Vicente Gil: «El accidente Alvia y el ‘pacto de la curva’: 81 muertos y 140 heridos sin justicia»

Ver vídeo
Rafael Gallego

25 de julio. Día de Santiago Apóstol, Patrón de España. Buena falta hace que nos proteja. A Pedro Sánchez sólo le queda encomendarse al santo para evitar la visita del juez Peinado a Moncloa el martes que viene. Hoy, Bolaños ha dicho que declarar por escrito es «un derecho indiscutible» de Sánchez.

11 años se han cumplido del accidente del Alvia a la entrada de Santiago de Compostela. 81 muertos y 140 heridos. 11 años después aún no hay responsables. La sentencia del caso está al caer. Llevan meses diciéndolo. Todo apunta a que el marrón se lo comerá exclusivamente el maquinista. Está por ver si el jefe de seguridad de Adif es condenado o no. Él fue, en el juicio, la única representación de Adif o del Estado en el banquillo de los acusados.

Todo el procedimiento de investigación del accidente ferroviario más grave de nuestra historia estuvo viciado desde el principio para salvar al estado y a los responsables políticos. Las víctimas del Alvia hablan del «pacto de la curva» entre PSOE y PP en referencia a la curva de Angrois, en la entrada de Santiago, por la que nunca debió pasar ese tren.

Las víctimas lamentan que todo aquel que ha salido en defensa del estado haya sido premiado. La entonces Abogada del Estado en Galicia, Consuelo Castro, que inició la investigación, fue ascendida por Pedro Sánchez, nada más llegar al poder, a Abogada Jefe en toda España.

La primera misión de Consuelo Castro como jefa de la Abogacía del Estado fue rebajar la acusación de rebelión a sedición a los golpistas del 1-O. Consuelo Castro apartó a los abogados del estado que llevaban meses investigando el golpe de estado en Cataluña, como Edmundo Bal. Desde entonces, la actuación de Consuelo Castro ha sido absolutamente partidista en favor del gobierno de Sánchez en cualquier asunto.

Castro no ha sido la única premiada por exculpar a Adif y al estado del caso Alvia. El Fiscal General del Estado acaba de ascender a fiscal de Lo Penal del Tribunal Supremo al fiscal Mario Piñeiro, que fue el fiscal encargado del accidente. La Sala de Lo Penal del Supremo es la más codiciada por los políticos. Allí terminan todos sus casos. El fiscal Piñeiro que empezó pidiendo cuatro años de cárcel para el jefe de seguridad de Adif terminó retirando la petición, para sorpresa de todos, en las conclusiones del juicio que se celebró el verano pasado.

Cuando oigan estos días hablar de la renovación del CGPJ y de los 100 nombramientos pendientes en el Tribunal Supremo, la Audiencia Nacional, los Tribunales Superiores de Justicia y las Audiencias Provinciales piensen que, en ese acuerdo entre PP y PSOE suele haber letra pequeña y que el PSOE suele terminar ganando al PP por bisoñez la batalla de colocar a sus peones judiciales en puestos clave.

Para entender el accidente del Alvia hay que remontarse a los años finales de Zapatero: 2010 y 2011. José Blanco era ministro de Fomento. El PSOE ya sabía que iba a perder las elecciones frente a Rajoy. Pepiño Blanco buscaba, entonces, acomodo político para cuando perdieran el gobierno. Blanco quería liderar el PSOE gallego para intentar desbancar a Alberto Núñez-Feijóo de la presidencia de la Xunta.

La obsesión de Pepiño Blanco era inaugurar el AVE a Galicia antes de dejar el gobierno. Lo vendieron como un AVE sin serlo. Como Sánchez el de Extremadura. Para poder inaugurarlo antes de dejar el Gobierno, José Blanco ordenó aligerar las obras y cambiar el trazado inicial previsto del tren a la llegada de Santiago. La curva de Angrois no estaba en el trazado inicial. El tren entraba en Santiago en línea recta hasta la nueva estación. Pero acabarlo no daba tiempo. Para que Blanco llegara a inaugurar el tren se decidió aplazar el tramo final y usar la vía tradicional, la que pasa por Angrois.

No fue la única modificación que el ministerio de José Blanco ordenó para que el ministro pudiera inaugurar el tren a tiempo y no lo hiciera el nuevo gobierno de Rajoy. Como la electrificación de toda la línea iba a retrasar también la inauguración, Blanco ordenó a Talgo la creación de esa locomotora híbrida, mitad eléctrica para los tramos electrificados y mitad de gasóleo para los no electrificados.

Con esto, manteniendo la vieja línea y haciendo pasar al tren por la curva de Angrois, José Blanco llegó, efectivamente, in extremis, a inaugurar, lo que llamó el AVE a Galicia, que no era un AVE sino, sólo, Velocidad Alta, que, por los rangos, es muy distinto. Es el mismo engaño que usó Sánchez para liar al Rey al inaugurar como AVE ese tren chapuza a Extremadura donde siguen usando, por cierto, las viejas locomotoras híbridas que inventó Talgo para Pepiño Blanco en Galicia. Una tomadura de pelo.

El caso es que, en diciembre de 2011, pocas semanas después de que Rajoy ganara a Zapatero las elecciones, pero con el gobierno de Zapatero aún en funciones, Pepiño Blanco, acompañado de Feijóo consiguió marcarse el dudoso tanto de un tren que era un fraude, que no era un AVE, cuyo trazado se había cambiado, que no cumplía los estándares de seguridad exigidos por Europa (como después se comprobó) y que empezó a dar problemas desde el primer viaje.

¿Por qué daba problemas el nuevo tren? Porque la locomotora híbrida que inventó Talgo para cubrir las prisas de Pepiño Blanco pesaba demasiado con la carga de gasóleo y el tren se paraba entre Zamora y Orense. El peso activaba el sistema de frenado automático ERTMS.

José Blanco consiguió hacerse la foto de la inauguración del tren-fraude a Galicia, pero el PP se comió el marrón de su puesta en marcha. El fastuoso tren de Pepiño Blanco se paraba y los retrasos y quejas de los viajeros, más las indemnizaciones que tocaba pagar a RENFE, llegaron a la prensa y se montó el escándalo. Una vez más, un escándalo del PSOE se lo comió el PP. La ministra era Ana Pastor, que luego fue presidenta del Congreso, y el secretario de Estado de Infraestructuras y Transportes, responsable de solucionar el problema, Rafael Catalá, que luego fue ascendido a ministro de Justicia.

El caso es que alguien en Adif o más arriba en el ministerio, esto nunca se aclaró, tomó la decisión (técnica o política) de evitar que el tren se parara desactivando el sistema de frenado automático ERTMS. Este sistema de gran precisión es capaz de detectar cualquier problema de seguridad, incluido un despiste o un desmayo del maquinista en la cabina.

Desactivar el ERTMS fue jugar a la ruleta rusa y dejar un tren que llegaba a los 199 kilómetros por hora a expensas sólo de un fallo humano, como se produjo. El ERTMS estaba programado para reducir la velocidad en cada tramo si el tren sobrepasaba la velocidad permitida.

Si el ERTMS hubiera estado activado, el Alvia, pese al despiste del maquinista, no hubiera entrado a 179 kilómetros por hora en la curva de Angrois. Si el ERTMS hubiera estado activado, el accidente no se hubiera producido. Esta es la verdad del accidente de Angrois, que nunca ha llegado a investigarse a fondo. La Comisión Europea denunció a España porque la investigación no fue independiente. La hizo la propia ADIF.

Nadie se ha hecho responsable de aquellas decisiones. La de Pepiño Blanco de cambiar el trazado, de mentir sobre el AVE y de manipular los planes iniciales para darse el gusto egocéntrico de inaugurar el tren antes de dejar el gobierno, fue, claramente, una decisión política suya y de nadie más. Y tuvo unas consecuencias fatales. La noche del accidente del Alvia, Pepiño Blanco estaba en una televisión local con motivo de las fiestas de Santiago cuando saltó la noticia. Su intervención produce vergüenza. Fue un ‘excusatio non petito’, mintiendo descaradamente sobre las condiciones de seguridad del tren, que él debía de saber que no existían.

Pero en España no pasa nada. 81 muertos y 140 heridos. 11 años después no hay sentencia. La abogada del estado y el fiscal que han defendido a Adif, ascendidos por el PSOE. Ana Pastor y Rafael Catalá siguieron sus carreras políticas.

El PP demostró, de nuevo, lo panolis que puede llegar a ser con el PSOE. Se asustaron al ver la dimensión del accidente en vez de haberse lanzado a la yugular de Pepiño Blanco y haber depurado las responsabilidades internas técnicas del ministerio para saber quién ordenó desactivar el ERTMS. Salvo que fueran Catalá o Pastor, personalmente, los responsables de aquella orden.

Pepiño Blanco dejó el Gobierno, se hizo en un ático en la Isla de Arosa a 20 metros de la playa pasándose por el forro la Ley de Costas y montó una consultora, Acento, con la que se ha forrado, sobre todo, siendo el gran lobby de Marruecos ante la Unión Europea. Pepiño Blanco y Acento son los embajadores reales de Mohamed VI en Bruselas.

Y, por cierto, ¿saben con quién montó Pepiño Blanco la consultora Acento? Con el exministro del PP, Alfonso Alonso, y con quien hoy es el número dos del Gabinete de Sánchez en Moncloa, Antonio Hernando. Todos juntos. No sabemos si revueltos. Acento ha sido la puerta giratoria de varios cargos del PSOE pero también del PP que se fueron del gobierno pero se llevaron una buena agenda de contactos que rentabilizar.

‘Hoy por ti, mañana por mí’ es la historia de 40 años entre el PP y el PSOE. Así la perciben millones de españoles. Feijóo tiene ahora la oportunidad de romper tal percepción si quiere realmente ser una alternativa al socialismo y no más de lo mismo. Feijóo estuvo aquella noche, en aquella curva de Angrois, y le vimos llorar.

Alvia 04155 Madrid-Ferrol. 11 años después. 81 muertos. 140 heridos. No hay sentencia aún, aunque, cuando la haya, probablemente, las víctimas seguirán sintiendo que no se ha hecho justicia.

Lo último en Opinión

Últimas noticias