Sánchez permite que Puigdemont nos humille

Sánchez Puigdemont

El separatismo está peleado eternamente y sólo el sanchismo ha conseguido resucitar lo que era un movimiento moribundo tras el fracaso del golpe de Estado de 2017 y las sentencias del Tribunal Supremo a los cabecillas de la intentona. Si Carles Puigdemont ha tenido que montar este show ha sido porque ERC ha preferido el separatismo light de Salvador Illa que el espíritu del 1 de octubre que encarna el prófugo de Waterloo.

Pero son tan cobardes Marta Rovira – la que se fue de vacaciones a Ginebra – y Oriol Junqueras – el comedor de bollería industrial en la prisión de Lledoners – que en vez de mantener hasta el final el «contigo no, bicho», ERC apoyó y se adhirió al homenaje que las entidades separatistas le montaron a Puigdemont en los alrededores del Parlament.

Las grandes masas de catalanes que iban a arropar a Puigdemont en su retorno e iban a levantarse contra el malvado Estado español que oprime a los defensores de la República de los ocho segundos no existen. Había más gente en el Espanyol-Alcorcón de esta temporada (16.570 espectadores) que en el Arco de Triunfo para recibir a Puigdemont. Están todos de vacaciones en la Costa Brava o en sus segundas residencias de los Pirineos gerundenses y han preferido seguir el numerito del líder de Junts por TV3 o RAC1. Tanta murga con el 1 de octubre y tantas plazas y avenidas que han dedicado a la fecha del golpe de Estado fracasado para, al final, permitir que el PSC se lleve el premio gordo y Carles Puigdemont avance en su camino hacia la irrelevancia política.

Insisto, si no fuera por Pedro Sánchez y Salvador Illa la hegemonía política, social y cultural del separatismo se podría desmontar en una década. Pero han preferido que el PSC mute de partido soberanista a separatista. De ahí que ganaran las pasadas elecciones autonómicas: Illa se convirtió en el voto útil independentista. Por eso ERC firmó un acuerdo de investidura con los socialistas y, salvo la de momento irrelevante ANC -hay que ver si Lluís Llach la resucita- el separatismo pata negra apenas se ha movilizado.

Lo peor ha sido la humillación de ver al prófugo Carles Puigdemont dar un mitin, impunemente, ante unas miles de personas en el Arco de Triunfo sin que la policía haya intervenido. Todo lo que ha venido después ha sido un puro esperpento permitido por Pedro Sánchez, que es el único culpable de todo lo que se ha vivido este lunes en Barcelona.

Ver el numerito del prófugo insultando a España desde el estrado y el paseíto que ha dado con su comitiva por el centro de Barcelona ha sido un puro esperpento. Cualquier español de bien debería estar indignado de todo lo que hemos vivido. A los delincuentes se les detiene, no se les permite dar discursitos desde un estrado. Pero la España de Sánchez es diferente. Es la degeneración de España como Estado de derecho. Ya es hora de que los ciudadanos nos planteemos en serio si queremos un país que poco a poco va degenerando por culpa de un Gobierno que no nos respeta.

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