El PP en la encrucijada: o alternativa o muleta del sanchismo
Empezando por el final, hay que decir que tan evidente es que el ganador de las elecciones del domingo 13F ha sido el PP y que Fernández Mañueco seguirá siendo el Presidente de Castilla y León, como que -le guste o no al PP- para hacerlo posible, debe ser previo acuerdo con Vox.
Si una de las motivaciones reales del PP para romper con Cs y convocar elecciones anticipadas, era gobernar «sin chantajes ni ataduras» -una alusión a no depender de nadie y en especial de Vox- es evidente que ese objetivo ha fracasado. La mayoría de 41 procuradores para poder gobernar con la estabilidad que ostentaba con los doce escaños de Cs, ahora sólo puede alcanzarla con los trece de Vox. Sin duda, así lo quiso dejar claro Abascal al comienzo de su intervención tras conocerse los resultados ya prácticamente definitivos, dirigiéndose en estos términos a su candidato ante sus entusiastas seguidores: «A García Gallardo se le está poniendo cara de vicepresidente». Una manera rotunda de afirmar que, a diferencia de la anterior etapa en las que han facilitado Gobiernos del PP en ayuntamientos y autonomías sin exigir entrar en el Ejecutivo, ahora comienza otro tiempo político. Se ha vuelto contra Casado el cordón sanitario que Sánchez y la extrema izquierda que le apoya exigen para Vox, y que él asumió en la infausta moción de censura contra Sánchez convirtiéndola en una censura contra Abascal.
Los barones populares quizás no lo miren con agrado, pero el PP y Vox están condenados a entenderse para que haya un Gobierno de centroderecha estable en la región. Resulta patético que quien está gobernando gracias a un partido separatista y condenado por un golpe de Estado con comunistas y con los sucesores políticos de ETA, se atreva a descalificar a un partido constitucional que es la tercera fuerza en el Congreso de los Diputados. Pero si resulta inadmisible que Sánchez se atreva a tanto, no lo es menos que el PP haya asumido ese discurso. Si Cs con doce escaños estuvo en el Gobierno y con una vicepresidencia, no hay ningún argumento democrático para que ahora esté Vox, que a la única acta de que disponía en las Cortes castellanoleonesas ayer sumó precisamente doce más. Es curiosa la permuta con Cs e Igea, que es quien en este momento pasa a ocupar ese solitario lugar en las Cortes, que hasta ahora era de Vox.
El PP tiene motivos para sentir una satisfacción contenida por cuanto ni deseaba ni esperaba este resultado. Ha subido dos escaños manteniendo exactamente el mismo porcentaje que en 2019, con menos votos populares que entonces por el descenso de la participación, y que ha superado al PSOE por apenas un punto, perdiendo éste siete procuradores.
Para Sánchez es un revés más a añadir a los recibidos en tres de las elecciones celebradas desde las últimas generales de 2019, en las que ha sido netamente derrotado -Galicia, Madrid, y CyL- con Andalucía en el horizonte. Su socio podemita de Gobierno ha perdido un procurador de los dos que tenía, constituyendo una derrota política en toda regla para el sanchismo.
Otro dato a analizar de esta jornada es la emergencia política de la España vaciada que empezó aflorando en Teruel. Los dos partidos localistas en León y Ávila, que sumaban dos representantes, han pasado a ser tres con ocho procuradores, y con uno de ellos en Soria obteniendo mayoría. El ejemplo de Teruel Existe, privilegiado interlocutor de Sánchez con su escaño, ha creado escuela, lo que exige una reflexión profunda y autocrítica del PP y el PSOE. Si, ademas de las autonomías, empiezan a florecer partidos localistas, el gen de las tribus, las taifas y los cantones puede convertir a España en un país ingobernable.
Tenemos por delante un proceso largo de negociación para formar gobierno en Valladolid, con el PP preso de la trampa tendida por el sanchismo para deslegitimar a Vox y acomplejar a Casado y a sus barones si pacta con ellos. Los ciudadanos han dado su veredicto no sometido a la dictadura de la corrección política, y ahora les toca asumir esa realidad a los políticos. Si Génova insiste en que Mañueco sea investido con la abstención del PSOE, tiene dos cosas aseguradas: será rehén del PSOE y dejará de ser alternativa nacional al sanchismo.