El PP puede y debe conjurarse en Barcelona contra el jefe de la «mafia»

PP Conferencia de Presidentes

Todos y cada uno de los temas que el PP ha exigido a Pedro Sánchez debatir en la Conferencia de Presidentes tienen una indudable importancia, pero hay que ser muy cándido para creer que vayan a ser abordados. Es imposible, porque el formato de diez minutos para cada jefe de Gobierno autonómico está precisamente diseñado por Moncloa para evitar el debate. En realidad, si de algo puede servir el encuentro es para que el PP denuncie sin matices la involución democrática y ponga el acento en el grado de descomposición del sanchismo, un régimen dispuesto -como estamos comprobando- a llevarse por delante el entero sistema institucional mediante abyectas maniobras contra personas y órganos clave del Estado de Derecho. Es por ello que el PP tiene una oportunidad de decirle a Pedro Sánchez a la cara lo que es una verdad incuestionable: que se ha convertido en el mayor peligro para la democracia española.

Por supuesto, el presidente del Gobierno eligió la fecha de la conferencia pensando en su interés personal, en un intento de levantar una cortina humo para desviar la atención de los múltiples escándalos de corrupción que rodean a su partido y a su propia familia. Por eso, el PP puede y debe convertir lo que Sánchez pretendió que fuera un balón de oxígeno en todo lo contrario. En una oportunidad para retratar la vileza y la infamia de un partido y un Gobierno que está inmerso en un plan de ruptura institucional diseñado exclusivamente para salvar la figura del presidente del Gobierno. Si el PP ha calificado de «mafia» el plan socialista, en la conferencia tendrá oportunidad de decirle al jefe de la «mafia» lo que piensan millones de españoles. Porque una cosa es el respeto institucional y la cortesía y otra, bien distinta, no aprovechar la ocasión para denunciar con toda firmeza la villana forma con la que el sanchismo atenta contra la democracia.

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