El Rey estuvo donde tenía que estar

El Rey estuvo donde tenía que estar
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No ha sido una sorpresa para nadie. Los independentistas estaban decididos a instrumentalizar la manifestación de este sábado en Barcelona, para convertirla en un acto de reivindicación de su proyecto secesionista, despreciando de una forma mezquina el dolor de todos los españoles por los atentados de Las Ramblas y Cambrils.

Quienes han recurrido a esta estrategia han quedado retratados. Desde el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que intentó tapar los errores en la gestión de los atentados con acusaciones contra el Gobierno de Rajoy, hasta la Asamblea Nacional Catalana (integrada en Junt pel Sí junto al PDeCAT y ERC), que ya el pasado viernes pidió a sus seguidores que acudieran a la manifestación portando esteladas. Demostrando el escaso respeto que les producen los 15 fallecidos y decenas de heridos en los terribles atentados yihadistas que han conmocionado a toda España.

Pero ni siquiera la certidumbre de que todo esto podía ocurrir podía hacer que el Rey Felipe VI incumpliera su compromiso de acudir a Barcelona a rendir homenaje a las víctimas de los atentados. Como hizo en marzo de 2004, cuando siendo todavía Príncipe acudió con las infantas Elena y Cristina a la histórica manifestación de condena de los atentados del 11M que reunió a cerca de un millón de personas en Madrid.

En ambos casos, Felipe de Borbón ha demostrado así que comparte el dolor de los españoles ante dos acontecimientos trágicos que han marcado nuestra historia reciente, y ha mostrado de una forma rotunda su rechazo al terrorismo que constituye una de las principales amenazas contra la democracia.

También lo es el proyecto independentista de Carles Puigdemont que ha intentado reventar la manifestación de este sábado. Y que sigue adelante en su empeño de romper la Constitución aprobada por todos los españoles, que constituye la principal garantía de nuestros derechos y libertades.

Por eso el Rey Felipe VI ha hecho bien en acudir al acto de este sábado en Barcelona, y como máximo representante del Estado debe seguir acudiendo a Cataluña a cuantos actos considere relevantes la Casa Real. Precisamente porque Cataluña es España y no puede convertirse en un agujero negro del Estado de Derecho.

Mención aparte merece la forma ruin con la que tanto la CUP como algunos líderes de Podemos han intentado culpar de los atentados de Cataluña a la Casa Real y al Gobierno, aludiendo a sus «lazos de amistad» con Arabia Saudí.

No se podía esperar otra cosa de la CUP, pero Pablo Iglesias debería evitar recurrir a un modo tan mezquino de tapar sus propias vergüenzas, su enfermiza dependencia de dos tiranías como Venezuela y el régimen teocrático de Irán.

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