Vicente Gil: «Venezuela sin Edmundo González, ¿qué deben Zapatero, Sánchez y el PSOE a Maduro?»

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Como era de esperar, Zapatero, Sánchez y el PSOE han hecho un nuevo favor a la dictadura venezolana de Nicolás Maduro: quitarle de en medio al líder de la oposición y ganador de las elecciones de julio, Edmundo González, al que ha mandado al exilio en España, como a otros antes.

Edmundo González estaba refugiado en la Embajada de Países Bajos desde las elecciones. Allí recibió -según algunas fuentes- varias visitas de la vicepresidenta del régimen, la famosa Delcy Rodríguez, y de su hermano Jorge y presidente de la Asamblea Nacional, el poder legislativo que Chávez y Maduro anularon, como quiere ahora Sánchez en España. Edmundo González recibió de Delcy y de Jorge Rodríguez todo tipo de amenazas, coacciones y presiones contra él y su familia para que se fuera del país. En cuestión de horas, tomada la decisión, fue llevado a la residencia del embajador español y de ahí a un Falcon camino de Madrid.

Ya ven. Maduro señala y Zapatero actúa. Maduro señala a qué opositor quiere fuera de Venezuela y, entonces, aparece siempre Zapatero para conseguir un hueco rápido en el Falcon de Sánchez. Por supuesto, todo pactado y concertado previamente con el dictador. ¿Alguien lo duda?

Es lo mismo que Zapatero hizo con ETA. En vez de machacarla hasta el final (moribunda se la dejó Aznar), Zapatero pactó con los criminales un falso final y hoy Sánchez gobierna con ellos -con Bildu- para evitar que lo haga el PP.

Ahora, El País y compañía disfrazarán lo de Zapatero, nuevamente, de labor humanitaria, de gestiones sigilosas en pro de la democracia, etc. Bla, bla, bla. No se dejen engañar. Para el mundo entero, Zapatero es el principal lobbista y embajador de Nicolás Maduro y trabaja para él y para que la dictadura se eternice.

¿Qué le deben Zapatero, su fundación -que ha recibido 1.500 millones del Gobierno de Sánchez-, el propio Sánchez y el PSOE a Nicolás Maduro? Y, por cierto: ¿qué sabe Ábalos de todo esto?

Queda en Venezuela como faro de esperanza María Corina Machado, a la que intentarán también encarcelar o echar del país de aquí a enero, que es el acto de toma de posesión del nuevo presidente. Con ella lo tendrán más difícil. Es una mujer de hierro y se resistirá más que un septuagenario como Edmundo González, que terminó en esto, casi, por casualidad.

El destino de la oposición es el exilio. Fidel Castro lo hacía muy bien. Y el exilio es una tentación porque, aunque genera la división de la oposición interna que busca Maduro, la oposición sabe que el exilio da más foco y margen de actuación que pudrirte en el olvido de una cárcel del régimen.

Maduro quiere que esta historia vuelva a empezar. Desmembrar a la oposición, dividirla para que tengan que pasar otra vez meses o años hasta estructurar un nuevo movimiento. Esto es lo que pretende: el desánimo y la división para eternizarse sin rival.

Sólo las elecciones presidenciales de Estados Unidos podrían cambiar en algo las cosas de aquí a enero y evitar que Maduro tome posesión. De la Unión Europea, con Von der Leyen y Borrell, no cabe esperar nada, salvo que el nuevo representante de Política Exterior de la UE que sustituya al socialista español tenga las ideas más claras y esté -lo dudamos- fuera del consenso de populares y socialistas que se reparte todo en Europa para que nada cambie.

El Tribunal Penal Internacional es lento como una tortuga. Zapatero, eso sí, le ha hecho el favor a Maduro de quitarle de encima con urgencia a Edmundo González porque -como advirtió Felipe González este verano- haber detenido a Edmundo González hubiera acelerado el proceso contra Maduro en La Haya y una posible orden internacional de arresto. Maduro no quiere agitar ese espantajo por si acaso. Ha robado lo suficiente a los venezolanos para vivir siete vidas en Lamborghini, que diría Sánchez. A Maduro siempre le quedará Cuba.

¿Qué le deben Zapatero, Sánchez y el PSOE a la dictadura venezolana? Es la pregunta. El PSOE ya ha adelantado que este martes votará en el Congreso en contra del reconocimiento de Edmundo González como presidente electo y ganador de las elecciones. Desde Venezuela, María Corina Machado convoca a los venezolanos de Madrid a manifestarse en la plaza de las Cortes.

El Gobierno -que nos toma por idiotas- dice que no ha habido pacto con el régimen, pero el partido de Edmundo González asegura que hubo reiteradas ofertas de asilo por parte de España mientras Delcy y Jorge Rodríguez le amenazaban. ¿Entienden el sistema coordinado entre Zapatero y el dictador venezolano? Palo y zanahoria. Maduro pone el palo. Zapatero y Sánchez, la zanahoria en forma de Falcon y exilio en Madrid.

Nada de lo que ocurre en Venezuela es ajeno a lo que está ocurriendo en España. ¿Qué sabe Ábalos de todo esto? José Luis Ábalos lo sabe todo de la relación de Zapatero y el PSOE con Venezuela. Como lo sabe todo de Sánchez y de Begoña Gómez. Y de Víctor de Aldama, el amigo de Begoña, que también andaba por Barajas aquella noche de enero de 2020, con relaciones privilegiadas en Caracas.

José Luis Ábalos es la clave de bóveda del sanchismo. Y Sánchez lo sabe. Con Begoña Gómez investigada por corrupción y el caso Koldo en marcha, Sánchez ya no disimula. Necesita seguir en el poder como sea. Sánchez se destapó el sábado en el Comité Federal del PSOE, esa reunión de borregos y cobardes que terminan aplaudiendo al sátrapa monclovita por mucho que despotriquen ante la prensa. No se atreven a hablarle a la cara.

Sánchez dijo que seguirá en el poder los próximos tres años «con el concurso o no del poder legislativo». ¿Imaginan el escándalo en cualquier país europeo si un primer ministro dijera algo así? Hoy los tertulianos del régimen tratan de rebajar e interpretar lo que Sánchez dijo. Pero Sánchez dijo lo que dijo con claridad y sin disimulo, porque esa frase es la expresión perfecta del dictador psicopático que hay en él. Llamemos a las cosas por su nombre.

Sánchez hizo el sábado una declaración propia de Nicolás Maduro mientras -a la misma hora- le hacía el favor a Maduro de sacar a Edmundo González del país y traerlo a España. Sánchez, si pudiera, gobernaría en España como Maduro. No lo duden. Y va camino de ello. Ya no lo disimula. Ha cooptado todas las instituciones como hicieron Chávez y Maduro en Venezuela. El Poder Judicial y la Corona se le resisten. Lo del CGPJ, por ahora, le ha salido regular en la figura de Isabel Perelló. Ya veremos porque el PSOE siempre guarda un as en la manga.

Ahora, parece, que, para que lo de Begoña, Ábalos y Koldo quede en nada, nuestro Pedro Chávez patrio tiene puestas sus esperanzas en la renovación de magistrados y presidentes de Sala del Supremo y, en particular, en la sustitución de Marchena al frente de la Sala Segunda del Supremo, la Sala de Lo Penal donde terminan los casos de corrupción de aforados y políticos. En octubre, Marchena, el azote de los independentistas del procés, tendrá que ser sustituido. Atentos a la jugada porque Sánchez y Bolaños van a echar el resto para poner al Pumpido de turno al frente de la Sala de Lo Penal del Supremo. Ahí está ahora la verdadera batalla.

Sánchez es Maduro y España va camino de ser Venezuela, por mucho que algunos sigan riéndose. ¿Qué hacer para evitarlo? ¿Dónde está la oposición?

Arturo Pérez-Reverte escribió este verano: «El talento de Pedro Sánchez para huir hacia adelante es admirable. No se agotan los conejos en su chistera. Asombra la ineficacia e incompetencia del PP y eso, tal vez, explica muchas de las cosas que ocurren. Si estuvieran ellos en el poder y Sánchez en la oposición y tuviera contra ellos la munición pesada que el PP tiene contra él, Feijóo no duraría en La Moncloa ni cinco telediarios». Ésta es la realidad.

Ojalá un día Edmundo González o María Corina Machado o quien sea que elijan los venezolanos, presida una Venezuela libre. Ese día -parece- va a seguir tardando y no será el 10 de enero. Para entonces, ojalá, por hipérbole que parezca, no tengan que recibir a Feijóo asilado en Caracas en un Falcon.

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