Nadia Calviño, noble ministra
Un politicastro dañino con ideas confusas impide a España presidir el Eurogrupo. Obviamente, hablamos de Pablo Iglesias. Bruselas no soporta sus gritos incendiarios, como: “Ser demócrata es expropiar”, “la Guillotina es el acontecimiento fundador de la democracia”, (otra imbecilidad, ya que fueron los atenienses los que inventaron el poder del pueblo en el siglo VI a.C.). “El papelito que se escribió (Constitución) hoy no se respeta” (no lo respetarás tú, guerrillero de pacotilla, que buscas enriquecerte a costa de nuestras desgracias). También prometiste: “Podemos no entrará en ningún gobierno presidido por el PSOE”. Entonces, mitad demente, mitad falsario, ¿con quién andas ahora?
La supuesta derrota -pues no es tal- de Nadia Calviño, una magnífica y noble ministra de Asuntos Económicos, es una victoria. Mejor es tenerla aquí, en Madrid, que allá en Bruselas. La gallega es la única persona capaz de meter en cintura al comunista y librarnos de su tendencia al despilfarro inútil. Nadia vale cien veces más, que el irlandés, Paschal Donohoe, que se parece a Mr. Bean, y me niego a admitir su fracaso. Si Sánchez, en su entrevista con el Corriere della sera, en la víspera del recuento de votos, para nombrar presidente del Eurogrupo, no hubiese abierto la boca, declarando que él nunca pactaría con el Partido Popular, hoy, la gallega, sería la reina de Europa. Pero, con imbéciles, no hay dama que alcance la gloria.
El fracaso diplomático -de serlo- se debe al social-comunismo. Con un ganso de presidente y una hiena de vicepresidente, manejando los hilos del poder, no se podría esperar otro desenlace. Nadia, igual que Juana de Arco, ha sido sacrificada en la hoguera.
El augurio de Pedro Sánchez no se cumplió. ¿Por qué? ¡Ah! Pablo, el indecente, ha vuelto a quitarle el sueño tras haber gafado a Nadia y ahora pide que Felipe VI abdique. A personajes como Iglesias, hay que exterminarles políticamente.