Sánchez llega tarde y mal

Sánchez llega tarde y mal
Sánchez llega tarde y mal

Sánchez llega tarde y mal con su “decreto anticrisis”. Del contenido del mismo, sólo acierta al rectificar alguna de sus posturas, basadas en ideas tomadas de las que el PP le ofreció hace dos meses y medio y que él rechazó. Ahora, rectifica y baja del IVA de la luz del 10% al 5% -como pedía el PP, aunque por no haberle hecho caso antes las familias han dejado de ahorrarse 200 millones de euros – y ofrece una ayuda de 200 euros a las rentas más bajas (inferiores a 14.000 euros anuales), copiando, de alguna manera la propuesta del PP de un impuesto negativo sobre la renta para las rentas más bajas.

Sánchez, pese a la rectificación, lo implanta en forma de cheque, para tratar de rentabilizarlo, pero, aun así, lo deja cojo al negarse a aplicar el complemento de esta última medida, que era la deflactación de la tarifa del IRPF para todos los tramos hasta 40.000 euros, que protegería de la inflación más a las rentas bajas y medias, pero del que todas las rentas se beneficiarían, al pasar las rentas altas primero por los tramos bajos de la tarifa de gravamen del impuesto.

En el resto de medidas, hay mucho de demagogia y poco de eficiencia y utilidad. Por ejemplo, el tope al precio del butano tendrá el mismo efecto ineficiente que el tope al gas, que no sólo no frena el incremento de precios, sino que ha servido para que Francia pueda comprar gas más barato en España, incrementado, con el aumento de la demanda, el precio para los españoles. La bajada del abono transporte, por ejemplo, o el incremento de pensiones bajas, pueden ser medidas que tuviesen sentido si se redujese el gasto ineficiente en un importe equivalente al coste de todas las medidas del decreto, pero no es así. Como no elimina ese gasto ineficiente, lo que hace es incrementar la presión del gasto, que contribuye a presionar artificialmente al alza los precios, en un entorno todavía de abundante liquidez en la política monetaria, intensificando los cuellos de botella.

Por tanto, son medidas que no sirven para frenar en 3,5 puntos la inflación, como dice el Gobierno, sino que la mantienen e intensifican. Esa cuenta de los 3,5 puntos tiene, probablemente, truco: a final de año es probable que esté entre un 6% y un 7% interanual, por el mero efecto de comparar con meses donde ya era algo elevada la inflación en 2021 y, por tanto, la tasa de variación interanual no se eleva tanto, pero no por efecto real de bajada de precios. De esa manera, comparará con el pico alto de la inflación del año, casi del 10%, y justificará, así, su afirmación, pero no será más que hacerse trampas en el solitario, y si sigue aumentando el gasto y el cambio en la política monetaria no va tan rápido como es necesario, incluso puede que no le salgan las cuentas ni aun así.

Esa presión que provoca sobre los precios al aumentar el gasto, hará que la política monetaria tenga que ser todavía mucho más intensa en su contracción, con mayores subida de tipos de interés y mayor incremento, así, de las cuotas hipotecarias a tipo variable, además de perjudicar la financiación de las empresas, tanto por el aumento de tipos como por la competencia incrementada del sector público, que necesitará financiarse más y a unos tipos más elevados. El aumento de la prima de riesgo que la equivocada política económica del Gobierno está intensificando, encarecerá la financiación de todas las empresas españolas, en un auténtico efecto expulsión.

Por último, el impuesto a las eléctricas es pura demagogia, pues terminará siendo pagado por los ciudadanos, al repercutirles ese incremento. Lo que se necesita es una reforma energética que permita contar con una energía abundante, barata y eficiente, y bajar más los impuestos a la energía y a los carburantes (pidiendo a la UE los permisos que sean necesario para ello). Debería reducir el gasto innecesario para poder destinarlo a los servicios esenciales y devolver a los ciudadanos, mediante la bajada de impuestos y deflactación que se niegan a hacer, lo que pagan de más por la inflación, pero el Ejecutivo se niega.

El Gobierno llega tarde y mal con este decreto, habiendo dejado pasar varios meses, desde marzo, sin aplicar las medidas del documento que le brindó Feijóo. Es un plan de meros parches, que muestra la pelea en el seno del Gobierno, que sólo busca sobrevivir políticamente en lugar de remediar la pérdida de poder adquisitivo de familias y empresas, mientras empobrece al conjunto de la economía española.

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