Portentoso, Ernest Maragall ahora dice que no quería la independencia unilateral

Portentoso, Ernest Maragall ahora dice que no quería la independencia unilateral

¡Qué troleros/trileros que son! No decía usted lo mismo en su momento, amigo mío. Tiene usted un tuit (uno de tantos) del 12 de octubre de 2017 que dice: “Ayer en el Congreso, hoy en Plaza Cataluña el mismo mensaje “rendición o represión”. Es el momento de asumir el riesgo de la libertad”. Fuimos compañeros en el Parlamento de Bruselas justamente en estos momentos. ¡Pues no animó usted a la sedición desde allí durante semanas! Lo que tuvimos que oír y aguantarles.

Pero ahora, que es concejal de ERC, está en España y ve cómo el viento sopla en otra dirección, reconoce en una entrevista en RTVE su “incomodidad” con aquella Declaración Unilateral de Independencia (DUI) del 2017 que promovió a diestro y sinestro durante tanto tiempo.  Iban de farol, al parecer. Y aún le respondió otro tuitero, un tal Jordi, un alma cándida, a sus bravuconadas con un “La dignidad es también saber reconocer que tus valores son superiores a tus intereses. Gracias, Ernest”. ¿Cómo? ¿Valores? «Hicimos esta declaración para poder sentarnos a discutir las condiciones», dice el hermanísimo y lamenta que «no se entendió así». Jordi, hijo, que no entendiste nada. Más tonto y no naces.

Los independentistas como Ernest Maragall no tuvieron reparo en embarcarnos a todos, creyentes y no creyentes, en una cruzada demencial. Sabían que no podía salir bien. «Todos vimos que era arriesgado, todos vimos que era una operación que no tenía un final claro», dice en la entrevista. O sea, lo “veían”. Sin embargo, nos pusieron a todos en peligro. Sin remordimientos. Y a gente así hay catalanes que les votan.

Es indignante lo que tuvimos que sufrir los constitucionalistas que éramos diputados en Bruselas por aquel entonces. Los insultos, las mentiras, las tergiversaciones. Ahora, los separatistas como Maragall reniegan de una nueva DUI porque «no podemos arrastrar a la ciudadanía de Cataluña al precipicio» y porque no les parece bien que JxCat prometa la independencia “si se superan el 50% de los votos”. Pero no les crean. Lo hicieron entonces y lo harían ahora. Sólo que no pueden. Fíjense en esta declaración: «La mejor manera de no alcanzar el 50% es decir que entonces haremos la independencia». O sea, hay que ser más listos que entonces y buscar nuevas maneras de enredarnos.

Esta gente seguirá, si no “apretando” claramente a la luz del día, sí realizando su labor de zapa, de demolición de nuestro estado de derecho desde otras trincheras. El odio es su negocio, la droga a la que han hecho adictos a la mitad de la población de Cataluña. Si les parece exagerado, fíjense que psicópatas albergan en sus filas. Estos días, JxCat ha suspendido de militancia a un tal Josep Sort conocido por verter veneno contra “españolistas” a los que calificaba alegremente de la peor manera durante muchísimo tiempo sin que nadie le parase los pies. Lo mismo que Roger San Millan,

candidato de JxCat a las elecciones del 14 de febrero. Otro “odiador”. Trató de «rata» al candidato del PSC, Salvador Illa y también utilizaba el término «ratas unionistas» para referirse a la Liga Democrática. Ahora dice que cuando hablaba de ratas las ligaba a la idea de las «cloacas del Estado». Que no se refería a una ideología política. 

No, qué va. Otro como Maragall. El viento ha cambiado de dirección y ahora hay que desechar la rudeza y la agresividad. Pero, cuidado, se cambian las formas para que todo continúe igual. La máxima lampedusiana sigue más vigente que nunca. A esta gente no hay que creérsela nunca.

 

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