Candilazos

Sánchez y el fantasma de Syriza

Sánchez y el fantasma de Syriza
Segundo Sanz

El último viraje de Pedro Sánchez ha sido abrir la puerta a nombrar ministros de la órbita de Podemos después de mantener durante semanas la idea de un «Gobierno de cooperación», esto es, formado únicamente por socialistas, al estilo de la geringonça portuguesa. «El presidente se está planteando todos los escenarios», dice ahora la vicevogue Calvo.

Ya sabemos que el Señor Avión estaría dispuesto a vender su alma al diablo con tal de perpetuarse en el Palacio de La Moncloa. El problema está en el grave daño que supondría para la economía y el crecimiento del país, y sobre todo para el bolsillo de los españoles, la entrada de Podemos en el Gobierno, que Sánchez permitiría con tal de aferrarse al poder.

Si esto ocurre, España será el segundo país de los 28 Estados miembros de la Unión Europea con la extrema izquierda sentada en el Consejo de Ministros (lo de Italia y el camaleónico Movimento 5 Stelle es diferente). Ahora mismo, sólo en Finlandia los radicales de Vasemmistoliitto (la Alianza de la Izquierda) gestionan dos carteras: Li Andersson, la de Educación, y Aino-Kaisa Pekonen, la de Asuntos Sociales y Sanidad.

Vasemmistoliitto, que ha compartido grupo parlamentario con Podemos en la Eurocámara, forma parte de un Ejecutivo pentapartito, liderado por los socialistas de Antti Rinne e integrado también por el Partido de Centro, Los Verdes y el minoritario Partido Popular Sueco (SFP).

Sin embargo, Sánchez nunca puede ser Rinne, primero porque el Suomen pääministeri gobierna con mayoría absoluta gracias al citado collage de fuerzas, mientras que el Doctor ‘Cum Fraude’ no suma con los populistas de Podemos y necesita a los nacionalistas, ambos cómplices del separatismo catalán.

Pero, además, y he aquí la clave, si Finlandia se puede permitir dos ministros de izquierda radical —dentro de un gabinete de 19— en carteras como Educación y Asuntos Sociales y Sanidad es porque este país nórdico, icono de la sociedad del Bienestar, tiene menos deuda pública y menos paro que España, y su PIB per cápita es bastante más elevado. Mientras aquí la tasa de empleo se sitúa en el 58,3% (el dato más bajo de los últimos diez años), en la tierra de Nokia es del 68,7%. Y Rinne se ha comprometido a elevarla hasta el 75% en los próximos cuatro años.

Partiendo de estas cifras, con Podemos en el Consejo de Ministros, este país se parecerá más a Grecia que a Finlandia. Irremediablemente. Y en la cuna de Occidente ya hemos visto lo ocurrido: el fiasco de Alexis Tsipras pese a su edulcorada Syriza. Ahora, el fantasma de este populismo fracasado sobrevuela el despacho de Sánchez en Puerta de Hierro.

O el líder socialista sigue los pasos de su amigo António Costa en Portugal, mandando en solitario con el apoyo externo de la izquierda radical y los nacionalistas, o el Gobierno Frankenstein (con representantes de Podemos y sus confluencias) traerá ruina y recesión. La coalición de Iglesias pasó de tercera fuerza a cuarta en las generales del 28-A y perdió 29 diputados y casi un millón y medio de votos. Esto debe tener consecuencias.

 

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