La pesca del salmón en VOX
Como mostró la conocida comedia británica ‘La pesca del salmón en Yemen’ de Lasse Hallström cualquier sueño es posible. Esa idea había hecho historia unos años antes con la famosa campaña de Adidas ‘Impossible is nothing’. Desconozco si el equipo de Vox pesca salmón o calzan esas deportivas, pero no duden de que beben de sus citas.
La gente poco preparada, como sucede con numerosos periodistas de muchos diarios y televisiones en España, propagan que el votante futuro de Vox vendrá de lo que denominan extrema derecha clásica. Ignoran, como sucede en Europa, que el populismo, y Vox lo es, se nutre principalmente de la izquierda. Del sector social menos favorecido de la sociedad. El salmón de Vox nacerá en Podemos y en el PSOE, no, en general, del PP o Ciudadanos. Tampoco en el independentismo.
Algunos tótems periodísticos y los analistas que los acompañan, sacados de manuales del sigo XX, parecen desconocer que hemos cambiado de siglo. La dinámica ya no va de izquierda o derecha, va de algo tan simple, pero tan antiguo, como el populismo. Dicho de otra manera, del dinero en el bolsillo de los españoles. El presentador y otros palanganeros de esa izquierda divina no viven en un barrio donde deben saltar entre manteros, esquivar violencia gratuita de inmigrantes sin futuro, y en muchos casos sin papeles, o viajar en metros donde giras la cara y ves una mano introduciéndose en cualquier cartera de un turista. Ellos viven en sus barrios cerrados, donde la máxima variedad es el acento del repartidor de turno de UPS.
Triste será para esos tótems periodísticos y sus respectivas guardias pretorianas cuando descubran que ellos son los grandes hacedores de la campaña de Vox. Sus espectadores, lectores u oyentes, son los votantes potenciales del partido de Abascal. El salmón no nace en Yemen, aunque quienes conocemos el país sabemos que hay montañas, cursos fluviales rápidos y gente que, con acierto o no, es capaz de convertir lo imposible en posible. Y eso en la política española no es el salmón, pero sí tiene un nombre: convertir el votante de Podemos y del PSOE en el principal suministrador de votos de Vox. Al final, Santiago Abascal deberá agradecer el trabajo a profesionales de la información que, en principio, podrían parecer su antítesis.