Palizas normalizadoras

Palizas normalizadoras

Las viudas de los asesinados por ETA, los guardias civiles y ustedes mismos son un fardo para eso de la normalización. Lo es cualquier especie incapaz de renunciar a la derrota abierta del terrorismo. Junto a ellos son ustedes una corriente demodé y pegajosa pringando ese vanguardismo sin aristas basado en el empate entre beneméritos apaleados y el terrorismo navarro que, aunque sea eventual y aldeano, es igual de hijoputa y criminal que el de aquel Dream Team de la Parabellum 9mm que practicaba strikeshome runs con amonal, convirtiendo en bultos a hombres, niños, mujeres y ancianos. La normalización es guay, una se la prueba y siente que es como llevar mini con panties de red y unas Doctor Martens. Es tan, tan guay como pedir una rodaja de pepino cada vez que te sirven una tónica con Hendricks.

Levitas en una especie de supradimensión de demócrata imparable, así que ese rollito del conflicto político y la paz bien merece doblar a los guardias civiles de Alsasua en el cajón donde se esconde el atavío hortera de una democracia trasnochada. La dignidad ya no pega con casi nada. Mejor guardarla junto a los calcetines, la Super Pop e ilustres socialistas como Múgica o Pagaza, insultados ahora por este PSN que anuncia en bando junto a Bildu y Geroa Bai que la democracia foral la articulan ahora 50 borrokas nostálgicos y no la ocupación de las Fuerzas del Estado.

Aquella normalización comenzó en el 2005, cuando Zapatero y Eguiguren empezaron a llamar abiertamente “hombres de paz” a los terroristas. Cuando empezaron a deslizar de forma lobotomizante la especie de que las víctimas del terrorismo eran personas vengativas y rencorosas que no querían eso que el gobernante llamaba “paz”. Comenzó cuando el PSOE, y no Bildu, trazó las trincheras imaginarias que convertían el exterminio selectivo en la última batalla armada Europa. Cuando tras esas trincheras metió sin su permiso ni el de sus viudas a gentes como López de la Calle, aquel columnista de El Mundo que, tras la póstuma asunción de ‘La Guerra’ inventada por sus compañeros socialistas, debió sentirse como el orto por intentar neutralizar con el boli prendido en el bolsillo de su camisa o con su paraguas granate al “activista político” de férreos principios que le metió cuatro tiros en la cabeza. A eso el PSOE lo llamó conflicto. Al acatamiento de que, comparado con una bala en la cabeza, una paliza a dos “pikoletos” en la puerta de un garito es un acto de misericordia que hay que agradecer exiliándote.

Normalización es la sordera frente al ritmo frenético del “Jotake” y “las granadas de ETA pega y fuego” mientras da un mitin Ortega Lara, en pleno “nuevo tiempo” del PSOE. Normalización es el TSJ del País Vasco defendiendo el “Jaque Mate a la Guardia Civil” de Hasier Arraiz, líder de Sortu, como libertad de expresión. Normalización es que Mendía barra las atrocidades practicadas por ETA, 900 víctimas y 300 asesinatos sin resolver, bajo las alfombras con la idea de que la hez ideológica no existe si no apesta. Normalización es el éxito logrado de que a demasiados de nosotros todo esto nos importe un bledo y lo es que el PSE y el PSN se hayan convertido en una vergüenza demasiado cobarde para luchar y demasiado gorda para salir corriendo.

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