No estaba muerto…

En la vida asociativa, como en la política y en los negocios, las derrotas pueden ser espejismos. Hace unos meses, Gerardo Cuerva dio un paso al frente para disputar la presidencia de CEPYME. Lo hizo con un proyecto claro: transformar un modelo empresarial anquilosado, demasiado cómodo en sus inercias y demasiado lejano de las pequeñas y medianas empresas. La maquinaria de la CEOE, con todos sus resortes, se movilizó contra él. Y sin embargo, la diferencia fue mínima.
Ese dato es lo que de verdad importa. No porque Gerardo no llegara a la presidencia, sino porque miles de voces empresariales encontraron en él un referente. Porque supo transmitir que otro modelo es posible. Y porque, aunque no alcanzara la meta entonces, dejó encendida una llama que ni el aparato más poderoso puede apagar.
Gerardo no ha querido que su silencio posterior se interprete como una reacción amarga a la derrota. Al contrario: ha asumido el resultado con la serenidad de quien sabe que el futuro no se escribe en una sola votación. Ha entendido que el cambio profundo, el que de verdad se necesita, no nace de una aritmética ajustada, sino de un trabajo paciente, de construir equipos nuevos, de ir sumando fuerzas, de preparar una refundación que devuelva a la representación empresarial credibilidad, pluralidad y eficacia.
En los pasillos, en las federaciones territoriales, en las asociaciones sectoriales, se percibe que algo se ha movido. Se va extendiendo el virus de que Gerardo volverá a presentarse, yo así lo espero. Si lo hace, lo hará reforzado, con un mensaje aún más sólido y, con toda seguridad, lo hará con un equipo renovado. No estará solo, porque no estuvo solo antes. Lo apoyarán quienes creen que la representatividad de las pymes no puede seguir dependiendo de acuerdos de despacho, sino de estructuras transparentes, democráticas y modernas.
“No estaba muerto…”, dice el refrán popular, y lo cierto es que Gerardo Cuerva no ha hecho más que empezar. Su primera batalla fue la de dar visibilidad a un debate que parecía prohibido: ¿sirven nuestras organizaciones empresariales a quienes deben servir? La siguiente, espero, será la de demostrar que sí se puede refundar un modelo. Y entonces, quienes hoy se apresuran a celebrarse en el poder heredado tendrán que responder, de frente, a esa mayoría silenciosa que quiere otro futuro para la empresa española.
Si se decide, volverá a contar con mi apoyo.