Una moción entre el deseo y la razón
El corazón y el cerebro -deseo y razón, respectivamente- tienen, en muchas ocasiones, impulsos diferentes, al actuar, el primero, movido por el deseo y el segundo por la fría realidad. Eso es lo que sucede en el caso de la moción de censura que, a iniciativa de Vox, está dispuesto a encabezar el profesor Tamames.
Es obvio que quienes defendemos la Constitución, nuestro sistema constitucional de monarquía parlamentaria, la Transición, la unidad de la nación y la prosperidad, deseamos que la pesadilla horrorosa que esta suponiendo el Gobierno de Sánchez acabe cuanto antes, porque se ha convertido en el dirigente político más dañino para nuestra convivencia de las últimas décadas, y eso que Zapatero había puesto ese listón muy alto, pero Sánchez lo ha superado haciendo suyos muchos de los postulados de Iglesias y de Podemos, metiéndolos en el Gobierno y gobernando con la extrema izquierda, los independentistas, el antiguo brazo político de ETA y con los condenados por el intento de golpe de Estado de octubre de 2017 en Cataluña.
Sánchez ataca a la convivencia, con su sectaria ley de memoria democrática trata de remover odios que quedaron felizmente superados, se implica en la destrucción de la concordia lograda en la Transición e intenta resucitar los más bajos instintos desde las vísceras para provocar un enfrentamiento que le dé alguna opción al tratar de aglutinar en él a todos los radicales. Asimismo, la economía la deja cada vez más endeudada y con graves problemas para el medio y largo plazo, aunque la mantenga en pie en el momento actual anestesiada con ingentes cantidades de dinero público, que sólo nos endeudan más y más, mientras impone nuevos impuestos que seguramente terminarán siendo anulados por inconstitucionales, por constituir doble imposición o por invadir competencias, al tiempo que, por ley, obliga a llamar indefinidos fijos-discontinuos a los que tienen un trabajo temporal, para hacer ver que el mercado laboral va de una manera que no se corresponde con la realidad. El resto de sus leyes, como la conocida como sólo sí es sí, la ley trans o la del aborto, causan o pueden causar daños irreparables, como vemos con la suelta de violadores por los defectos de la primera de esas leyes mencionadas, que siguen saliendo porque el parche que quieren poner lo dilatan por enfrentamientos en el Gobierno. La ley del aborto, que permite a una niña de dieciséis años abortar sin conocimiento ni consentimiento de sus padres, deja a esas criaturas en un estado de gran fragilidad ante un asunto tan terrible, además de atacar los derechos del no nacido, que pasa a tener menos derechos que los animales en otra ley esperpéntica, la de bienestar animal. En cuanto a la ley trans, puede provocar daños irreversibles en niños que se cambien de sexo sin conocimiento de sus padres si tienen dieciséis años, que si van más allá que lo que es un mero cambio en el registro, si luego se arrepienten ya no tendrá remedio para el resto de su vida.
Todo ello, hace necesario que Sánchez no continúe como presidente del Gobierno, para lo cual hay dos mecanismos: una moción de censura que triunfe o una derrota de Sánchez en las elecciones generales. Y aquí es donde el corazón y el cerebro, queriendo lo mismo -echar a Sánchez-, pueden tener impulsos diferentes. Como para las elecciones generales quedan unos meses, hasta final de año, si una moción de censura triunfase sería mejor que esperar hasta entonces. Sin embargo, no hay escaños suficientes actualmente para que una moción de censura triunfe, con lo que habrá que esperar a que en las elecciones generales los ciudadanos echen a Sánchez.
El corazón, probablemente, nos pide que, pese a no cuadrar los números, se le censure y se le expongan, una a una, sus barbaridades en la gestión y la convivencia, pero el cerebro nos dice que eso no es positivo, porque al no tener opciones de triunfo, sólo servirá para que todo el bloque que apoya al Gobierno se una votando en contra de la moción y para que Sánchez utilice los múltiples medios de comunicación afines para vender que él es el garante de la convivencia ante la derecha y trate de movilizar a su electorado para tener opciones de ganar en las elecciones.
Por eso, presentar ahora una moción de censura que sea un fracaso, va contra los intereses de un bien mayor, que es echarlo cuando se celebren las elecciones. Es decir, resta posibilidades a que la oposición lo gane en las elecciones, porque puede permitirle movilizar a un electorado que, a día de hoy, lo tiene algo distante. Por ello, Vox debería reflexionar, rectificar y no registrar la moción de censura presentando al profesor Tamames, no porque Sánchez no merezca la censura; no porque el profesor Tamames no represente todo lo que Sánchez está destruyendo y hay que defender; no porque no se quiera echar a Sánchez; sino porque no se pueden perder opciones en las elecciones por darnos el gustazo de oír decirle a Sánchez las verdades del barquero. No está la situación para tácticas de partido, porque si el interés de Vox fuese desgastar al PP, flaco favor le haría a la posibilidad de echar a Sánchez, porque el centro-derecha no puede perder ni un voto ni ver comprometido su objetivo de ganar a Sánchez en las generales, cosa que puede ponerse en riesgo con la moción, debido al poder de manipulación que tiene Sánchez y a su poderío mediático que amplifique dicha manipulación sanchista. No se trata del PP o de Vox, se trata de que Sánchez no puede volver a ganar las elecciones porque puede terminar de destruir nuestro régimen constitucional, al menos, en la práctica, y para evitar eso, el centro-derecha tiene que ganar las elecciones y gobernar, y hoy en día eso pasa por la victoria del PP en las elecciones, que es de los partidos de oposición el único que tiene posibilidades reales de ganar, para ser después acompañado o no por Vox y el resto de partidos, según sean las circunstancias del resultado electoral, pero que todos ellos comparten un objetivo mayor, institucional, no de partido, que es salvar a España del camino trazado por Sánchez.
Por eso, lo deseable sería no darle ninguna carta a Sánchez y que Vox y el profesor Tamames no presentasen, al final, la moción, precisamente para poder lograr dentro de unos meses, derrotando a Sánchez en las elecciones, la recuperación del espíritu de convivencia y de la Transición que representa el profesor Tamames.
No obstante, si Vox y el profesor Tamames no dan marcha atrás y la presentan -que es lo que parece que pasará-, entonces, como segundo óptimo que llamamos en economía, el profesor Tamames no debe darle excusas a Sánchez para que este último se presente como una víctima, por lo que el profesor Tamames debería hacer un discurso completamente institucional, con rotundo sentido de Estado, alejado de partidismos, censurando a Sánchez por los males que éste inflige a la convivencia y a la prosperidad de los españoles. No debe tratar de presentarse como el candidato de una opción política determinada -en este caso, Vox-, sino como el representante de la España de la Transición; la España de la concordia; la España que hizo los Pactos de La Moncloa para enderezar la economía y evitar una hiperinflación; la España de la OTAN, de la CEE y de la zona euro; la España que deslumbró al mundo en 1992 con la conmemoración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y con los JJOO; la España que, en definitiva, enterró la guerra civil y todos los rencores de siglos anteriores y se dotó de una Constitución y de una monarquía parlamentaria que han hecho posible que alcance las mayores cotas de prosperidad de su historia. Debe recordarle a Sánchez que está acabando con eso, que a él no le puede dar lecciones de lucha contra el régimen de Franco nadie del Gobierno, y debe rebatir sus barbaridades económicas desde su atalaya de catedrático de economía. Si al final presenta la moción de censura, debe hacerlo así y no de manera partidista, para minimizar los daños que suponen un riesgo para que Sánchez trate de manipularla y ganar opciones para las elecciones.
Lo mejor, insisto, sería que no se presentase la moción de censura ante su más que previsible derrota y utilización por Sánchez del resultado para tratar de coger oxígeno, pero si se hace, profesor, hágalo entonces así, desde el sentido de Estado, no partidista, porque si la moción se presenta para perjudicar a otra opción política que no sea la de Sánchez y sus socios, se estará perjudicando, entonces, la posibilidad de echar a Sánchez, perjudicando a todos los españoles, dicho sea, profesor, con todo el respeto que merece alguien de su trayectoria, desde el afecto de este antiguo alumno de la Universidad Autónoma de Madrid, que aprendió Estructura Económica con su gran manual sobre la materia.