El peligro de la ingente deuda pública

La deuda pública no deja de crecer, fruto de un desmesurado gasto público que agota todos los ingresos que se recaudan, con recaudación récord debido a la inflación, y que no tiene suficiente con ello, sino que incurre en déficit, que hay que financiar y que supone, por tanto, endeudamiento público.
Así, en junio, la deuda subió en 27.645 millones de euros y mantiene, así, su tendencia creciente, como ha hecho Sánchez durante todo su mandato, camino de los 1,7 billones como cifra acumulada. Este incremento del endeudamiento puede poner en peligro a la economía española, tanto por su capacidad para financiarla si el BCE deja de comprar deuda, como por la repercusión de sus intereses en el presupuesto, que mermará recursos para servicios esenciales y que, a su vez, incrementará el gasto.
Así, sobre la base de unos ingresos coyunturales, se ha ido asumiendo un incremento del gasto anual en el sector público, especialmente en el Gobierno de la nación, que nos lleva a una situación de insostenibilidad. El Gobierno fía todo a los ingresos, ya que el gasto se encuentra disparado, como hemos podido ver con el techo de gasto no financiero que previó para 2025 (pese a no presentar, finalmente, PGE), donde cada vez se vuelve más estructural. Este endeudamiento se agravará, con mayor crecimiento de gasto, que incrementará el gasto estructural y el déficit estructural, con presiones de gasto adicionales muy importantes como el desequilibrio existente en la Seguridad Social, que con la reforma del Gobierno se desajusta todavía más, al presionar fuertemente al gasto.
De esa manera, el déficit estructural español se sitúa alrededor de cuatro puntos porcentuales sobre el PIB, elemento que señala un grave desequilibrio de la economía española. Déficit estructural que es la gran preocupación de la Comisión Europea. La tendencia del endeudamiento, así, sigue siendo alcista -y así seguirá mientras siga habiendo déficit, pues la deuda no es más que el sumatorio de los distintos saldos presupuestarios de cada ejercicio- con la aportación de inestabilidad a la economía que ello supone.
Es imprescindible, por tanto, reducir el gasto ineficiente, porque es el origen del problema y vuelve insostenible el mantenimiento de la estructura económica con semejante endeudamiento, incrementar la inversión tractora del desarrollo económico y fomentar, especialmente, la inversión productiva privada, eliminando el efecto expulsión que supone el desmedido gasto público estéril, y devolver a los ciudadanos la recaudación extra que el Gobierno está consiguiendo gracias a la inflación, que asfixia a los españoles, les hace perder poder adquisitivo y les impide llegar a fin de mes y poder competir, en el caso de las empresas, en los mercados. Es decir, se necesita una política económica radicalmente distinta a la de Sánchez, que es confiscatoria e incrementalista de déficit y deuda, en suma, empobrecedora, como se ve con la pérdida de posiciones en la UE en PIB per cápita en paridad del poder de compra.