Onieva al desnudo

Íñigo Onieva al desnudo
Íñigo Onieva al desnudo

A punto de convertirse en yerno de la campeona del papel cuché
(campeona también de las bodas consecutivas con poderosísimos de
todos los sectores) y habiendo comenzado la negociación de la exclusiva
de la boda con Hola!, Iñigo Onieva, 9 años menor que Tamara, es
boicoteado por el clan Preysler, invitado a desalojar su residencia habitual
y cae desarmado en una avalancha de acusaciones y descrédito mediático
por besarse en un concierto con mujer distinta a su novia.

Por supuesto, el zagal tiene un concepto personal y flexible de la fidelidad,
distinto al de Tamara, católica conversa de 41, que cuenta los días para
casarse de blanco por la iglesia y dar vida a una caterva de pequeños
Influencers. ¡Justo lo que el mundo está necesitando!

Lo siento por los morbosos, pero ¡no hay más escándalo!, ni perversidad,
no es un engendro ni un prodigio del engaño y la manipulación (como ha
puesto de manifiesto la chapucera pillada). Un beso o puede que un polvo,
o dos, nada que Isabel Preysler, la patrona de los matrimonios
concatenados (no es una crítica, es una observación) no pueda
comprender. Como diría Tamara, ¿estamos locos o qué?

Fuentes cercanísimas a Onieva afirman que se muere de la vergüenza y la
pena ¡Normal! Las noticias acerca de su mayúscula vileza se actualizan
cada hora, procurando sacar a la luz alguna nueva infracción suya o de su
estirpe, donde no se salva de potencial escarnio ni su tatarabuelo, ni su
loro “Julio Iglesias”. ¡Cuánta gente se compensa con los deslices de los
demás!

¡Pobre Tamarita! Engañada por un arribista psicopático que a punto ha estado de dar el braguetazo del siglo. Porque los “contrarios” son pobres,
ambiciosos, unos tirados; que la universidad privada les regala los títulos…

Les cuento que Iñigo Onieva nació en el poderío económico, como dirían
algunos “forrado”, en una verdadera mansión en la Moraleja, donde
continuó viviendo con su madre cuando ésta se divorció de Onieva padre.

Estudió en las Irlandesas y la Universidad Antonio de Nebrija y se
especializó en Diseño de Transportes y automóviles en Italia e Inglaterra,
algo que compatibilizó con amigos, amigas, viajes y lujos constantes, como
es previsible en su entorno social y económico.

Onieva es el hermano mayor de la actriz Ale Onieva, conocida por
participar en series como El secreto de Puente Viejo, Alta mar o Presunto
culpable. Los padres de ambos son cero snobs y, a diferencia de los de la
marquesa, nunca han sido muy dados a mostrarse en la prensa y vender
exclusivas, sino que optaron por llevar una vida reservada a salvo del
colorín, no por eso menos espectacular. El padre es Director Global de E-
Commerce del Grupo Barceló, y la madre Carolina Molas, una de las
empresarias más famosas y reputadas (y guapas) del país, que, sólo unos
pocos años mayor que Tamara, hacía las veces de amiga o hermana grande
de la novia.

Ella escogió junto a su hijo el extraño anillo (muy rarungo, aunque le
sentaba estupendo el día que se lo puso en esas manitas que no friegan
cacerolas) de compromiso (de 15.000 euros), ya devuelto, para Tamara, del
que poco se ha hablado y menos se hablará ya.

Algunas voces apuntan a que un niño mimado de su edad no se hubiera
fijado nunca en una mujer de 40 con reloj biológico tintineante, si no fuera dirigido por oscuras intenciones, pero eso es muy rancio, premisas
estético-morales heteropatriarcales. ¡La chica es una monada! E
indiscutiblemente, Onieva no iba solo ni descalzo al conocerla, cuando ya
era, por su simpatía y su carisma, dicen, uno de los relaciones públicas más
buscados en España.

Onieva es la cara conocida de la discoteca Lula Club, el referente de la
noche madrileña ahora mismo. Una especie de nuevo Estudio 54, en el 54
de la Gran Vía, por donde se dejaba caer casi todas las noches, los viernes
con su chica, y, a cambio, tenía que acompañarla a misa. Esas
imposiciones tan coñazo…

Onieva es director de Mabel Hospitality, una división de Mabel Capital
propiedad de Rafa Nadal, Enrique Iglesias y Pau Gasol que gestiona
diversos restaurantes de lujo en España y el extranjero.

Y yo, enemiga de linchamientos, piras en plaza pública, bullings y acosos
colectivos, les invito, amigos, a darle una vuelta al caso que nos ocupa,
donde la dama, por más beata, no es una santa e Iñigo Onieva tampoco es
un monstruo (al menos, no más que cualquier otro mortal). Ni siquiera
(estoy segura) podríamos hablar de un Casanova, ni un donjuán (aún le
faltarían unos minutos de cocción); Onieva sólo es un chico juerguista de
su edad: 32 años (Ah, Tamara… quien se acuesta con niños…).

Eso sí, el comunicado laísta de Instagram: “Me duele enormemente
haberla hecho daño”. ¡Eso sí que es imperdonable!

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