Sanchismo: un Frankenstein desguazador del Estado

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Están ya camino de convertirse en «encubridores de la corrupción» los socios de gobierno y los aliados parlamentarios que conforman el sanchismo. Esta afirmación de Feijóo no es ninguna barbaridad ni un exceso verbal, ante la situación que estamos viviendo de una degradación de la política sin precedentes desde la aprobación de la Constitución.

Lo que «mal empieza, mal acaba» y Sánchez conformó un auténtico Frankenstein para saciar su ambición de poder, pactando con Bildu, PNV, Junts y ERC. En una indigna compraventa de sus votos a cambio de indultar y amnistiar a los separatistas catalanes para ser investido presidente y poder seguir residiendo en la Moncloa. Además de blanquear políticamente a los sucesores políticos de ETA, y darles la alcaldía de la capital de Navarra a ellos, a cambio de Chivite en el gobierno foral. Eso con quienes «no había nada que hablar» y asegurar cuantas veces fuera preciso que «con Bildu no pactaría nunca». Del PNV no es necesario comentar nada tras su conducta política en la moción de censura, que la decidió con sus votos inmediatamente después de haber pactado los presupuestos con el gobierno del PP. A sus principios le son de aplicación la conocida frase de Groucho Marx y que identifican también a su querido líder Sánchez: «Estos son mis principios, pero si no le gustan, aquí tengo otros».

Aunque informaciones que acreditan a Cerdán como el encargado por Sánchez para conseguir el apoyo de Bildu y el PNV en la censura, ya aportan luz a ese oscuro acuerdo. Y conviene no olvidar que la definición de un gobierno de estas características como «un Frankenstein», no fue de la «ultraderecha» sino de Alfredo Pérez Rubalcaba. Y que aquel PSOE le cesó de la secretaria general en un Comité Federal el 1 de octubre de 2016, para impedirle que hiciera lo que tras la triunfal gira del «cuarteto del Peugeot» viene haciendo. ¿Alguien cree que de un equipo integrado por Ábalos, Cerdán y Koldo como sus más estrechos colaboradores, podía surgir algo digno de ser reconocido como honorable? Si pudieran alegar sus aliados que en 2018 no conocían a ese cuarteto, han tenido tiempo más que suficiente desde entonces para conocerlo, y de ahí a su condición de actuales «encubridores» de la corrupción sanchista. Y si lo prefieren también se les puede calificar de «cooperadores necesarios» para la comisión de esas conductas. Y a partir de hoy, lo que toca tras el Pleno del pasado día 9, es dedicarse a seguir desguazando el Estado al gusto de sus aliados separatistas que para eso le llevaron a la Moncloa con 84 diputados (…¡!) y allí le mantienen desde hace 7 años.

Hoy lunes, Sánchez con Illa -que están llevando a cabo «suavemente» otro proces- para darle al separatismo la financiación singular, (el cupo), que exige ERC para mantenerles a ambos en sus puestos. Mañana martes, toca el turno al lehendakari Pradales, nada menos que para transferir entre otras competencias, la gestión de la Seguridad Social, una competencia de titularidad estatal y que es la esencia de la solidaridad nacional. Y el miércoles Albares, para volver a reivindicar que el catalán sea lengua oficial en la UE para contentar a Puigdemont. Que provoca vergüenza ajena al escucharle decir que eso es el «objetivo prioritario de la política exterior del Gobierno de España». Con pinganillos ya en la sede de la soberanía nacional como premio a los que promovieron un auténtico golpe de Estado contra la Unidad Nacional, que el artículo 2 de la Constitución establece como su fundamento.

Todo políticamente tan «progresista como feminista», indigno e inmoral. Y entre tanto, el grupo parlamentario socialista del Congreso convertido en la versión autóctona del Parlamento chino aplaudiendo en pie y entusiastas a su también progresista líder supremo Xi Jimping, con el que Sánchez- con Zapatero de embajador plenipotenciario- tiene tan buena relación como con su amigo Maduro. Esta degradación política, cuando llegue a su final, ya próximo, va a dejar a las siglas «PSOE» sumergidas en el fango de la indignidad por Sánchez y sus palmeros. Y con el sanchismo como un Frankenstein Frente Popular, virtual versión actualizada del que nada más llegar al gobierno en febrero de 1936, indultó a los autores del sangriento golpe de Estado revolucionario de octubre de 1934.

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