Sánchez, los entierros y la Historia

Sánchez, los entierros y la Historia

El presidente Sánchez dijo el otro día que “una de las cosas por las que pasará a la Historia es por haber exhumado al dictador”. Con independencia de la vergüenza ajena que provoca que alguien tenga tanta vanidad y pedantería como para ser capaz de hacer el ridículo proclamando él mismo que pasará a la Historia -una persona nunca puede decir eso de sí misma sin causar sonrojo; quizás Sánchez lo haya dicho porque perciba que nadie lo dirá nunca de él-, es curioso que elija, además, la exhumación de Franco como un mérito con el que ser recordado.

Un presidente del Gobierno debería a pasar a la Historia por generar una enorme prosperidad para su país, por mejorar la vida de sus ciudadanos, por hacer de la concordia su forma de gobernar, por crear riqueza y por lograr aumentar la actividad empresarial, la recepción de inversiones extranjeras, la generación de actividad económica y la creación de puestos de trabajo. También puede pasar a la Historia por hacer todo lo contrario y empobrecer, en todos los sentidos, a su país, situándolo en la irrelevancia internacional, dividiendo a la sociedad y mermando la capacidad de dinamismo de la economía, tratando de hacerla dependiente y subvencionada. Esta segunda opción, negativa, probablemente es por la que Sánchez pasará a la Historia. Si lo que le preocupa es formar parte de ella, que no se apure, porque, desgraciadamente está haciendo todo lo necesario para pasar a ella de esa manera tan negativa.

Sánchez no tiene aspectos positivos en su gestión, la verdad, pero resulta sorprendente que quien encabeza un gobierno que distorsiona la realidad con sus relatos fantasiosos de la evolución económica y que él mismo es tan vanidoso, no trate de vender alguno, aunque sea falso, y tenga que recurrir a un hecho como el de exhumar e inhumar un cuerpo para encontrar un motivo con el que pasar a la Historia.

Ahora bien, ya puestos a hablar de desenterramientos y enterramientos -no olvidemos que Sánchez no sólo desenterró a Franco, sino que también lo enterró con una retransmisión del acontecimiento que más parecía rendir honores a Franco que otra cosa, con lo que le faltó poco para incumplir su propia ley de memoria democrática con la que busca reabrir heridas, acabar con la reconciliación de la Transición y enfrentar a los españoles- hay otros entierros por los que Sánchez pasará a la Historia, pero por sus impactos negativos, que son los siguientes:

  • Sánchez entierra la prosperidad económica al introducir rigidez en la misma y tratar de convertirla en una economía subvencionada.
  • Sánchez entierra a la economía en una catarata de gasto, déficit y deuda, la hacer que esta última supere los 1,5 billones de euros, hipotecando a los ciudadanos, actuales y futuros, en un endeudamiento atroz.
  • Sánchez entierra la actividad económica bajo la losa confiscatoria de impuestos y más impuestos, muchos de los cuales seguramente terminarán por ser anulados por inconstitucionales, por invasión de competencias o por doble imposición.
  • Sánchez entierra las verdaderas cifras de paro, al modificar la normativa para convertir artificialmente los trabajadores temporales en fijos discontinuos y así poder dejarlos fuera de los registros del paro cuando cesan en su actividad, enterrando, también, la posible comparación de las estadísticas entre años anteriores a la reforma y los actuales.
  • Sánchez entierra el rigor en la presupuestación, al hacerlo con un cuadro macroeconómico imposible de cumplir, que sólo el Gobierno se cree, contra el criterio de todas las instituciones.
  • Sánchez va camino de enterrar la viabilidad del sistema de pensiones, al actuar demagógicamente, poniéndolo en peligro por su populismo.
  • Sánchez entierra los escrúpulos, al cambiar el rebajar o, más bien, eliminar en la práctica, el delito de sedición -y quizás también el de malversación- por el apoyo a los presupuestos de los independentistas y de Bildu.
  • Sánchez entierra el gran prestigio que tenían instituciones tan importantes como el INE, al criticarlo por no actuar al dictado, llegando a decir que no recoge bien la medición de la actividad económica, llegando a forzar, directa e indirectamente, la dimisión de su anterior presidente.
  • Sánchez entierra la independencia de la Fiscalía General del Estado cuando dijo “¿de quién depende la fiscalía? Pues eso”, y cuando hace que emita una nota para salvar la cara de los errores manifiestos de la ley conocida como “sólo sí es sí”, que acorta, por los errores del Gobierno al realizar la ley, la pena para muchos violadores.
  • Sánchez trata de enterrar la independencia de la Justicia con sus maniobras para hacer que el Tribunal Constitucional quede bajo su control, nombrando a dos antiguos altos cargos socialistas, uno de ellos, el anterior ministro de Justicia.
  • Y, con todo ello, Sánchez entierra la seguridad jurídica, con sus cambios constantes de leyes y criterios, que hacen que se retraigan inversiones, mermando la posibilidad de crecimiento económico.

Todos esos entierros son los que les preocupan a los ciudadanos, y no el de los restos de una persona que murió hace cuarenta y siete años, que sólo busca el enfrentamiento entre españoles que fue superado en la reconciliación de la Transición.

Sánchez pasará a la Historia por todo ese desastre económico e institucional que está generando, en el que nos está enterrando, que es una forma triste y lamentable de pasar a la posteridad.

Lo último en Opinión

Últimas noticias