No hay PSOE bueno, ni lo habrá

PSOE

En las sociedades modernas, celebramos una democracia imperfecta con la alegría contenida, hasta que nos preguntamos cómo perdimos nuestra libertad la mañana en la que nos despertamos bajo un régimen tiránico. La España que puso a Zapatero y lleva veinte años bajo los efectos del fentanilo moral que alimenta a los imbéciles del pesebre, ahora se indigna con la boca pequeña, porque si se excede en el cabreo contra los corruptos que están saqueando la nación, aparece la ultraderecha. Hay reflexiones merecedoras de que se le quite el derecho a voto para siempre.

Tenemos a ex presidentes haciendo de intermediarios de narcotraficantes y a presidentes capitalizando el delito en lo más alto del poder. Y España resiste porque el verano asfixia y las cañas no esperan. La libertad hace tiempo que es una quimera de despiste mientras los ladrones van a la oficina cada día a exigir su mordida social. Entre los vividores del Estado y los que buitrean su comisión política de lobistas consentidos, nos queda una pirámide invertida donde la producción depende de unos cuantos trabajadores y autónomos que financian la vidorra consiguiente de socialistas caraduras.

La actual legislatura debió terminar hace mucho tiempo. No debió iniciarse, de hecho. Montada sobre una farsa y construida en base a mentiras y delitos, agoniza en los últimos estertores del saqueo socialista mientras la UCO honra la democracia entre presiones y amenazas. Se ha demostrado lo que ha llevado una historia de más de cien años contar: que no hay PSOE bueno, ni lo habrá. No hay ya escándalo que resista una defensa ni delito que no deba someterse a juicio. La estrategia del gobierno de la rosa nostra es presentarse como digno cuando en él sólo resiste la putrefacción de una estafa piramidal que lleva toda una vida engañando a la nación que aún le vota. Ya nada impide una auditoría que explique cómo hemos permitido tanto ladrón continuado durante décadas, epílogo a una transición que nunca esperó fabricar monstruos como Zapatero y Sánchez. Ahora quieren buscar una cuestión de confianza cuando les queda la deshonra de un exilio político que pactarán con los mismos que llevan manteniendo el cotarro patrio desde que murió el otro dictador.

Begoña fue la primera en quitarse de en medio y ya está tramitando nacionalidad caribeña, Ábalos parece dispuesto a cantar La traviata y Koldo tiene grabado a medio país, con Cerdán ejerciendo de triángulo equilátero del chanchullo y Zapatero como eje del mal y verdadero número uno de toda la organización criminal que gobierna bajo siglas conocidas y consumidas. La conclusión es evidente: España necesita la desaparición del PSOE para volver a ser una nación respetada y respetable. Y evitar que la panoplia indecente, totalitaria y golpista que rodea al socialismo –desde el nacionalismo xenófobo hasta el comunismo sangriento– obtenga cuotas de poder nunca más.

La verdad padece y perece cuando está en manos de trileros. Sin una sociedad civil fuerte y autónoma, no hay sociedad política decente y vigilada. Por eso, la salida de Moncloa del todavía presidente del Gobierno no será suficiente. Ya no nos conformamos con dimisiones y convocatoria de elecciones anticipadas. Los ciudadanos que cumplimos la ley, pagamos impuestos abusivos y queremos que vuelva la confianza a la política y las instituciones, queremos juicios, condenas, sentencias y prisión. Sobre todo, mucha prisión. Empezando por Zapatero y acabando con Sánchez. Y sin perdón ni enmienda para la cueva de Alí Ferraz que acoge y recoge una centuria de robos, saqueos, golpes de Estado, asesinatos, terrorismo de partido, checas, torturas, corrupciones, pucherazos y mentiras.

El socialismo apenas sí existe, o es residual, en los países más prósperos del mundo. El partido socialista ha desaparecido en Francia, ni se nombra en Estados Unidos, es insignificante en Italia y Grecia, y en toda Europa está retrocediendo hasta la nulidad. Ya va tocando dejar de creer, por millones, que los del puño en alto vienen a defender al obrero, al pobre, a la mujer y demás zarandajas buenistas creadas para mantener a ovejas subsidiadas y argumentarios de camiseta. Cuando España y los votantes de fentanilo asuman que no hay PSOE bueno, ni lo habrá, podremos creer que tenemos solución.

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