Sánchez, con las cosas de comer no se juega
Ya se acabó el verano y comenzamos el nuevo curso… sin que el PSOE lleve aún los famosos 100 días que se conceden a todo Gobierno. Ese tiempo es el que se ha constituido como preciso para tomar posesión, saber dónde estás, tomar decisiones y, sobre todo, que las acciones del anterior dejen de dar fruto. Se ha dicho que toda acción económica o social precisa de aproximadamente 80 días para generar frutos visibles que permitan su evaluación; es decir, que gran parte de los resultados que se producen en ese tiempo suelen ser imputables al que abandonó el poder. El impacto de la piedra en el agua, salvo fuerza especial, suele generar una onda u ola inicialmente pequeña, que se va incrementando paulatinamente hasta conseguir su zenit. Pues bien, en la económica sucede lo mismo, si bien es verdad que, como efecto de la crisis, la sensibilidad de los mercados es mayor y los efectos “ola” se comienzan a recibir con mayor intensidad cuando este es negativo.
En estos días, nos hemos dedicado a lanzar bombas de humo, o no, primero con la inmigración, seguimos con la momia, luego con las putas, con el incremento del gasto y la subida de impuestos, con apuntar un tiro y darlo para el lado contrario, haciendo buena la frase de Fraga de “estos aciertan cuando rectifican”. Todo para encubrir el trato de favor derivado del cual obtienen un claro beneficio personal en forma de puesto de trabajo para la esposa, el hermano, el amigo del presidente, etc. Ya en el ámbito de la labor de Gobierno, se realizan acciones silenciosas que nos darán muchos dolores de cabeza, como la del cambio legislativo en relación a la patria potestad, la derivada de la paralización de la administración digital, la cúpula de RTVE, etc. Todo ello con el sistema de Decreto Ley. En este plazo, han sido siete en 100 días y criticaba a Rajoy por su uso cuando la media está en 14 al año.
Con todo este chapotear, se han producido impactos que han levantado olas en la sociedad, que pueden resultarles hasta gratificantes a los propios, y, junto a estas, se alzan otras muy negras en la economía, en la que se augura un incremento del gasto, sin tener con qué pagarlo, e incremento de los impuestos, que indefectiblemente supone una caída del empleo, como se pone de manifiesto en un mes que de forma secular es bueno, el de agosto, con datos no preocupantes, sino escalofriantes, el peor dato de paro en los últimos 10 años. Si el gasto fuese necesario para cubrir los servicios ciudadanos, a la par que la subida de impuestos, debería de producirse un recorte sustancial en el gasto político y una eliminación de las duplicidades administrativas, para que el incremento impositivo necesario fuese menor; pero ese no, ese si se toca es para incrementarlo.
Luego criminalizarán al currante que monta su negocio y gana dinero, pero estos ni siquiera consiguen eso, estos se lo llevan y nos arruinan, como en Venezuela. Cuando en lugar de dedicarse a trabajar para los ciudadanos, lo primero es colocarse, no parece que se tenga tiempo para los “perritos sin alma” y es muy bonito salir en las fotos con el buenismo del que no gobierna, pero muy difícil dar pan al necesitado; es fácil gastar, pero muy canalla subir impuestos a los ciudadanos sin dar austeridad a los propios. Al final, ellos “colocaditos” y nosotros en el paro y la ruina, como siempre.