¡El violador eres tú!
Es el nuevo grito de guerra de las neofeministas ultras de todo el mundo. Lo raro es que ni te detienen a ti, ni detienen a las mujeres que te acusan y te señalan con el dedo. El Código Penal español contempla hasta 12 años de cárcel para los violadores, pero también 2 años para los calumniadores que son quienes imputan un delito con temerario desprecio hacia la verdad. Y también contempla el delito de odio para «quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio… contra un grupo… o contra una persona determinada por razón de… su sexo» como hacen todas estas. Las calles de medio mundo se han llenado de grupos de mujeres con los ojos vendados que acusan públicamente a todos los hombres de haberlas violado: “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía. El violador eres tú”, gritan airadas.
Yo tengo la inmensa suerte de no tener ningún violador en mi familia, aunque estas mujeres los acusan, no es verdad, mis familiares no son violadores. Lamento mucho que sus padres, sus hermanos y sus hijos les hayan salido todos violadores y comprendo que eso las haya desquiciado hasta el punto de acusar falsamente al resto de hombres del planeta. Pero alguien las debería parar, porque lo que cantan no es verdad, no está bien que lo hagan y va a tener graves consecuencias que la sociedad se lo consienta. Ya circulan por las redes sociales vídeos en los que se ve como estas enfermas de odio agreden físicamente a algunos hombres que las observan asombrados, al grito de “hombres atrás”, pero no pienso que ese sea el mayor peligro que tienen.
Estas mujeres tan enfadadas están transmitiendo la idea de que ser mujer es haber tenido muy mala suerte en la vida por lo que la sociedad está en deuda con ellas, pobres desgraciadas por culpa del heteropatriarcado. Dicen que los hombres son los enemigos de las mujeres que provocan todos sus males y que es malo ser heterosexual y bueno abortar. Viven en el odio y el resentimiento y ni siquiera saben que en realidad ellas no son feministas, sino que han sido manipuladas por el marxismo cultural para convertirlas en una de las herramientas mediante las que los comunistas pretenden volver a lograr el poder allí donde ya perdieron su también falsa “lucha de clases” y donde sus dictaduras violentas fueron vencidas por la democracia liberal. Y por eso gritan que la culpa no es suya, sino de todos los hombres, del heteropatriarcado, los policías, los jueces, el presidente y en definitiva, del “Estado opresor” que “es un macho violador”.
Mientras Greta Thunberg atravesaba el Atlántico en catamarán, publicó una carta en la que explicó sus razones para volver a hacer huelga, y entre esas razones nos cuenta que: “La crisis climática no se trata solo del medio ambiente. Es una crisis de derechos humanos, de justicia y de voluntad política. Los sistemas de opresión coloniales, racistas y patriarcales lo han creado y alimentado. Necesitamos desmantelarlos todos”, que es otra muestra más del marxismo cultural que también domina este falso neoecologismo. A los ‘millennials’ es difícil convencerlos para que renuncien al confort logrado gracias al esfuerzo de sus padres y se embarquen en la lucha obrera marxista, pero es sencillo atraerlos hacia la extrema izquierda abrazando eslóganes simplistas como los del neoecologismo, el neofeminismo y el multiculturalismo, que les permiten salir de casa de mamá sin hacer la cama y volver a cenar a mesa puesta una vez terminada la “revolución”. Por eso no veréis nunca a estas enfermas de odio manifestarse frente a una mezquita ni contra el Estado cubano o venezolano, porque aunque no lo sepan, están siendo manipuladas por los regímenes más tiránicos, machistas, homicidas y contaminantes de la historia de la humanidad, que son los comunistas.