Se reúnen el Soviet Supremo y el Politburó
O sea, el Comité Federal del PSOE para que el autócrata acumule aún más poder con ese Comité de Dirección, remedo del Politburó en el que están sus favoritos, su Guardia de Corps gubernamental. El jefe del tinglado convocó a sus monaguillos a un sesión para que aplaudan su enésima rectificación. Tres portavoces en el Parlamento lleva Sánchez en esta legislatura. Primero fue la pobre Lastra a la que ahora, en serio, sin ironía, un periodista afecto a la causa va a recordar literalmente como “una política brillante, con convicciones y leal”. Allá él con sus memeces. Después llegó el ahora decapitado, Héctor Gómez, un especialista en Turismo, dicen, que apenas ha durado un año en el cargo. Al final de este trayecto de laminaciones llega un viejo del lugar: Patxi López, un antiguo rival (fue su antagonista en las elecciones a la Secretaría General del PSOE) que en aquel tiempo se despachaba contra Sánchez con descalificaciones tan certeras como éstas: “No tiene solvencia alguna, es un inconsistente” y “Se retroalimenta con sus mentiras, es bipolar y miente hasta al médico”. Cómo se ve, un juicio tan extremado como ajustado a la realidad. También hay cambios en el partido, donde la brava Pilar Alegría, que ha sido casi todo y ha dejado en cada puesto una triste rémora de fricciones con sus semejantes, se queda ahora con la silla de un tipo, Felipe Sicilia absolutamente desconocido no solo para los españoles, sino incluso para los propios socialistas.
Durante toda esta semana, Sánchez Castejón ha lanzado a su manada a ir preparando el camino al Señor, es decir a él mismo. Los ministros más pegados a su hermosa figura han ido anticipando los propósitos del preboste para este Comité Federal. La consigna, que han repetido los ministros (especial atención a la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez) no es ya que no hayan sabido comunicar sus inmensos logros políticos y económicos, es que ni siquiera han puesto el empeño suficiente en el menester. Ese es el argumento que internamente ha manejado Sánchez para liquidar a sus antiguos, e ineficaces, eso es cierto, colaboradores. Por ahí viene la creación del Politburó. No hay, como se nota, ni un ápice de autocrítica ( “autocrítica”, término esencial de los marxistas) en su discurso: O los demás tienen la culpa, o son unos fascistas de caballo. ¿Recuerdan cómo justificó la señora Lastra la hecatombe de Andalucía? Pues asegurando, sin despeinarse, que la clave del triunfo de Moreno Bonilla radicaba en “los ingentes fondos europeos que ha recibido la Junta”.
Ahora precisa de percherones que intenten el destrozo diario del Partido Popular en un momento en que las encuestas profetizan su victoria. ¿Cuán grande debe ser la distancia que los sondeos marcan entre el PP y el PSOE que hasta el desvergonzado Tezanos predice al Feijóo presidente? Sánchez ya advirtió en el Debate sobre el Estado de no se qué, que “iba a por todas”. Su efecto: la instalación de esta cuadra de percherones dispuestos a cocear. Realmente cuando un individuo de su calaña amenaza con un aviso de este calado, lo más conveniente es pertrecharse ante lo que pueda suceder. Dos mujeres, singularmente lenguaraces, Alegría y Montero, la presunta fiscalista, le apoyarán en el empeño y alrededor el Politburó de diez hienas intentado derrumbar al PP. Este es su mensaje ante el Soviet Supremo: “A por todas”.
Para eso necesita personajes del tipo de las citadas o de Patxi López que ahora se va a presentar como el más fiel escudero de un presidente al que otrora definía (esta fue otra de sus “perlas”) como un “ambicioso sin límites”. Claro está que ahora López negará estas admoniciones, pero ya nadie le creerá porque las hemerotecas, también las conversaciones “off the record”, actuarán rápidamente como látigo de la verdad. Pero en sustancia a los dos, a Sánchez y a sus nuevo patrocinados, les importa una higa lo que ambos hayan dicho de ambos. En este momento, suena la práctica y eso consiste no sólo en arremeter contra Feijóo y su partido, sino en hacer destrozos por doquier entre sus enemigos dejando al lado puñeterías en forma de remilgos: “¡A por ellos qué son la Guardia de Franco!”.
Este Comité no es más que un trasunto de aquellos Soviet y Politburó de Brézhnev donde la dirección apuntaba cualquier incomprensión de un temerario, incluso cualquier gesto medianamente desaprobatorio. El que lo hacía quedaba desterrado para siempre. Ramón Pedrós que fue corresponsal en Moscú bastantes años me decía: “Allí el que discrepaba no es que no salía en la foto, sino que su foto se rompía”, es decir, lo mismo que ha pasado en la España socialcomunista de Sánchez Castejón con el boberas de Redondo, con Carmen Calvo, que sigue perpetrando insensateces por ahí, por Ábalos, al que sus correligionarios tacharon literalmente de “mujeriego” para explicar la ejecución de Sánchez, también con Lastra, o con el iletrado alcalde de Jun que incluso puso pasta de su bolsillo, quién sabe si de su ayuntamiento, para lanzar a su ídolo a la supremacía del partido. Todos a la calle como proclamaba Berlanga en una de sus famosas diatribas contra la sociedad española.
El PP conoce bien lo que puede esperar de Montero y, desde luego, de López. Le apoyó como lehendakari cuando, al alimón, lograron desplazar del omnímodo poder al PNV, pero a partir de las tomas de posesión, según relataba entonces el que fue jefe de la Televisión Vasca: “Allí no se permitía el menor elogio del PP, se le trataba peor que al PNV”. El “a por todas” que bendice el Soviet Supremo de Sánchez, en todo caso encierra mayores aspiraciones. Ya en España, y entre los técnicos más reputados, existe la impresión de que “cualquier cosa puede pasar en las elecciones”. ¿O es que creen que Sánchez Castejón se va a ir a freír puñetas sin antes aniquilar a quién se oponga a sus designios? Bruselas ya le tiene tomado el teléfono. Eso, como en el chiste del chino, nos va a salvar, o mejor dicho, nos puede salvar si de una vez por todas la Unión Europea se toma en serio al psicópata (diagnóstico de los psiquiatras) en cuestión.
Temas:
- Pedro Sánchez
- PSOE