguna de las más recientes iniciativas llevadas a cabo con la nocturnidad del estado de alarma nos lleva a albergar esperanzas de progreso. Sólo miran para ellos. El Gobierno, en boca de su portavoz la Sra. Budó, ya ha dicho que no se van a recortar sus sueldos. Y las personas que hayan recibido dinero de la caja de solidaridad (los procesados por el 1O) sólo deberán tributar un 5% en concepto de impuesto de sucesiones y donaciones, pues el Govern ha modificado el tributo para bonificar con un 95% las donaciones provenientes “de fundaciones y de asociaciones que cumplen fines de interés general”. Y ya saben cuáles son. Eso sí, para el catalán de a pie, se reintroduce el impuesto de sucesiones, este que no existe en el resto de Europa salvo para las clases extractivas de la izquierda española y los independentistas patrios. Nuestros hijos pagarán el pato.

Las cosas pintan mal. Los cortes de la Meridiana causaron graves perjuicios a comerciantes, hosteleros y restauradores de la zona a los que ahora se les han venido encima las consecuencias del cierre por la pandemia. Deben de estar muy contentos con su gobierno regional. Ojalá se abran esas diligencias. Y, si no, si algo ha aprendido la ciudadanía estos días es a salir a la calle como ellos y, de momento, hacer ruido con la cacerola.  Pero nadie dice que no pasen pronto a los sartenazos.

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