Sánchez finge que no está de acuerdo con la OTAN porque no puede cumplir

Sánchez OTAN, opinión

Es un hecho innegable que España es el país de la OTAN que menos dinero invierte en la defensa común de todos sus estados miembros, con un miserable 1,29% del PIB que hace que nos supere hasta Luxemburgo, un país que no cuenta con fuerzas armadas. Los siete años de Gobierno de Pedro Sánchez, sostenido en los votos de la extrema izquierda, nos han dejado muy lejos del compromiso que adquirimos en 2014, en la cumbre de Gales, según el cual deberíamos haber llegado ya al 2% del PIB. Hasta el punto de que el mismo Donald Trump señala a Sánchez diciendo que «España siempre ha gastado muy poco en Defensa». Hoy la OTAN se reúne en La Haya para que los aliados se comprometan en aumentar el gasto en Defensa hasta el 5% del PIB antes de 2035, exigiéndole a España que se sitúe inmediatamente al menos en el 3,5% y otorgándole cierta flexibilidad para alcanzar el objetivo del 5%.

Se estima que en 2025 el PIB de España superará los 1,63 billones de euros. Para hacernos una idea de lo que estamos hablando, nuestro gasto anual en defensa del 1,29% son poco más de 20.000 millones de euros. Aumentarlo hasta el 2,1%, que es lo máximo a lo que Pedro Sánchez quiere comprometerse en La Haya, supone gastar 13.000 millones más. Si tuviéramos que llegar al 3,5% que nos exige la OTAN, tendríamos que invertir 36.000 millones más de los que dedicamos actualmente. Y si hay que llegar al 5% tendríamos que gastar 60.000 millones de euros más. Teniendo en cuenta que todo el gasto público en educación se sitúa sobre los 63.000 millones y el de sanidad en poco más de 100.000 millones, o que el brutal déficit público de 2024 supuso 44.000 millones de euros y el total de ingresos tributarios ascendió a 294.000 millones; podemos dimensionar adecuadamente el problema.

El Grupo Socialista de Pedro Sánchez cuenta con 120 votos en el Congreso donde, para ganar cualquier votación, se necesitan 176. Estos 56 votos que Sánchez necesita para aprobar unos Presupuestos Generales que pongan en marcha tan descomunal subida de nuestra inversión en defensa suponen poner de acuerdo, como mínimo a otras seis fuerzas políticas, todas ellas de extrema izquierda o independentistas, que están cargadas de odio contra nuestras Fuerzas Armadas. ¿Alguien se puede imaginar a Bildu, Podemos, ERC o Junts, todos a la vez votando a favor de situar nuestra inversión en Defensa muy cerca del presupuesto que gastamos en educación y sanidad? La imagen pública que Pedro Sánchez quiere dar internacionalmente, haciéndose pasar por un líder antimilitarista y anti Trump que, como hacían hace muchos años las más descerebradas candidatas a Miss Mundo, sólo aspiran a la paz en el mundo, no es más que postureo impostado.

Pero la falta de honestidad y de humildad del presidente del Gobierno, así como su apego al poder, le impiden ponerse delante de sus socios internacionales y contarles la verdad: que su debilidad parlamentaria y su dependencia de la extrema izquierda le incapacita para tomar las decisiones que son imprescindibles ante las graves amenazas bélicas que nos acechan. Sánchez prefiere hacer el ridículo ante el secretario general de la OTAN, obligándolo a dejarle por mentiroso cuando asegura que ha llegado a un falso acuerdo para limitar nuestro gasto en defensa a un insuficiente 2,1% del PIB, antes que reconocer que está en manos de unos cómplices que no le dejan hacerlo, pero a cambio le permiten seguir aforado ante la inmensa cantidad de casos de corrupción con los que la Justicia lo tienen rodeado. Sánchez finge que no está de acuerdo con la OTAN porque no puede cumplir lo que le exigen y no pasa por su cabeza convocar unas elecciones en las que le sustituya alguien capacitado para hacerlo.

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