Ruiz Escudero, cuatro años después

Enrique Ruiz Escudero

Enrique Ruiz Escudero, médico y padre, consejero de Sanidad en ejercicio de la Comunidad de Madrid, dejará de serlo tras las próximas elecciones autonómicas y municipales del 28M para pasar al Senado después de una infinita rumorología sobre un sinfín de presuntos destinos.

El doctor Ruiz Escudero, de casta le viene al galgo, es una personalidad reconocida en la vida madrileña, un caballero donde los haya, un hombre sencillo, que ha tenido durante los últimos tres años (pandemia y huelgas sanitarias de intencionalidad política) un infierno de vida o una vida profesional de infierno. Como le conozco, lo escribo. Como galeno, es el primero en saber que la naturaleza humana tiene un límite y traspasar lo que esa naturaleza avisa conlleva sus riesgos. Un periodo de reflexión, cierto relajo, tampoco viene mal.

Se trata de un activo del Partido Popular en política y en concreto en gestión sanitaria, entre otras cosas, importante y a tener en cuenta si realmente se produce una alternancia en el poder de la nación. Por ahí podrían ir los tiros, según fuentes (altas) del PP. Ser buena y documentada persona no está reñido con la bonhomía.

Hace aproximadamente un año el doctor Ruiz Escudero relataba a este columnista sus puntos de vista personales cuando un 14 de marzo se tuvo cabal conocimiento de la llegada terrible del covid-19. Lo decía entre lágrimas. Soportar durante tanto tiempo esa responsabilidad debe ser algo que termina por hacerte ver la existencia y el futuro de esa existencia con un punto de vista en el que realmente lo que importa es lo esencial.

Millones de madrileños, independientemente de su militancia o color de la papeleta que utilicen el 28M, debemos estar agradecidos al esfuerzo, la capacidad y la determinación de este galeno de Pozuelo de Alarcón que ha vivido en sus propias carnes la responsabilidad política de gestionar la sanidad pública. El consejero se merece un reconocimiento, sin duda, pero antes que nada no desaprovechar su conocimiento, su experiencia y su bonhomía. No andamos sobrados. Gracias, Enrique. Enhorabuena por tu gigantesco trabajo.

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