Vicepresidenta Yolanda Díaz, «trabajar menos para vivir mejor»

Con esta consigna grabada en una camiseta que mostraba en sus manos, aparecía la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda en el teatro de Madrid donde escenificó la puesta de largo de su último (de momento ) proyecto político.
Esa declaración se suma a la de su colega vicepresidenta primera, ministra de Hacienda y candidata a la Junta de Andalucía, que ahora quiere emular a su ex colega Irene Montero. Que ante el fallo judicial que ha absuelto a Dani Alves de la condena por agresión sexual impuesta por el juez de instancia, ha cargado duramente contra la Justicia. La eurodiputada calificó de «justicia heteropatriarcal» a la administrada por un Tribunal «tan machista» como el integrado por tres mujeres y un varón, lo que exime de más comentarios al respecto.
Sin entrar, por tanto, en más consideraciones, lo relevante del caso es que estamos ante un caso en el que está en juego si la presunción de inocencia que proclama la Constitución- como una auténtica conquista democrática en la historia de los derechos humanos,- prevalece o no, sobre la ley del sólo sí es sí.
Y una vez más, comprobamos que el Gobierno se manifiesta en contra de decisiones judiciales, «normalizando» una conducta política que no parece se compadezca con el principio político de la división de poderes. Basta reflexionar acerca de la situación que se crearía si sensu contrario los jueces se manifestaran pública e individualmente contra actuaciones concretas del gobierno de las que discreparan. El respeto a las decisiones judiciales había sido una norma -no escrita pero cumplida- hasta ahora, en España.
Estas dos vicepresidentas de Sánchez siguen colocadas en el primer plano de la actualidad informativa tras haberlo protagonizado con su enfrentamiento sobre la tributación fiscal del SMI. Ya es sabido que sin la «gasolina» de los presupuestos en el vehículo gubernamental, la lógica de la «persona candidato» debería convocar elecciones o dimitir. Pero la persona presidente ha cambiado de opinión un día sí, y otro también. Aunque casualmente siempre ha sido para adecuar su opinión a su prioritario y superior interés de continuar residiendo en la Moncloa y viajando de Santiago a Coruña y viceversa, en el Falcon.
En esta legislatura comenzada tras las elecciones del 23 J de 2023, se están prorrogando los de ese año aprobados en la legislatura anterior, y con ellos pretende continuar si es preciso hasta 2027, como no deja de repetir, quizás para creérselo él y que también se lo crean los suyos. No es admisible acostumbrarse a una situación tan insólita como ésta, por lo que es necesario reiterarlo para no colaborar ni por acción ni por omisión, a caer en el síndrome de la rana: asumiendo como algo normal, lo que resulta incompatible con un Gobierno democrático y un Estado de derecho.
La incorporación a este debate, y con absoluto protagonismo, de la necesidad de un sustancial incremento del presupuesto destinado a Defensa hace insostenible esta situación. Es evidente que Sánchez ya ha pasado (de la ingeniería financiera), a la ingeniería contable, para pretender demostrar que cumple con los compromisos asumidos ante la OTAN y la UE. Pero aunque él pretenda hacerlo creer «porque el papel lo aguanta todo», el sentido común no lo aguanta tan fácilmente.
Pretender gobernar como si España no fuera una democracia parlamentaria occidental, haciéndolo al margen del Congreso y sin presupuestos, es pretender hacerlo cual si fuera una autocracia sanchista. Y sin gobierno, porque actualmente de hecho no hay gobierno, sino una mera coalición rota.
Comenzábamos aludiendo a Yolanda Díaz y su camiseta, con un eslogan más propio de mozalbetes en el recreo del colegio, que de una persona que ocupa una tan elevada responsabilidad política como la que todavía disfruta para desgracia de España.
Sería conveniente que aunque no figure en su tan querido Manifiesto de Marx y Engels de 1848, -sino en otro no menos histórico texto-, no olvidara que hay que trabajar para «ganarse el pan con el sudor de tu frente». Cuando menos, mientras el ser humano habite en el actual, que no es todavía el Paraíso terrenal.