¿Nos deslizamos hacia la violencia?
Muchos han comparado la situación de Cataluña con la del Reino Unido. Incluso se ha etiquetado la nuestra como “Catalexit”. Habrá alguna diferencia, pero lo que acaba siendo similar es el nivel de encono de las partes. La polarización de grupo entre ambas es importante, aquí y en el RU. Hasta el punto de que en Gran Bretaña ha causado enorme revuelo una encuesta elaborada por las universidades de Cardiff y Edimburgo sobre la previsión de un desenlace excesivo.
La llamada Future of England Survey de este año, que examina las actitudes de los votantes sobre la Constitución en Inglaterra, Escocia o Gales, podría ser, según sus autores, “incómoda de leer” tanto para los que votaron Leave como para los que votaron Remain. El conocido escritor Jonathan Coe mencionaba el sondeo este mismo martes en una entrevista en El Mundo: “Según una encuesta reciente, la mayoría de los británicos vería aceptable algún tipo de violencia contra los políticos si esto sirve para salir de la situación”.
El pasado domingo se celebró una importante manifestación en el centro de Barcelona organizada por Sociedad Civil Catalana. Muchas personas participaron, arrojando cifras discutidas como es habitual: 400.000 según la organización y 80.000 según la Guardia Urbana de Ada Colau. Ya sabemos que, en las manifestaciones consideradas políticamente correctas, que son invariablemente las que convoca el nacionalismo o la izquierda, las cifras les sirven para hacer política. Sea como sea, fue un éxito si tenemos en cuenta la agresividad vivida en las últimas semanas y que los independentistas trataron de impedirla por diversos medios.
Grupos de violentos cortaron varios accesos por carretera a Barcelona. También trenes y metros. En estos disturbios no hay constancia que hubiera heridos, pero se respira en Cataluña la tensión acumulada. No solamente en los enfrentamientos directos entre policía e independentistas. También durante cortes de carreteras en las que los conductores, en particular de camión, se han enfrentado a los piquetes, muchas veces con éxito.
Ese deslizamiento hacia la normalización de la violencia ha subido un grado esta semana cuando la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, manifestó, preguntada por esta cuestión, que “al final el mundo es como es” y “son estos incidentes los que hacen que estemos en la prensa internacional de manera continuada estos días, es decir, que hacen visible el conflicto”. Cuando se le insistió sobre si esta supuesta visibilidad era positiva o no, osó responder en estos términos: “Es evidente que puede tener aspectos positivos y negativos, pero al final el principal responsable es la violencia del Estado”. Ante manifestaciones tan graves, SCC va a interponer una denuncia.
La encuesta 2019 Future of England Survey es preocupante. Pero debemos precavernos de las profecías auto cumplidas. Como dice Kenan Malik en su blog Pandaemonium, si miramos más de cerca esa encuesta, vemos que, como siempre, afecta el resultado el cómo se hacen las preguntas. Y se podrían haber hecho con más prudencia. Es cierto que, sobre la posibilidad de la violencia, los Remainers parecen más cercanos a la idea de que es posible sea cual sea el resultado del Brexit, pero el sondeo no revela ninguna “sed de mal” ni entre Remainers ni entre Leavers. En lo que tenemos que fijarnos es que su foto muestra que ambos grupos piensan lo peor de las intenciones de sus contrarios.
Esa es la primera pista para estar muy preocupados. No cabe duda de que la escalada de la violencia en las calles y el abuso de los instrumentos del poder por parte del establishment separatista catalán (se atreven, incluso, con una purga entre los Mossos) hace que una parte de la población catalana se atemorice. Pero que no se alegren ni Paluzie ni ANC: tener a los no nacionalistas con miedo no es un éxito, es una bomba de relojería.