Vox no necesita ser la caricatura de Vox

Vox no necesita ser la caricatura de Vox

“No se puede tolerar que los votantes de Vox seamos tratados como apestados” es una de las excusas más repetidas, lamentables e infantiles que una puede leer cuando critica la política de pactos de Vox: salir en el photocall con Ciudadanos. Condición que ha urdido la primera votación de “la derechita valiente” con la ultraizquierda sanchista del PSOE y los comunistas bolivarianos.

Condición que ha tejido el hilo sobre el que camina Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, a día de hoy, sin la posibilidad de ser investida, para gozo de Gabilondo, que se frota las manos con el espectáculo. Es lamentable, estúpida y ofensiva puesto que, según los fan boys, Rocío Monasterio, Iván Espinosa de los Monteros, y Víctor Sánchez del Real “no pueden permitir el ninguneo a los votantes de Vox, pero ¿le han preguntado a los 61.591 votantes que Vox tiene en Murcia si lo que les ofende y, ya de paso, les jode la vida, es ser gobernados por la ultraizquierda sanchista y los comunistas bolivarianos durante los próximos 4 años? ¿No es un ninguneo directo de los líderes de Vox a sus votantes que utilice a los de Murcia para lograr sus, a priori, legítimos puestos de poder en la Comunidad de Madrid conscientes de que 61.591 son el cordero sacrificable para que Espinosa y Monasterio dispongan del botón rojo madrileño a 200 metros del salón de casa?

Comprendo el evocador sentido de pertenencia y hasta la vinculación sentimental que muchos de los incondicionales de Vox  experimentan tras haber firmado la hoja de afiliación del partido. Tras décadas de insultos y estigmatización por sentir España hasta la médula, a servidora también se le sale el corazón del pecho en un mitin de Santiago Abascal. Yo también lo sentí, y aquello me llevó a cofundar el partido el 2014, y a hacerme 1500 kilómetros a la semana en BlaBlaCar para estar 24 horas al servicio del partido, pero convertir una organización política en el “hombre o en la mujer de tu vida” sólo llevará a los seguidores de Vox a la frustración personal más rotunda y a la destrucción de un proyecto de país urgente y necesario de la forma más estrepitosa.

Vox no necesita la descarga eléctrica de Vox a través del PP para dejar a Ciudadanos en coma, pues de acuerdo a Sigma 2, el 22,3% de votantes de la formación naranja estarían arrepentidos de haberlo hecho. Ahora bien, en el mismo sonde la intención de voto a Vox también baja un 23% con una más que probable convocatoria general de elecciones a la vuelta de la esquina.

¿Dónde está Santiago Abascal?¿Por qué la voz cantante del matrimonio Monasterio/Espinosa de los Monteros conduciendo el partido hacia lo que uno de sus votantes me describía esta misma mañana como “una deriva hacia el tradicionalismo naftalínico”?¿Cree el portavoz de Vox y su diputado por Badajoz que es factible conminar a un duelo al amanecer a Federico Jiménez Losantos y a todo los periodistas y opinadores que han pasado los últimos 5 años defendiendo su legitimidad democrática y su programa en todos los platós y radios nacionales equiparándonos a los activistas de extrema izquierda?¿Por qué tras haber reconocido de forma explícita que pincharon en las autonómicas por el fiasco de su plan de comunicación siguen repitiéndolo?

Por muy estúpido que sea Rivera y por muy evidente que sea la inutilidad operativa de su partido, los ciudadanos de Murcia saben que, sin Vox, al PP y Ciudadanos sólo les faltaban 2 para llegar a la mayoría absoluta, y éste ya es el segundo gran error del partido de derechas. El primero fue regalar a los nacionalistas y a Podemos Valencia y la Comunidad Valenciana por culpa de haber elegido a los peores candidatos posibles y por culpa de haber vaciado sus arcas de cara a sus campaña municipal y autonómica en el bastión esencial para frenar a Torra en su pretensión de anexionar Valencia y la Comunidad a su ofensiva golpista gracias a Chimo Puig y a Ribó. Puig hubiera perdido 2 escaños y el poder en la Comunidad si los apoyos de Abascal se hubieran repetido de forma exacta con su mediocre candidato. En el caso de Ribó, éste sólo ganó la alcaldía por 250 votos por culpa de la falta de ambición de Vox, que no quiso presentar a sus candidatos por el único decoro del miedo al ridículo.

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