¿Tempestades veraniegas en plan ‘low cost’? (I)
Cielos tormentosos y vuelos en el aire. Incógnitas viajeras cara al merecido descanso vacacional. Huelga en compañías aéreas, veremos qué pasa con los controladores franceses y españoles y qué hará el personal de tierra de los aeropuertos… El canguelo invade a quienes están proyectando sus vacaciones. Unos quieren ejercer sus derechos, cosa más que aceptable y que tiene que respetarse, pero fastidiando a los otros, a los comunes de los mortales que ansían, ansiamos, unos días de asueto haciendo realidad nuestros sueños viajeros. En todo caso, esos conflictos que puntualmente cada verano estallan y que tanto perjudican la imagen de España como país serio se gestan por razones económicas. En el trasfondo de todas esas huelgas que se anuncian e insinúan existe un denominador común: costes laborales bajos, condiciones de trabajo a veces al límite e incluso se habla de explotación laboral.
Se quejan unos, reivindican los otros, laboran con celo unos terceros y, en resumidas cuentas, somos los sufridos clientes, que pagamos y sostenemos a las empresas en las que trabajan los potenciales huelguistas, los que cobramos de lo lindo. No cabe duda de que el sector de la aviación comercial ha sido pionero en la economía low cost. Precios baratos, democratización viajera, vuelos muy asequibles económicamente… Todo ese panorama tan esplendoroso de la economía low cost tiene una doble cara: los costes con los que operan las empresas de bajo coste son ni más ni menos que eso: puro low cost. Si de un lado el secreto de las compañías de low cost es el de que los activos roten mucho y que los aviones estén muchas horas volando diariamente, el gran componente de los gastos empresariales son los laborales. Por tanto, abaratar precios implica que los costes en que incurre la empresa se rebajen a la mínima expresión.
Los salarios se recortan, se evita incurrir en costes de seguridad social contratando a parte de la plantilla a través de empresas de trabajo temporal, se juega con emplazar la sede empresarial en países de baja fiscalidad, se escatiman pues gastos. Y de esos polvos, estos lodos. Será un verano agitado huelguísticamente hablando y con unos claros perjudicados: los currantes que ansían durante todo el año disfrutar de sus días de vacaciones. Por eso, este verano dudo que me vean por algún aeropuerto. Mi capacidad de sufrimiento ha llegado al límite de lo humanamente posible y me he sentido maltratado por líneas aéreas y aeropuertos ¡cual vulgar ganado que enfila hacia el matadero! El sector aéreo europeo se está consolidando de hecho en cinco grandes grupos que controlan el 46% del mercado. En Estados Unidos cuatro compañías —en las que si no ando errado Warren Buffet es accionista— controlan el 70% del mercado. Lufthansa, que en 2016 facturó cerca de 32.000 millones de euros, transportando a 110 millones de viajeros, con un beneficio neto de 1.800 millones de euros, y que controla a Swiss, Austrian, Brussels y Eurowings, es el gran grupo de referencia.
Con una facturación de 25.000 millones de euros, también en 2016, el grupo Air France – KLM tuvo más de 93 millones de pasajeros, ganó 800 millones de euros netos e integra a su vez a Transavia y Joon. Luego IAG, que facturó camino de los 23.000 millones de euros en ese mismo año, con 100 millones de pasajeros y un resultado neto próximo a los 2.000 millones de euros, agrupa a varias compañías: British Airways, Iberia, Vueling, Air Lingus y Level. Y tras esos gigantes del sector aéreo aparece Ryanair que tuvo una facturación de 6.648 millones de euros, moviendo a 117 millones de pasajeros y un beneficio neto de 1.316 millones de euros. Cierra ese hit parade de las líneas aéreas EasyJet con ingresos en 2016 por 5.423 millones de euros, más de 74 millones de pasajeros y un beneficio neto de 496 millones de euros. En situación de stand by respecto a su propiedad está Alitalia, que ha quebrado más de una vez, Air Berlin que entró en bancarrota el pasado año, Monarch en las mismas circunstancias y esa compañía que parece haberse convertido en el objeto del deseo de alguna que otra “opa”, que maneja muy bien la calidad de sus servicios, que es Norwegian.