Pablemos ya no es el macho alfa, como mucho, el épsilon
No sé si Dios existe pero hay circunstancias, sucesos y síntomas que me invitan a pensar que sí. La última de ellas es la jibarización de un Pablo Iglesias que no levanta cabeza desde que OKDIARIO destapase la compra de su galapagueño casoplón de 275 metros cuadrados, 2.000 de parcela, piscinaco y casa de invitados. Aquella revelación marcó un antes y un después en la vida política y personal del secretario general de Podemos. El chalé es como los turning point de las películas, ese momento que transforma para siempre al personaje principal. Ese instante a partir del cual ya nada será igual.
El sin vergüenza de Echenique, ése que da lecciones habiendo tenido a un asistente sin dar de alta en la Seguridad Social y pagándole con esos billetes color Podemos conocidos como bin ladens, se las prometía muy felices estos días. “El sábado”, auguraba farruco él, “vamos a desbordar la Plaza del Reina Sofía y los banqueros, el monarca, los ex ministros en los consejos de administración, Marcos de Quinto y los buitres se van a poner muy nerviosos”. A eso de las seis de la tarde los banqueros, el monarca, los ex ministros en los consejos de administración, los buitres y, por supuesto, el bueno de Marcos de Quinto se descongojaban del argentino que vino de Rosario a darnos lecciones éticas y morales a los españoles.
Y quienes de verdad estaban nerviosos, muy nerviosos, histéricos diría yo, eran los organizadores del sarao, que llegaron a fletar decenas de autobuses de toda España para no pegar el gatillazo el día D de la vuelta de Él. ¿Recuerdan el cartel del pájaro con un elocuente VU-EL-VE” en el que el “EL” figuraba destacado en un color diferente como si se tratase del mismísimo Jesucristo redivivo o el Jesucristo Superstar de la célebre e igualmente resucitada obra teatral. Los buses eran gratis, como los que disponía Franco cada vez que daba sus speeches en la Plaza de Oriente. Con una particular diferencia: el dictador llenaba siempre la gigantesca explanada frente al Palacio Real; este otro caudillo no lo consiguió este sábado ni de lejos en un espacio 5, 10, 15, 20 o las veces que sean más pequeño como es la plaza de Juan Goytisolo.
La gente (empleo su propia terminología) no es precisamente gilipollas. Y la gente es consciente de que un tipo que juraba y perjuraba que nunca dejaría su tan legítimo como no muy limpio apartamento de Vallecas es un auténtico embustero. Como tampoco olvida esas furibundas críticas a “esos políticos que viven en chalés y se aíslan”. O como cuando en un reportaje con Ana Rosa le soltó: “A mí me parece más peligroso el rollo de aislar a alguien, porque entonces no saben lo que pasa fuera. Ese rollo de los políticos que viven en Somosaguas, en chalés, que no saben lo que es coger el transporte público”. O como cuando me espetó en La Sexta Noche, indignado por recordarle sus inequívocos orígenes burgueses, una frase para la historia: “Vivo en el Puente de Vallecas, en la Colonia Fontarrón y gano menos de 1.000 euros al mes”. O como cuando arremetió contra el bueno de Luis de Guindos con una pregunta que se volvería seis años después contra él cual bumerán que le revienta la testa: ¿Entregarías la política económica del país a quien se gasta 600.000 € en un ático de lujo?
Se fue a un chalé, se aisló del resto de los mortales, dejó de coger transporte público y le llevan y abren la puerta como a la castuza
El hijo único y niño de papá la lio comprándose el casoplón que, para más inri, aunque eso no es culpa suya sino de alcaldes y funcionarios jetas y de los anteriores propietarios, se levanta parcialmente sobre suelo del Parque de la Cuenca Media del Guadarrama. Se fue a un chalé, se aisló del resto de los mortales, dejó de coger transporte público, le llevan y le abren la puerta como a la castuza más genuina y, en el colmo de la mala suerte, su chabolo costó más que la de Luis de Guindos. Jajajajaja. Lo que lo destrozó definitivamente fue el oropel del interior, desgranado con todo lujo de detalles en LOOK-OKDIARIO. Esa tinaja gigante a modo de cuarto de baño, esa piscina gigante más propia de una casa en Acapulco o Miami que de Galapagar, esa casa de invitados, ese dormitorio con cama Luis XVI…
Claro que el mosqueo de la peña que llega a duras penas a fin de mes, que vive en hogares manifiestamente mejorables o directamente indignos, se disparó hasta el infinito cuando se enteró por OKDIARIO que Iglesias e Irena Montera se habían comprado por 670.000 euros un inmueble cuyo valor real de mercado no baja de un millón y que, ateniéndonos a la valoración catastral, no estaría en los 800.000. Si a mí me ponen a tiro el hogar de los Iglesias-Montera por 670.000 pavos ese chaletaco, lo compro, lo revendo y me saco 300.000 del ala por la patilla. ¡Ah!, por no hablar de los 3.000 ó 4.000 euracos que debe costar al mes mantener un hogar de estas características en el que necesitas servicio a tutiplén si los cabezas de familia trabajan, jardinero, porque 2.000 metros cuadrados necesitan mantenimiento so pena de que quieras que se convierta en la Amazonia, piscinero y astillar todos los años dos mil y pico euros de IBI.
La gente, siguiendo con su terminología, tampoco olvida su comportamiento con las mujeres. Tics que le convierten en el tipo más machista del Congreso de los Diputados y seguramente en uno de los ciudadanos más misóginos que pueblan la Península Ibérica. Su “azotaría a Mariló Montero hasta que sangrase”, su “lleva usted un bonito abrigo de piel” dirigido a una periodista en rueda de prensa y su “le dejo mi despacho, señora Levy, para que se entienda con nuestro diputado Miguel Vila” son insuperablemente repugnantes.
Si uno se coge el permiso de paternidad no es precisamente para estar todo el día tuiteando o reuniéndose con Pedro Sánchez
Por no hablar del permiso de paternidad que solicitó para, teóricamente, cuidar de sus hijos. Una patraña como cualquier otra que no es sino postureo. Infantil postureo para más señas. Si uno coge un permiso de estas características no es precisamente para estar todo el día tuiteando, reuniéndote con Pedro Sánchez, dirigiendo a los tuyos aunque sea telemáticamente o maquinando orgánicamente entre bastidores. Y, desde luego, lo que le mata socialmente son las imágenes que nos llegan a diario de las matanzas que perpetra su siniestro jefe Nicolás Maduro. Sí, ése que le metió 272.000 dólares en una cuenta a su nombre en el paraíso fiscal de Granadinas.
Pablo Iglesias, el pierdepleitos. Palmó en primera instancia la demanda que nos interpuso por destapar sus cuentas granadinas (no precisamente de la ciudad de La Alhambra), en la Audiencia Provincial y ahora la Fiscalía del Supremo propone también la desestimación. Hace tres o cuatro semanas también le dieron otro sopapo judicial con la querella que nos metió por “hostigamiento, acoso y revelación de secretos” tras publicar la primicia del casoplón. Y anteayer sucedió tres cuartos de lo mismo con la que me planteó en el Juzgado de Instrucción 38 de Madrid por osar desgranar en el Senado el manguerazo de pasta que ha recibido de dos dictaduras sangrientas: la venezolana y la iraní. En qué poquita cosa se nos ha quedado el antaño líder en las encuestas, el macho más macho de todos los machos, el genio de la política con el que babeaba ese 80% de la profesión periodística que siempre le ríe las gracias y nunca ha dejado de perdonarle barbaridades que costarían la carrera política a cualquier mandamás del centroderecha en menos de lo que canta un gallo. Pablemos ya no es el macho alfa. Tampoco el beta o el gamma. Menos aún el delta. Se nos ha quedado en el macho épsilon. Como mucho.
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