Vicente Gil: «Broncano y ‘Mono’ Burgos: manipulación y censura»

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Movistar Plus ha despedido al Mono Burgos por un comentario sobre Lamine Yamal. Cualquiera que haya escuchado la grabación comprueba que el Mono Burgos estaba destacando la capacidad futbolística y el malabarismo del jugador con el balón para concluir dijo, en broma, que «si no le va bien [en el fútbol] acaba en un semáforo». Sin más.

La presentadora del programa se rio, como todos, pero sólo ha sido apercibida por la cadena. Suponemos que no ha sido despedida porque es mujer. Si hubiera sido hombre, como el Mono Burgos, la hubieran fulminado también. Movistar Plus despide por racismo a un tipo al que en la propia cadena han estado llamando, con naturalidad, durante años el Mono Burgos.

El comentario sobre Yamal será más o menos afortunado, pero ver racismo en eso es una soberana estupidez propia de la dictadura ideológica que vivimos. Las redes se inundan estos días de imágenes de chavales ganándose un dinero con un balón en un semáforo en muchas ciudades del mundo. Y la mayoría son blancos y, además, argentinos como el Mono Burgos.

El Mono Burgos estaba elogiando claramente la habilidad del jugador del Barça y no hablaba de otra cosa. Sólo con maldad, manipulación política, sectarismo progre o retraso madurativo puede entenderse lo contrario. Sólo alguien, precisamente, muy racista puede vincular su comentario al color de la piel del jugador.

La izquierda es de psiquiatra. Empezando por Sánchez y la mayoría de medios y productoras a su servicio y dependientes de sus subvenciones.
El Mono Burgos se disculpó de inmediato en directo, en cuanto Xavi y el Barça montaron el numerito. Pero héte aquí que la progresía ha ejercido nuevamente la censura para imponernos su lenguaje políticamente correcto, que es, en realidad, políticamente estúpido y políticamente totalitario. En realidad, lo que pretenden es que no pensemos por nosotros mismos, que repitamos sus dogmas y que pensemos, hablemos y actuemos como ellos quieren.

Nadie normal tomó el comentario del Mono Burgos como racista u ofensivo hasta que la izquierda mediática sacó el tema y lo removió en redes. Como con lo del piquito de Rubiales a Jenni Hermoso, lo hicieron para generar otra falsa polémica con la que ocupar horas y horas de televisión, distraernos y que no hablemos de Sánchez, su mujer Begoña Gómez y la corrupción que enfanga a su Gobierno.

El PSOE ha convertido el poder y las instituciones democráticas en una especie de coprofagia política al estilo de ese concejal socialista de Illescas, en Toledo, al que hemos visto en acción, desnudo y en el suelo comiéndose sus propias heces para disfrute sexual de otros y al que el PSOE de Illescas le dio -no se lo pierdan- la Concejalía de Infancia y Juventud. Esto es el PSOE.

Son las cosas de la izquierda. Su doble moral. Tan escrupulosos con el Mono Burgos, pero riéndole las gracias a los suyos para normalizar su estética, su lenguaje y su marco mental.

Porque fíjense. Movistar Plus es ese sitio donde el tal Broncano se ha hecho famoso con La Resistencia. Broncano es el tipo al que Sánchez ha fichado en TVE, malversando 28 millones de euros, y que, en febrero de 2020, se burlaba del covid y coreaba con su público «¡Coronavirus oe … Coronavirus oe!», mientras ya estaba muriendo gente en España y Fernando Simón, Salvador Illa, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez nos lo ocultaban. Tocaba entonces, para los voceros del sanchismo como Broncano, manipular a la masa boba para llegar a la manifestación del 8M donde, según Carmen Calvo, «nos iba la vida en ello». ¡Y tanto! ¿Cuánta gente murió de covid por ir a esa manifestación? «¡Coronavirus oe .. coronavirus oe!»… y ahora le dan 28 millones por la jeta y en nuestra cara. Nos trolean.

No consta que Movistar Plus se planteara, entonces, despedir a Broncano. Su programa es para neuronas vacías. De eso se trata. De que usted no piense y esté atontado con la nada televisiva de programas así para que luego le puedan decir cómo hablar. Una de las gracias habituales diarias de Broncano es preguntar a sus invitados: «¿Cuántas veces has follado en el último mes?». Este es el nivel.

Con 28 millones, la Guardia Civil tendría 10 lanchas rápidas en el Estrecho, 600 pacientes de ELA podrían ser tratados en la sanidad pública y podrían construirse 5 institutos públicos y 3 centros públicos de salud. En esto gasta el PSOE nuestros impuestos.

Decir «semáforo», muy mal. Hablar de «follar», muy bien. Sin problema. Broncano, lo que quiera.

El despido del Mono Burgos es una muestra más de la censura y de la dictadura que nos van imponiendo. El lenguaje es la expresión de nuestro pensamiento. Meternos miedo con el lenguaje que usamos pretende, simplemente, coartar nuestro pensamiento para imponernos los mantras de la izquierda woke, climática, islamofílica, transgénero, animalista, gordofílica (y demás chorradas de la Agenda 2030) y cambiar -por la puerta de atrás- nuestra identidad, nuestra sociedad y nuestra vida.

¿Alguien ha sido despedido en alguna televisión por las barbaridades racistas, éstas sí, que se han dicho sobre Vinicius? Nadie. Lo del Mono Burgos es pura manipulación política.

Nadie despidió de TVE a Anabel Alonso cuando agarró por el cuello a Jordi Cruz en Masterchef y le morreó, con violencia, durante 10 largos segundos hasta casi tirarlo al suelo mientras todos le reían la gracia y el cocinero se resistía y mostraba su asco y su desagrado. ¿Qué pasa? ¿La resistencia de un hombre a una mujer ante una agresión no cuenta? ¿No fue eso una agresión sexual peor que la de Rubiales? ¿Actuó la Fiscalía de oficio? No. ¿Alguien ha pedido dos años y medio de cárcel para Anabel Alonso? No.

Es más, a ese mismo programa se invitó después a Samantha Hudson. Por TVE y por otras cadenas y plataformas pasea ese ser llamado Samantha Hudson. A los chicos de Operación Triunfo los visitó, hace poco, como una especie de referente social. Ellos recibieron a Samantha Hudson histéricos, como si hubieran visto a Dios en persona. Fue patético, pero muy sintomático de nuestro presente y de nuestro futuro.

Samantha Hudson, cuyo nombre original es Iván González, es ése ser de luz que ha escrito cosas así en sus redes sociales (les pido disculpas):

«Quiero hacer cosas gamberras como meterme a una niña de 12 años por el ojete».

«El chumino de mi puta madre me la pone super dura».

«Odio a las mujeres violadas que recurren a centros de autoayuda para superar su trauma. Qué putas pesadas»

«Puta zorra que vas embutida y te dejan entrar por guarra»… O … «Tengo el coño como las mangas de un hechicero»

Éste es, por cierto, el lenguaje habitual del programa de Broncano que ahora veremos en la televisión pública.

Samantha Hudson es un bodrio que va de cantante, pero al que la izquierda promociona como prototipo de su ingeniería social por el hecho simplemente de haber nacido Iván y decirse ahora Samantha. Irene Montero, cómo no, le dio un premio en el Ministerio de Igualdad.
Pasados muchos años, cuando vio que podía perder mucha pasta en su negociazo trans, Samantha Hudson dijo que se arrepentía de lo dicho sin llegar a pedir disculpas. Pero no sólo nadie ha repudiado al personaje -como le ha pasado al Mono Burgos- sino que todas las teles públicas y privadas de este país pasean y pagan un pastón al autor de frases tan asquerosas, machistas y hasta pedófilas.

¡Esto es lo que hay! La España de First Dates y Sálvame. La España de Broncano y Samantha Hudson. Eso sí, el Mono Burgos, despedido.

Vivimos una dictadura. La de El mundo feliz de Aldous Huxley y el Gran Hermano de 1984.

Censura, manipulación y totalitarismo. O nos rebelamos pronto… o nos comen.

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