Tres muertos vivientes

Tres muertos vivientes

2018 sirvió – afortunada y políticamente – para destapar las tropelías que consumaron tres fundidores de votos –en el peor supuesto del verbo fundir– como Iglesias, Sánchez y Torra, pues sus continuos desmanes han arruinado el futuro de sus respectivos partidos. De ahí que diga, afortunadamente. Que no hay mal que por bien no venga. Tal trío y su afán de desmembrar y envenenar a España con ideas repulsivas, pretende igualarnos a Cuba, Irán, Eslovenia o Venezuela, países reconocidos por sus libertades. Pablo, Pedro y Quim, famosa banda formada para jodernos la vida, engañó y estafó a sus adeptos. Millones de personas a las que dieron la espalda con indiferencia estos traidores, huyen de sus filas para no volver.

Ya no les va a votar ni su madre. Dichos politicastros fuera de la ley que denigran a nuestro país y a sus instituciones, nunca recuperarán esos votantes que reclutaron en sus tiempos de demagogia y osadía. Fijo. Pablo, Pedro y Quim, hoy, son muertos vivientes, zombies, o merluzas congeladas, valga la imagen lírica, pues apenas resucitan para acudir al supermercado, como hace cualquier digno ciudadano, aunque al trío antedicho no le quede nada de dignidad. La ridícula y plurinacional república que fomentan, la era de las deportaciones les habría mandado a bailar el mambo a las colonias. Un Estado serio, como es España, no ha de permitir que tres muy dañinos muertos vivientes continúen pisando nuestras libertades.

Todo zombie se rige por el mismo patrón. Hoy niega lo que juró ayer. Promete soluciones, olvida promesas y nada soluciona. A Pablo, Pedro y Quim, les va el cambalache, les extasía mentir. Usan el desprecio como escudo para ocultar su ignorancia en asuntos cruciales, dando la callada por respuesta a quien le interroga. Así son estos palurdos, zafios desde la cuna, aunque se disfracen de honorables. Lo terriblemente angustioso es que el futuro de España y de los españoles tenga que depender de zombies desaprensivos, por no llamarlos reos.

¡Qué difícil es ser rojo, ¿verdad, Pablo?, en un chalet de millonario hortera en Galapagar, custodiado por la Guardia Civil! ¡Qué duro es ser socialista, ¿verdad, Pedro?, habitando un palacio sin pasar por las urnas y volando en un Falcon como un play-boy de pacotilla! ¡Qué triste es ser separatista, ¿verdad, Quim?, cumpliendo consignas que te dicta un descerebrado desde Bruselas! Los tres zombies viven a sus anchas como muertos vivientes que son. Las elecciones van a mandar a estos tres ineptos a donde merecen.

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