¿Por qué no cierran el ministerio de las chorradas?
Lo del Ministerio de Igualdad -ya que este editorial va de colores- pasa de castaño a oscuro, tanto que lo que más sensato, habida cuenta de la deriva del Departamento de Irene Montero, sería cerrarlo a cal y canto. Y no porque la igualdad no sea un loable objetivo, sino porque ese ministerio ha confundido la defensa de un derecho fundamental con un circo. Lo último ha sido denunciar la opresión del color rosa, porque crea estereotipos y cosifica. De ahí que Irene Montero y su equipo directivo se hayan lanzado a una campaña de exterminio de lo rosa que roza el delirio.
Ya informó OKDIARIO que el Ministerio de Igualdad había advertido severamente a un empresario que fabricaba placas para camas infantiles. En la de los niños, rezaba un lema: «Aquí duerme un superhéroe». En la de las niñas, «Aquí duerme una princesa». Para Igualdad, el empresario había cometido poco menos que un delito de lesa humanidad. Ahora, en un nuevo giro de tuerca, el departamento se lanza contra el rosa, color que «oprime y reprime» a las niñas, que caen rendidas ante la seductora puesta en escena de los anuncios de juguetes cosificadores.
Hay que estar preso de un sectarismo feminista sin límites para concluir que un traje de princesa rosa es un atentado contra las niñas, pobres víctimas de estereotipos sexistas. Esa visión totalitaria de las responsables del Ministerio de Igualdad es un peligro, porque sólo desde una concepción enfermiza de la ideología de género se puede llevar la igualdad al extremo tan pernicioso al que lo están llevando Irene Montero y sus directoras generales. Así no se logra la igualdad, así se pervierte su fin más noble y se hace un daño atroz.
Ha llegado el momento de decir basta y plantarse ante el demencial plan promovido por un ministerio que, además de dilapidar el dinero de los españoles en campañas surrealistas, se ha subido a lomos de la dictadura del feminismo radical.