El fin no justifica los medios
Enric Hernández se ha pasado de frenada en su intento de reanimar a un muerto viviente del periodismo como es El Periódico. Los lectores vienen como resultado del trabajo duro y los temas propios, no de las mentiras. Pensar que inventando un documento falso iba a situarse de nuevo en el candelero periodístico es tomar por tonta a la audiencia y, lo que es peor, frivolizar con un asunto tan serio como los atentados de Barcelona y Cambrils. Una tragedia que ha dejado por ahora 16 muertos y más de un centenar de heridos, por no hablar del estado de conmoción en el que ha quedado Cataluña y, por extensión, toda España. El propio portal Wikileaks, experto en filtrar documentos secretos, le ha enmendado la plana a Hernández tras la publicación de este supuesto confidencial de la CIA, donde han detectado numerosos errores. Ni siquiera han sido rigurosos a la hora de vender la falacia. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) no se comunica directamente con los Mossos, sino que lo hace con el CNI y, en este caso particular, también con el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO).
Por muy cierta que fuera la información, no se puede manipular un documento y venderlo como una nota oficial porque, además de no tener valor periodístico alguno, elimina para siempre la credibilidad de una publicación que, por otra parte, ya estaba herida de muerte. Hernández ha hecho trizas con su comportamiento los códigos elementales de la profesión. El texto inventado, además, estaba repleto de faltas de ortografía, demostrando así que quien lo hubiera escrito tenía un nivel de inglés muy por debajo del exigible a un nativo. Por poner algunos ejemplos, en el texto aparece Irak y no Iraq, que es como se escribe correctamente en inglés. También utilizan el acrónimo ‘ISIS’ (Estado Islámico), término propio del entorno periodístico, en lugar de ‘ISIL’, que es como lo nombran desde los servicios de inteligencia. Tampoco está bien enunciada la fecha de notificación y el lenguaje del escrito, en general, es de un coloquialismo impropio de un texto oficial… En definitiva, un despropósito que carece de justificación alguna.