Vemos las orejas (de Tezanos) al lobo (de Sánchez)

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España no llora la muerte de 19.130 ciudadanos como dicen las cifras del Ministerio de Sanidad, desgraciadamente ya estaríamos por encima de los 30.000 fallecidos según los datos manejados por fuentes autonómicas, funerarias o Registro Civil. Tampoco es verdad que en España tengamos sólo 36.000 sanitarios afectados como ha explicado Fernando Simón. La Organización Colegial de Enfermería de España ha señalado, según un estudio de esta misma semana, que unos 70.000 enfermeros podrían haberse contagiado (dato al que tendríamos que añadir el del resto de colectivos sanitarios). No sabemos el número de test realizados para conocer el alcance la propagación y el recuento de datos diarios por parte de las autoridades “técnicas” es una suma de cifras desfasas e irrelevantes desde un punto de vista epidemiológico. ¿Cómo puede el gobierno controlar una pandemia sin conocer con exactitud el número de afectados ni realizar test masivos? Claro está, no lo hace. Solo el confinamiento y la actitud responsable de cada uno de nosotros disminuirán el impacto en vidas humanas de esta terrible enfermedad.

La reflexión que acabo de hacer no se sustenta obviamente en los datos aportados por el Ministerio de Sanidad, de hecho entraría de lleno en la definición que el ‘soldado’ Tezanos hace de los “bulos maliciosos que no favorecen el clima social”. Muy probablemente, en el ecosistema bolivariano promovido por la coalición de gobierno, yo misma debería ser silenciada, sancionada y calificada como “enemiga del pueblo”. “En un momento como este tienen que informar los expertos”, asegura el leal Tezanos. ¿Qué expertos serían los adecuados para el oficialismo sanchista? Porque aquellos que hace unos meses advertían de la gravedad de la situación a la que nos íbamos a enfrentar chocaron frontalmente con la posición oficial del Gobierno, sus “técnicos” y la teoría de “una gripe más”. Ya hace un par de meses que, para la sociedad china, el doctor Li Wenliang se convirtió en un símbolo de la libertad. Su grito desesperado por advertir del surgimiento de un nuevo virus respiratorio le condujo a prisión acusado de difamación por parte del régimen comunista. Lo cierto es que aquella definición de difamación se parece mucho a la de “bulos maliciosos que no favorecen el clima social”.

La encuesta publicada ayer por el Centro de Investigaciones Sociológicas es inquietante de principio a fin. En este momento que el Gobierno debería estar entregado al control de la pandemia, parece estar más preocupado por el control de los mensajes y de la opinión pública. La utilización de los medios del Estado para la elaboración ad hoc de encuestas con el objetivo de configurar una opinión publica favorable a sus actuaciones es un viejo método goebbeliano que nos debería repugnar y preocupar a partes iguales porque atenta contra los más elementales valores democrático. Todos los regímenes totalitarios en la Historia de la humanidad se han caracterizado por tener, como pide Tezanos, “una fuente oficial” que distribuía la información. De hecho, aún permanecen en nuestra retina las imágenes de campesinos felices y lustrosos difundidos por “las fuentes oficiales” del aparataje  soviético, mientras varias decenas de millones de ellos morían víctimas de la hambruna y las persecuciones políticas. Qué poco me gusta el salto que dio ayer el debate público en nuestro país con la inestimable aportación de Tezanos…

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