El triunfo de la Diada separatista
El movimiento secesionista está roto, pero sus postulados políticos los defiende el PSC desde la Generalitat y por eso el procés está más vivo que nunca. La Diada fue un aparente fracaso del separatismo porque la división entre el separatismo old school es total. Las diferentes delegaciones que Esquerra Republicana mandó a las ofrendas florales a los monumentos a Rafael de Casanova repartidos por toda Cataluña acabaron en abucheos e insultos por venderse a Salvador Illa. Además, en el Fossar de les Moreres, el lugar de concentración de los separatistas más radicales durante la Diada, hubo altercados entre los ultraizquierdistas de la CUP y los ultraderechistas de Silvia Orriols. Si no hubiera sido por la policía aquello habría sido una batalla campal.
La manifestación independentista organizada por la ANC y otras entidades como Òmnium Cultural, que hace unos años era multitudinaria, fue un fracaso. O, mejor dicho, varios fracasos, dado que fueron cinco las marchas organizadas por toda Cataluña. Los separatistas sólo juntaron a 60.000 personas en Barcelona, según datos de la Guardia Urbana del protosecesionista Jaume Collboni. También pincharon en Gerona (6.500 asistentes), Tarragona (2.800), Lérida (3.000) y Tortosa (1.200). Si no fuera porque Salvador Illa y su separatismo versión 2.0 está implementando el programa político de ERC podríamos hablar del fin de la hegemonía política del secesionismo.
Pero el PSC sigue a pie juntillas la política de exclusión del español que ha diseñado Esquerra Republicana, y por eso ha creado una consejería de Política –persecución– lingüística y ha puesto al frente a Francesc Xavier Vila, la misma persona que llevaba este tema en el Govern de Pere Aragonès. Solo que le han ascendido de secretario a consejero. Por la misma razón Salvador Illa ha situado al frente de la consejería de Cultura, otra área clave para excluir todo lo español de Cataluña, a Sonia Hernández, que también tenía un alto cargo con Aragonés. ¿Más vitaminas socialistas para un separatismo en horas bajas? Miquel Samper, que fue consejero de Interior con el muy fanático Quim Torra, es consejero de Empresa y Trabajo.
Sigamos, que por mucho que nos repitamos siempre será poco ante el machaque propagandístico socialista de «Salvador Illa significa el fin del procés». Mentira. Porque la nueva consejera de Interior es la única socialista que dimitió de la Ejecutiva Federal del PSOE por el apoyo de Pedro Sánchez a la aplicación del 155: Núria Parlon. Esta dirigente separatista/socialista es la que manda sobre los Mossos d’Esquadra y es la que ha avalado el fichaje de Josep Lluís Trapero, el jefe de los Mossos durante el golpe de Estado del 1-O, como director general de la policía.
Y hay más. Alicia Romero, conocida en el PSC como la nacionalera, es la que tendrá que negociar con Sánchez el expolio fiscal al que llaman financiación singular. Esta fanática soberanista va a disfrutar dejando sin un euro a extremeños, andaluces o gallegos, por poner sólo tres ejemplos de regiones españolas que serán atracadas por el nuevo concierto económico que tendrá la Generalitat catalana. ¿Recuerdan la pseudoconsulta del 9-N que montó Artur Mas? El consejero de Interior que la organizó, Ramon Espadaler, es el flamante consejero de Justicia y Calidad Democrática. «Calidad democrática» en manos del que montó un referéndum ilegal. Vamos bien.
Muchos de estos datos ya los conocen, porque han sido comentados una y otra vez. Pero ahora que se habla de «fracaso» de la Diada y de «desunión» del movimiento separatista hay que insistir que no hay ni fracaso ni desunión. El secesionismo ha entrado en una nueva fase, liderada por Salvador Illa, que a cambio del poder ha aceptado seguir con la hoja de ruta independentista. Y, además, hará lo que ni ERC ni Junts pueden conseguir: que el PSOE acepte desmantelar lo poco que queda del Estado en Cataluña para que la presencia de lo español en esta comunidad autónoma sea cero.