Rendición incondicional de la UE ante EEUU

UE EEUU

Comenzamos el mes que en España es el de las vacaciones oficiales; por supuesto, siempre a salvo de fuerza mayor sobrevenida. Y con el  presimiente de vacaciones en el Palacio de la Mareta en Lanzarote, alejado de los focos y de la gente, que no suele recibirle con especial entusiasmo. Esa denominación es titularidad del que fuera gran alcalde de Valladolid Javier León de la Riva, antes de que lo fuera uno de los dos Óscares ministros del sanchismo, el hoy titular de la Cartera de Transportes y Movilidad. Aprovechando esa ausencia, un virtual  «cerrado por vacaciones», parece oportuno reflexionar con serenidad acerca de cuestiones que lo requieren por su trascendencia, y que la inmediatez y urgencia de lo nacional posterga en ocasiones.

Es el caso de la situación de preocupante retroceso en la que se encuentra la UE en el escenario internacional, puesto de manifiesto en apenas los siete meses transcurridos desde que Donald Trump volviera a la Casa Blanca el pasado 20 de enero. Dos importantes frentes políticos ha abierto el presidente de EEUU de singular trascendencia, el militar y el comercial, en los que la otrora gran Europa ha resultado totalmente derrotada.

El militar, con la financiación de la OTAN, ha sido el primero, y ha acreditado la decadencia de Europa frente al socio estadounidense, que ha exigido que su Defensa dejara de ser financiada mayoritariamente desde América del Norte. La exigencia de contribuir con el 5% del PIB por parte de cada uno de los socios atlánticos ha sido asumida sin rechistar, salvo por Sánchez, que ha querido simular un distanciamiento para no romper formalmente su Frente Popular que quiere incluso la salida de la Alianza por parte de España. Y que está en fase terminal.

Tras esta derrota europea en lo militar, ha venido otra gran derrota, en el ámbito comercial, con la cuestión de los aranceles, un impuesto a las exportaciones de la UE a EEUU. Con el pretexto de evitar una «guerra comercial», denominación muy apropiada a estos efectos, el papel de la presidenta de la Comisión Úrsula Von der Leyen ha sido más propio de una rendición incondicional que de un final negociado.

Entre el 5% militar y el 15% comercial, la Europa comunitaria ha quedado retratada en el escenario internacional como un actor secundario y claramente subordinado al estadounidense. Ha bastado que regresara a la presidencia un personaje político poco convencional y progresista como Trump, para que el progresismo woke de Bruselas quedara en evidencia ante el mundo. Incluso las formas, que en la relación internacional deben guardarse en especial, han sido humillantes para los europeos.

En Escocia, aprovechando que Trump jugaba al golf en un campo de su propiedad, se reunieron ambas delegaciones para firmar la rendición. La fotografía del momento, con los rostros de unos y otros, parece más propia de la formalización de la rendición del Japón ante el general MacArthur a bordo del acorazado Missouri en 1945, que de una paz acordada de común acuerdo entre dos interlocutores soberanos y en igualdad de condiciones. Pero no todos los 27 Estados de la UE asimismo incluidos entre los 32 de la OTAN, han quedado en análoga situación de inferioridad. De los cuatro grandes de la UE, Alemania, Francia, Italia y España, somos nosotros los que salimos más afectados. Lo que no debe sorprender dado que todos saben ya quién es Sánchez y que está en el gobierno con una coalición socialcomunista, de facto un Frente Popular, que constituye una absoluta anomalía política, en el actual mundo Occidental.

No olvidemos que la economía social de mercado es un signo de identidad esencial en este ámbito y que la Alianza Atlántica es una organización militar que nació para defender a Occidente del comunismo. Que hoy lidera China con la Rusia de Putin en la retaguardia. De esos cuatro grandes de la UE, Italia ha salido reforzada con Meloni al frente, en similar proporción a como ha salido debilitada España con el sanchismo. Con el reto de la masiva inmigración, en una Europa alejada de las raíces que la hicieron «grande y admirada entre las naciones», el futuro de esta Europa y de España en especial, resulta más que preocupante. Hablaremos de ello.

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