¿Y por qué no hubo tanquetas contra los CDR en Barcelona?

Menuda se ha montado en el seno del Gobierno socialcomunista a cuenta del empleo de tanquetas dentro del operativo antidisturbios desplegado con motivo de la huelga del metal en Cádiz. Y es que Podemos ha puesto el grito en el cielo por el empleo de este tipo de vehículos con el argumento de que los manifestantes son trabajadores y no delincuentes. Obviamente, no son delincuentes, pero las tanquetas tienen su sentido: despejar las vías para que puedan circular y moverse vehículos y personas. En cualquier caso, lo que no deja de ser un sarcasmo es que las tanquetas se empleen en Cádiz con motivo de una protesta laboral y no se emplearan en su día para sofocar a los violentos que desataron el caos en Barcelona y otras localidades tras las sentencia del Tribunal Supremo contra los golpistas catalanes.
El Gobierno está desbordado y el incremento del estallido social le ha cogido con el pie cambiado. Podemos reprocha a Marlaska el empleo de la tanqueta y el ministro despeja su responsabilidad cargándosela al responsable policial de Andalucía Occidental: toda una exhibición de cobardía. Al socialcomunismo, el Gobierno se le ha ido de las manos y va dando palos de ciego. Las desavenencias en el Ejecutivo son el reflejo de una situación económica y social que se agrava ante la parálisis de un gabinete que, entre la impericia y la negligencia, sobrevive únicamente gracias a los pagos que Pedro Sánchez hace a golpistas y proetarras, que son los que mandan.
La tanqueta de Cádiz es la metáfora perfecta de un Gobierno que pretende inútilmente blindarse de las protestas ciudadanas y que es mucho más duro con unos manifestantes trabajadores que con los terroristas callejeros que sembraron la violencia en Barcelona. Y Marlaska, otra vez, comportándose como un villano cargando la responsabilidad en los mandos policiales. Este Gobierno no da más de sí. A Pedro Sánchez el invierno se le va a hacer muy, pero que muy largo