Las taquígrafas del Congreso, sin pelos en las lenguas (cooficiales)

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Las taquígrafas del Congreso, sin pelos en las lenguas (cooficiales)

Las taquígrafas del Congreso de los Diputados están que trinan -y con razón- por el desmadre del uso de las lenguas cooficiales del Estado, la penúltima cesión de Pedro Sánchez a los separatistas. Y todo porque no pueden, por razones obvias, asumir su responsabilidad a la hora de tomar nota de todo lo que ocurre durante la actividad parlamentaria, tanto de los discursos propiamente pronunciados desde la tribuna de oradores como de los gritos, insultos o reproches que puedan registrarse desde los escaños.

Temen que las diferentes interpretaciones entre lo que pronuncie el diputado de turno y recoja el traductor «puede derivar en inexactitudes», lo que acabaría con el uso legal e histórico de los Diarios de Sesiones. En definitiva, que no pueden dar fe de que la transcripción de lo dicho por un diputado sea fiable y se niegan a asumir los posibles «errores» que el uso principalmente del euskera puede provocar.

No es de extrañar que la transcripción literal de la última sesión parlamentaria -precisamente la primera en que se hizo uso de las lenguas cooficiales- no esté lista todavía. El problema es que la recopilación de discursos e intervenciones «raramente reflejará» lo que realmente ha ocurrido en el hemiciclo.

En el acceso a las transcripciones que tienen a su disposición los diputados y los asesores ya se refleja una «cláusula de exención de responsabilidad en caso de interpretación». Y se advierte de que «la interpretación no constituye en ningún caso una grabación autentificada de los debates».

En suma, que la claudicación de Sánchez ante los separatistas ya ha provocado daños colaterales: las taquígrafas, que han sido literalmente vendidas y expuestas innecesariamente por la absurda genuflexión socialcomunista ante una cuadrilla de golpistas. A partir de ahora, el Diario de Sesiones ya no dará fe de lo dicho por sus señorías, sino de una interpretación de lo dicho. Ya saben, aquello de «escuchar campanas sin saber de dónde».

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