¿Te enamorarías de un robot?

¿Te enamorarías de un robot?

Según estudios psicológicos de los años 90, para el 97% de la población el amor entre humanos y robots era algo imposible. Sin embargo, en la actualidad, esta cifra se ha reducido casi a la mitad. ¿Cómo es posible esto?

Terminator se estrena en 1.984. Esta película que se apoyó en la ciencia para su guión, no solo se convirtió en una de las más taquilleras de la historia, sino que además, las personas vieron en ella una advertencia para el futuro: un robot (exoesqueleto) que venía de un futuro (2029) gobernado por las máquinas, que a su vez, habían esclavizado a la humanidad.

Sin embargo, siendo esta una película de ciencia ficción entró en el inconsciente colectivo; y debido a ello, cuando se habla de robots el 80% de las personas piensan en Terminator. Por ello, no es de extrañar que en los años 90, el amor entre hombres y robots ni se consideraba.

Pero lo increíble, es que en tan solo 40 años esta cifra haya cambiado, y hoy podamos pensar en amor entre el hombre y la máquina. ¿Y por qué este cambio? Porque los robots de hoy distan mucho de Terminator. Nuestra percepción ha cambiado en la medida en que los robots han transformado su imagen, y se han ido incrustando en nuestras vidas. Los llamados ‘robots sociales’ son capaces de reconocer su entorno, de interpretar emociones, de tomar decisiones y comunicarse con las personas, y en un futuro no muy lejano, serán nuestros compañeros de trabajo, e incluso la pareja de uno de tus amigos.

Pero mi pregunta es: ¿Cuáles son los ‘sentimientos’ que tendremos que generar hacía estos nuevos ‘seres’? ¿Tendremos que pensar en ellos como una mascota, como una máquina, o como un compañero?

Los sentimientos son datos que tenemos en nuestra conciencia y están ligados a nuestro cuerpo; son duraderos (a diferencia de las emociones), y gracias a nuestra propia experiencia les damos valor. A lo largo de la Historia los sentimientos han evolucionado, ejemplo de ello es el concepto que un hombre como el Cid tenía del honor, tan distinto del que actualmente tiene un político de la misma palabra.

Pero claro, los humanos tenemos los sentimientos encadenados a un cuerpo, y estos determinan incluso nuestro grado de afectividad; por ello, los sentimientos que tendremos hacía estos nuevos seres ¿deberán ser diferentes? ¿O, acaso debemos comenzar a pensar en una nueva escala de valores que permita una especie de conciencia entre dos especies distintas?

Mi única certeza como ser finito en un mundo infinito, es que parte de amar es equivocarse, es llorar, es sufrir es sentir, es reír, es ser irracional, es actuar de manera impulsiva, es sentir dolor (incluso físico), es querer ser mejor para ese otro, etc. Es increíble que tan sólo se necesite una persona para hacernos sentir ese extenso mundo del amor, que es imposible explicar con palabras. Pero recuerda: aquéllo que como humanos somos incapaces de explicar con palabras, apela a los sentimientos más profundos e importantes de nuestra vida.

Por ello, es probable que los humanos lleguemos a enamorarnos de un robot, ya que es imposible no sentir algo por alguien que de ‘alguna forma’ sea parte de tu vida (¿podemos llamarlo ‘alguien’?). Esto es ser humano en toda la extensión de la palabra; de lo contrario, seríamos robots.

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