POLÍTICA

Pedro Sánchez: ¡manual de resistencia!

Begoña Gómez Athletic
Pedro Sánchez en Vitoria. (Foto: EP)

«En democracia hay que debatir y contrastar proyectos políticos. Hay un perdedor, aquel que se esconde y oculta». Pedro Sánchez

A veces hay que inyectarse fantasía para no morir de realidad, queridos lectores, hoy siento que muchas cosas buenas en la vida nacen de un salto al vacío, sí, pero también que un buen acuerdo podría evitarlo. Hoy, para bien o para mal, España se enfrenta al momento más crucial y relevante de su joven democracia. Una democracia en la que sus líderes no nos inspirarán autoproclamándose grandiosos, lo harán si son capaces, enseñándole a este pueblo lo grandioso que es.

Al parecer, Pedro Sánchez no ha comprendido que la tarea del líder es llevar a la gente desde donde están hasta donde no han estado, pero en el buen sentido. El poder no es control, el poder es fuerza y es darle esa fuerza al propio pueblo. Un líder no es alguien que obliga a otros para hacerse más fuerte, querido.

Un buen líder sabe lo que es verdad, y un mal líder sabe lo que se vende mejor, y abandonar el ejercicio y deber de sus funciones dejando a España sin gobierno durante 5 días en el mayor estruendo y ridículo internacional del gobierno de España jamás visto, no lo es. Pedro, te has convertido en el más listo de la clase (que no el más inteligente), demostrando una vez más tu narcisismo ideológico y tu falta de comprensión del cargo que pavoneas. Pero desde aquí, mi humilde tribuna de opinión, te voy a dar un consejito; La cualidad suprema del liderazgo es la integridad, ¡no lo olvides!

Tal vez cuando lean ésta, mi tribuna de opinión de cada lunes, Pedro Sánchez sorprenda a propios y extraños presentando una dimisión y convocando nuevas elecciones, en ese caso me comprometo a comunicarme nuevamente con ustedes la próxima semana explicando las consecuencias que de esta dimisión se derivan para con la gobernabilidad de nuestro país, pero déjeme apostar, que intuyo que esa dimisión no va a suceder.

Es importante recordar que justo hace 10 años, el señor Sánchez llegaba al poder del PSOE en medio de las turbulencias económicas de la crisis de deuda en España. Su llegada a la Secretaria General del PSOE no fue precisamente un camino de rosas, de hecho, el primero de octubre de 2016 el PSOE se encargó de echar a Pedro de la dirección del partido tras presentar éste la dimisión al ser derrotado en las urnas del Comité Federal.

En esa convulsa época Sánchez fue criticado por su propio partido cuando el líder socialista promovió de manera unilateral y en contra del sector crítico del partido iniciar una votación secreta en urna para aprobar el calendario del congreso extraordinario. Muchas fueron las voces que no tardaron en explicar que unas condiciones “nada democráticas” estaban en ciernes, mientras se celebraban dichas votaciones a gritos de “¡pucherazo!” y “¡sinvergüenza!”.

Esa actitud narcisista y déspota terminó en moción de censura y despido de un cabecilla que ha hecho de la autocracia y el chantaje emocional su modus operandi. Transcurridos dos años, era expulsado de la jefatura de su propio partido, al que regresó aupado por la militancia para ser investido presidente del Gobierno tan solo un año después. Ahora muchos presumen de la época del Peugeot, época en la que se forjó un jefe calculador y poco escrupuloso, que decidió abrirse camino apelando al populismo de los votantes y atropellando sin piedad a sus adversarios de partido. Acallar las voces críticas, al menos para mí, no forma parte de las virtudes del “animal político” que muchos definen. Para mí, un animal político es aquel que sabe pactar por el bien común de todos, poniéndose a disposición del servicio del pueblo, compartan o no su ideario político. 

Es probable que a muchos de ustedes les provoque rechazo esta interpretación de la historia, pero me he ceñido hasta aquí a revelar hechos y palabras en boca de compañeros del recetario ideológico del sanchismo y no tanto a expresar una opinión propia. Y es precisamente en ello sobre lo que quiero incidir, ¡sobre las emociones! Esas emociones que le he podido provocar, de rechazo o de indignación en este fragmento, forman precisamente parte de la estrategia de Pedro Sánchez.

Apelar a las emociones y al amor profundo que siente hacia su mujer Begoña, así como al victimismo dramático de la tragicomedia que The economist titulaba como “Drama king” esta pasada semana, no es más que una estratagema para convertir el sanchismo en; ¡o Pedro o el mal! Y claro, el mal consiste en este ente perverso y malvado que Sanchez ha vestido de paranoia popular llamado derecha y extrema derecha. Algo tan absurdo como cruel, y más teniendo en consideración que si alguna extrema derecha existe en España es Junts per Catalunya, que por cierto está en el gobierno y no de manera marginal.

Las intenciones de Pedro sólo las sabe él y Begoña. Yo me atrevería a decirles que es probable que hoy Don Pedro se erija como el salvador de la patria. Quizás con el cuento de que sigue por “nuestro bien” para evitar que la derecha y la extrema derecha retrocedan a un país que avanza y progresa. Y, oigan, razón no le falta, puesto que España progresa y avanza, pero hacia la deriva. Esta es la auténtica tristeza de lo que estamos presenciando. Por supuesto puedo equivocarme, pero ver cómo sufren tantas personas y leer a la vez en las noticias que ya hay una planificación del Falcon para el puente de mayo, se me hace revelador.

Por esta razón yo no creo en el Estado, porque no creo en el poder. Por esta razón ¡soy libertaria! Porque el poder es corruptible e insaciable. Cuando el poder devora al personaje, crea paranoias, conspiraciones y envuelve a los líderes políticos en una peligrosa aura de propiedad que con el paso del tiempo termina convirtiendo a cualquier idealista en un autócrata autoritario y con un alto porcentaje de riesgo de convertirse en tirano. El mundo está lleno de ejemplos, y cualquier gobernante que se ha perpetuado en el poder más allá de dos mandatos, termina confundiendo servicio con propiedad privada, y ésto queridos lectores, no es precisamente lo que los demócratas deberían defender. Y después nos llaman a los liberales insolidarios, ay ay ay…

Pero, más allá del paripé al que vamos a asistir hoy, es importante que entendamos que esta división social a la que nos enfrentamos es precisamente el juego al que quieren vernos jugar. Debemos mantener firmeza y sentido común para defender a nuestras instituciones, puesto que la democracia no consiste en ser ‘hooligans’, más bien en comprender que el Estado en realidad forma parte de sus ciudadanos, y que nuestros gobernantes son personas que se deben poner a disposición para el servicio de sus funciones y para nada más.

Cuando se convierte servicio en privilegios, entonces nos amenaza el fantasma de convertirnos en una democracia sin alma, defendida por aquellos que priorizan sus intereses personales a los del resto y que buscan en la exaltación de nuestras emociones, la crispación, la división, y la pérdida total del sentido común para que el orden social se posicione en un; ¡conmigo o contra mí! Y así queridos míos, es como se rompe una sociedad. 

La única realidad latente para mi es que Sánchez no pasará a la historia por haber traído la concordia y la convivencia a Catalunya, eso me temo que sucedió cuando la sociedad catalana se dio cuenta de la gran mentira que fue el procés. El problema de Sánchez es precisamente lo contrario, haber reactivado la crispación en la España más dividida de toda la democracia, y ante ello el presidente de España decide dirigirse a sus ciudadanos por carta y en twitter, escondido durante 5 días en un acto de irresponsabilidad política sin precedentes. Pedro, tú mismo eres tu mayor oposición, tú hemeroteca, tus ideales, tus cambios de opinión y tus mentiras te están traicionando. ¿No eras tú quien decía que en democracia pierde aquel que se esconde y oculta?

Gisela TurazziniBlackbird Bank Founder CEO.

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