De nuevo en tierra firme

De nuevo en tierra firme

Los sueños se acaban, al despertar cada uno se levanta con una sensación distinta en función de si ha visualizado una pesadilla, un deseo o un cuento de hadas. La final de esta Copa del Rey no ha sido ninguna de las tres cosas, digerir una derrota por penaltis nunca es fácil, cual sucedió en Valencia ante el Barça, o en la prórroga donde has tenido la oportunidad de marcar antes que tu contrincante, recuerdo imborrable de la afrenta del Santiago Bernabéu contra el Atlético. Sin embargo la liga sigue su curso, la clasificación no es boyante y con el avión ya en tierra lo primero que haces es poner los pies en el suelo.

El momento ya no admite críticas, ni hay tiempo para conclusiones. Lo más urgente es recuperar el ánimo sin renunciar al análisis aunque no haya espacio para ni nada que reclamar a tu conciencia. El sábado llega el Real Madrid y el árbitro no será como Munuera Montero en La Cartuja y después dos salidas consecutivas a Sevilla y Cádiz, uno en trance de infección y el otro, desesperado. Tal calendario, redondeado con la visita del Atlético a Son Moix como colofón del cuarteto de compromisos, exige pasar página rápidamente tanto en Son Bibiloni como en todo el entorno mediático y social.

El mallorquinismo, de otro lado, ha de depurar responsabilidades donde haga falta. Los esforzados seguidores que optaron por viajar en barco, fueron sometidos a todo tipo de mentiras, engaños y maltrato. Cualquier traslado implica acomodo y no tratar a las personas como ganado, tirados por el suelo salvo pagos adicionales inadvertidos. Y no vale con que Moviment Mallorquinista le pase la patata caliente a la agencia de viajes, Veloviajes, ni esta a la naviera, GNV. No basta una disculpa. Como mínimo interponer acciones legales que comporten la intervención de las instituciones pertinentes.

Entre los efectos colaterales, los imputables a la venta de entradas por parte de la Federación Española. Seguidores vascos en la zona del Mallorca, localidades en espacio neutral y ya, no solo a modo de anécdota, la representación de la Federación Balear en el palco de autoridades: Pep Sansó, un presidente en situación irregular del que se ha solicitado su suspensión e inhabilitación, Miquel Bestard no sabemos en calidad de qué y José Tirado, directivo y gerente del Palma Futsal, mientras el señor Horrach, precandidato a unas elecciones no convocadas aun, se quedaba en Palma. Rubialismo en estado puro. ¡Qué cutrez!.

Por cierto, la previsión de una recepción en el Consolat de la Mar no procede, huele a oportunismo más que inoportuna e interfiere en la concentración para el partido del sábado. La Copa ha muerto, ¡viva la liga!

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