Sánchez, una vela a la OTAN y otra al diablo
Mientras Gran Bretaña anuncia que dejará de comprar el gas ruso en respuesta a la invasión de Ucrania ordenada por Vladimir Putin, Pedro Sánchez -«el de hay que estar donde hay que estar», sigue comprando gas ruso transportado en buques metaneros. Y, como prueba, la llegada este miércoles de uno de esos barcos al Puerto de Bilbao. Se trata del metanero Nikolay Urvantsev, un buque con bandera de Hong Kong, pero que transporta gas natural licuado de los yacimientos rusos de Yamal. Tiene 300 metros de eslora, 50 de manga y 12 metros de calado. Y una capacidad de carga de de 175.000 m3 de GNL, aproximadamente el consumo de un 1 día de España.
En circunstancias normales, nada tendría de extraordinario, pero en el actual contexto es un ejercicio de doble moral, porque, además, según ha manifestado el propio Gobierno socialcomunista, Argelia nos ha garantizado el suministro de gas sin limitaciones de ningún tipo. Dicho de otro modo: el Ejecutivo con menor dependencia energética de Rusia le sigue comprando gas a Vladimir Putin. La coherencia no es el fuerte de Pedro Sánchez, que le pone una vela a la OTAN y otra al diablo. Si estamos volcados en ayudar a Ucrania y no necesitamos el gas ruso, no se entiende la postura del Gobierno. Más aún cuando Rusia advirtió este pasado martes de que tiene todo el derecho a tomar medidas de represalia, como, por ejemplo, imponer un embargo y corte del gas que envía a Europa a través del gasoducto Nord Stream 1, si la comunidad internacional imponen sanciones a sus exportaciones energéticas.
Este Gobierno se pasa o no llega. Estamos en ventaja sobre el resto de naciones de la UE porque nuestra dependencia del gas de Moscú es muy limitada y, sin embargo, seguimos comprándole esa materia prima. Una cosa es la prudencia y otra -con la que está cayendo-hacer negocios con un país que tiene un presidente que está aplastando a sangre y fuego a Ucrania y que ha colocado a Occidente en su punto de mira