Un rechazo inexplicable a la realeza europea
No habrá sido fácilmente entendible en el Palacio Real de Oslo el rechazo de la invitación cursada por la Casa Real noruega a la Familia Real española para que asistiera al baile de gala organizado en honor de la Princesa Ingrid Alejandra con motivo de su décimo octavo cumpleaños y su entrada en la mayoría de edad. Ni la Princesa de Asturias, un año menor que la heredera al trono del país escandinavo, ni la Infanta Sofía, así como la propia Reina Letizia, estarán presentes en la capital noruega para compartir con los Príncipes Hakon y Mette Marit un momento tan trascendente para ellos como es el primer paso en sociedad de su primogénita, de cara a su papel de sucesora del sucesor al trono de Noruega. El único que ha decidido aceptar su papel dentro de la realeza europea, cuyos integrantes mantienen relaciones de carácter familiar entre todos ellos desde hace dos siglos, ha sido el Rey Felipe, amigo estrecho durante años del Príncipe Haakon Magnus y compañero de fiestas y viajes cuando ambos eran dos jóvenes aún solteros y aficionados a las juergas.
Pero los lazos de buenas relaciones y amistad estrecha entre las Casas Reales de España y Noruega se remontan a muchas décadas atrás, cuando el Rey Olav, padre del actual monarca Harald, mantenía fuertes vínculos con don Juan de Borbón, abuelo de Felipe VI y padre de don Juan Carlos. Así se demostró en los funerales del monarca anterior noruego, el 30 de Enero de 1991, a los que asistió el conde de Barcelona muy triste y emocionado por el fallecimiento de su amigo y familiar. Otro episodio que muestra la estrecha relación entre las Casas Reales de España y Noruega fue la asistencia de todos los miembros de la Familia real española a los fastos del 60 cumpleaños de Harald y Sonia, en la semana del solsticio de verano del año 1997. Don Juan Carlos y Doña Sofía, el entonces Príncipe de Asturias, aún soltero y sin compromiso, la infanta Elena con su marido Jaime de Marichalar y la infanta Cristina con su aún prometido Iñaki Urdangarin, participaron en bailes, cruceros por encima del Círculo Polar Ártico, contemplación del sol de medianoche la noche de San Juan y otros eventos ofrecidos por los Reyes noruegos. Por último, otra muestra de la vinculación de los monarcas español y noruego fue la participación durante años del monarca escandinavo en la regata de la Copa del Rey en Palma de Mallorca, en la que Harald y don Juan Carlos charlaban a diario sobre el curso de la competición de vela.
Pues todo eso ha quedado relegado al olvido al aceptar solo don Felipe asistir a la presentación ante la realeza europea de la sucesora del heredero noruego. Un detalle que alejará un poco más a la Casa Real española de las otras familias reales europeas, como la de los Países Bajos, Bélgica, Suecia y Dinamarca, que ya han anunciado que estarán este viernes por la noche, junto con algunos de sus hijos, en el Palacio Real de Oslo. No se sabe quién ha tomado esta drástica y desafortunada decisión, pero la realidad es que la Reina Letizia ha mostrado poco interés en asistir a este tipo de eventos de la realeza. Quizá los considere un poco frívolos o banales, o dignos de otras épocas. Pero mientras las monarquías existan, no es mala idea manifestar su aceptación y respeto por los integrantes de unas instituciones que han sabido adaptarse al paso de los tiempos.