Sánchez, rendido ante Marruecos, pone en peligro la seguridad nacional
El envío por parte de España de los blindados Leopard a Ucrania tiene una derivada de enorme trascendencia, porque Pedro Sánchez pretende mandar las unidades que están en la actualidad en Ceuta y Melilla -las más viejas-, dejando a las dos ciudades desguarnecidas. El Estado Mayor de la Defensa nunca ha planteado la posibilidad de que esas fueran las unidades enviadas, por una cuestión obvia de estrategia al ser Ceuta y Melilla dos plazas que bajo ningún concepto pueden quedar desprotegidas, pero Pedro Sánchez parece decidido a que sean los Leopard allí presentes los que partan a Ucrania en un nuevo gesto hacia Marruecos en vísperas de la cumbre bilateral.
La pregunta es obvia: ¿Qué tipo de atadura a Rabat esconde el jefe del Ejecutivo para que no haya día que se descuelgue con nuevas concesiones a la nación vecina? Después de que el socialismo español haya sido el único que ha votado en la Eurocámara en contra de una resolución en la que se exige a Marruecos que respete la libertad de expresión y libere a los periodistas allí encarcelados, Pedro Sánchez parece decidido ahora a hacerle a Rabat un nuevo guiño -aun a costa de la seguridad de Ceuta y Melilla- para contentar a Mohamed VI. ¿Qué había en el teléfono móvil de Sánchez presuntamente espiado por Marruecos con Pegasus para que, además de una lluvia de millones y el giro copernicano sobre el Sáhara, el jefe del Ejecutivo no haga otra cosa que rendirse a Rabat?
La cosa pasa de castaño a oscuro: jugar con la seguridad nacional para tener contento a Rabat, que no ha reconocido jamás la soberanía de España sobre Ceuta y Melilla, es intolerable. Que Sánchez, en contra de la postura del Estado Mayor de la Defensa, quiera que sean precisamente los Leopard desplegados en las dos plazas españolas los que partan hacia Ucrania es una temeridad que sólo puede responder al miedo de Sánchez a que Rabat tire de la manta o a un inusitado interés personal.